Cine sin Memoria
José Luis Vivar
¿Qué es lo que más disfruta en su
tiempo libre? Eso es algo que constantemente se les cuestiona a muchas
personas. Algunas responden en forma vaga, solo para salir del compromiso, y
otras meditan su respuesta para dejar en claro que, si tuvieran más tiempo
libre, es a lo que se dedicarían.
Esto
viene a colación porque en la actualidad quienes pueden estar en su casa por la
cuarentena podrían estarse dedicando a lo que más le gusta, y por lo mismo,
realmente lo estén disfrutando. Sea lo que fuere, hacen patente su personal
pasión, y tal vez les encantaría llamar a la persona que le hizo la pregunta inicial
para dar testimonio de ello.
Es cierto, en apariencia parece
algo tan simple, y al mismo tiempo suena utópico, pero cuando hay tiempo libre,
¿por qué no hacerlo? Ese simple deseo, que puede ser patológico ha sido tratado
por el cine y las series de televisión, y entre tantas producciones sobresale
un capítulo de la clásica serie de televisión La Dimensión Desconocida (The Twilight
Zone: 1959-1964) titulado Tiempo Suficiente al Fin (Time Enogh at Last), basada
en una historia corta de Marilyn Venable. Según palabras de su autora, se
trataba de una historia semi autobiográfica, lo cual le resultó más interesante
a Rod Serling, creador de la mencionada saga.
La historia gira en de torno de un
hombre llamado Henry Bemis (Burgess Meredith) un tipo miope -usa unos grueso
lentes con fondo de botella-, y que trabaja como cajero en un banco. Su mayor
pasión es leer, pero leer en serio. Todo lo cae a sus manos lo devora con una
ansiedad inusitada. Descuida sus labores por estar pegado a la lectura de un
libro, y su tiempo libre para comer, lo pasa encerrado en la bóveda, sí,
leyendo.
Con tantos descuidos en su trabajo,
Bemis es amenazado por el gerente de la institución bancaria: deja de leer o
será despedido. Atormentando por su situación le confiesa a su jefe que la
culpa de la situación que vive es por culpa de su esposa (Jacqueline DeWit), una
auténtica fiera que le esconde todo material de lectura, incluso las botellas
de las salsas con etiquetas las retira de la mesa, todo porque ella no soporta
verlo leer -es evidente que la mujer padece de Bibliofobia-, y las discusiones son
casi a diario. El gerente, en vez de darle la razón se burla de Bemis y lo echa
de su oficina.
En casa, las cosas para Henry son
tal y como las describió. La convivencia conyugal es un infierno, pero como es
un hombre apocado con una mujer dominante, prefiere obedecerla, en vez de
confrontarla. La escena donde ella le descubre un libro de poesía moderna
inglesa, escondido entre sus ropas es memorable: le pide que lea en voz alta
alguno de los poemas allí reunidos. Entusiasmado, el pobre diablo abre el texto
y descubre con horror que todas las páginas están rayadas. Cuando él le
reclama, su esposa le arrebata el libro, y llena de odio comienza a romperlo.
Todas las páginas caen al suelo, y Henry se avienta sobre ellas queriendo
inútilmente reunirlas.
Pero más que la buena suerte, las
causalidades de la vida en la era atómica favorecen a Henry Bemis, porque fiel
a su costumbre, al encerrarse en la bóveda bancaria, lee en el periódico sobre
las posibilidades de la bomba H. Casi enseguida una explosión lo sacude de
forma violenta, y cuando se recupera descubre que todo está destruido. No solo
su lugar de trabajo, sino también la ciudad.
En medio de ese desolador paisaje, el
tipo se da cuenta que está completamente solo. En donde era su casa solo hay
escombros y ninguna señal de su esposa. Desesperado vaga de un lado a otro,
mortificado por la soledad que padece. Para su consuelo encuentra comida y un
sofá que hace las veces de cama. En apariencia Henry está feliz. Pero luego comprende
que eso no es suficiente para vivir.
Un hallazgo insospechado le hace
darse cuenta de que está a un paso de escapar de esa realidad: una pistola.
Incapaz de seguir en esas mismas condiciones, Henry toma el arma y la coloca
sobre su sien; entonces, antes de tirar el gatillo descubre algo inusitado.
Se trata de la biblioteca pública
en ruinas. ¡Una biblioteca! Es lo mejor que le puede suceder a ese lector
insaciable. Presuroso, se adentra en los escombros y comienza a seleccionar las
obras que más le resultan atractivas. Con torpeza los carga en sus brazos y
forma pequeñas montañas de lo que leerá en los meses que le quedan al año, y
los que vendrán. Sí señor, ahora que tiene tiempo libre podrá leer sin que su
odiosa esposa se lo prohíba, sin que el gerente del banco lo amenace. El hombre
está mas que feliz, cuando, en un descuido toda su felicidad queda suspendida.
Estrenada el 20 de noviembre de
1959, Tiempo Suficiente al Fin es una pequeña obra maestra, es además un
homenaje al acto de leer, y al amor de un hombre hacia los libros. Es también
una historia cruel, porque demuestra que no puede haber felicidad completa. En
fin, este capítulo está considerado uno de los mejores de todos los de la
serie, y es referida por escritores de todo el mundo, entre ellos Stephen King.
Aparte de recibir homenajes ha sido parodiada repetidas veces, entre ellas, la
versión de Los Simpson.
Por último, este siempre fue el
capítulo favorito de Rod Serling, y al actor Burgess Meredith -el inolvidable
Mickey Goldmill, entrenador del púgil Rocky Balboa (Sylvester Stallone)-,
siempre fue y será recordado por haber dado vida a Henry Bemis; un nombre que
en los Estados Unidos y otras partes del planeta es utilizado como apodo a
quienes son lectores compulsivos.
NOTA: Si alguien tiene interés en
ver este capítulo clásico de la Dimensión Desconocida, puede hacerlo en esta
dirección: https://www.dailymotion.com/video/x4qnl7t
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