Juan
José Ríos Ríos
El Volcán/Guzmán
El Volcán/Guzmán
Cada
vez más crecen los asentamientos humanos hacia la zona de montaña de Ciudad
Guzmán, fenómeno que se ha venido dando, con mayor fuerza, desde 1985, aunque
ya existían casas habitación muchos años antes en lo que se conoce como colonia
Cristo Rey, San Cayetano, Chuluapan, entre otras, que sin duda de alguna manera
impactan en el resto de la mancha urbana, sobre todo cuando ese crecimiento es
desordenado o no va aparejado con obras o acciones que eviten deterioro o
arrastre de tierra y afectación de lo poco verde que aún existe.
Sin duda que, desde las alturas que
tienen los cerros donde se ha construido, se goza de una panorámica digna de un
poster, incluso de un mejor ambiente, menos contaminado y más fresco que en la
zona baja habitada de Ciudad Guzmán, y que de noche presenta una imagen de
puerto, por las luces de las casas habitadas en estas latitudes, pero que, sin
duda, sus moradores, salvo contadas excepciones, tienen o deben tener carencias
en la prestación de servicios básicos, con agua y drenaje, retiro de basura,
seguridad y otras incomodidades, algunos, no todos.
Para poder construir y tener acceso
a la finca, quienes las han edificado han tenido que realizar apertura de
caminos, los más improvisados, apenas llegan a brechas, aunque también hay
excepciones. Pero en una buena parte de estas áreas, las modificaciones hechas
tienen sus repercusiones en el resto de la ciudad, puesto que, al no contar con
el equipamiento o la infraestructura apropiada, con la presencia de las lluvias
se aprecia claramente lo que aquí se expone, pues cada tormenta fuerte los
arrastres de lodo, basura y piedras quedan en las calles por donde bajan.
Mucho se ha hablado sobre el grado
de asolvamiento que tiene el vaso de la Laguna Zapotlán, y mucho de lo que le
sucede se le carga a las tierras ubicadas en la parte poniente del Valle de
Zapotlán, tierras en su gran mayoría dedicadas a diversos cultivos, antes
grandes plantíos de maizales, hoy mantos enormes de plástico con los
invernaderos, o bien extensiones de gran tamaño pintadas de verde por las
aguacateras que han proliferado a lo largo y alto del municipio, y de donde,
también se viene el agua de lluvia y con grandes arrastres, la historia lo
tiene registrado.
Tal vez no sea posible o no existan
los recursos legales para limitar el crecimiento de la población hacia la parte
oriente, en los cerros concretamente, pero debiera, cuando menos, exigirse por
parte de la autoridad que, si se requiere construir, se menos se tomen las
medidas necesarias para que las obras no tengan impacto posterior en la ciudad,
en el medio ambiente, en las áreas verdes y mucho menos en las personas.
A la par de casas habitadas o
grandes fincas de campo, también se han ido asentando hornos donde se quema
ladrillo para la construcción. Estas son más dañinas al medio ambiente, afectan
a la salud de las personas con los humos que generan en su producción, sobre
todo cuando queman de noche o incluso a pleno día, pues los humos así generados
inundan los hogares y afectan la salud de las personas, miles de ellas
asentadas en colonias como Solidaridad, López Mateos, Bugambilias, entre otras,
un asunto que a nadie le llama la atención cuando es un tema de salud pública.
Unos y otros, contribuyen en algo que debe ser considerado como riesgo, tanto
para la ciudad como para sus habitantes.
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