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lunes, 9 de marzo de 2020

Recordando al sacerdote Miguel González corona vicario parroquial de Tecalitlán de 1973-1978







René Chávez Deníz*


El padre Miguel González Corona nació en Tamazula Jal. El 28 de septiembre de 1942, víspera de San Miguel, de ahí su nombre su papa, Don Heliodoro González Chavarín, era un señor albañil, chambeadorazo a fuerza de múltiples hijos. Sin ir muy lejos Miguel Nació como el número once.

Y el, como el primero, de nombre José de Jesús desde chiquillo quiso meterse a cura.

Su mama era una señora delgada, menudita, a la que le gustaba vestir como la gente de antes: recatada y seria. Ella se llamaba María del Refugio Corona, nombre de la virgen.

Nadie podría negar que, habiendo tenido dos hijos que fueron sacerdotes, doña mariquita o cuquita les inculco la fe casi desde su seno interno.

Miguel era bueno para la música y para la pintura. Le gustaba además las ciencias exactas y fue compañero entre otros, del padre Sergio Castillo, Ángel Hernández José Cárdenas y Julio Hernández y de Manuel Ordoñez.

Estudio con ellos Filosofía en el edifico que estaba entonces entre Gabino Barreda y Constitución antes que abrieran la calle de los Regalado.

Inicio la teología ahí misma, pero luego fue enviado a Roma, donde ingreso al pontificio Colegio Pio Latino concluyendo con buenísimas calificaciones en el año de 1971; para continuar enseguida en otra universidad romana, la licenciatura en liturgia.






De regreso a Colima recibió la ordenación el 8 de agosto de 1973, de manos del célebre, aguerrido y progresista obispo Rogelio Sánchez González, de fugaz presencia por la diócesis de Colima.

De inmediato fue Miguel Comisionado como profesor del Seminario, pero no duro mucho allí, pues luego fue enviado como vicario parroquial de Tecalitlan donde permaneció cinco años y desde donde lo destinaron ya como párroco donde permaneció casi tres años.

En Tecalitlán debido a su inquietud periodística en 1976 fundo en este pueblo el quincenal “onda nueva” con el objetivo de crear un medio de información a nivel pueblo de expresión juvenil para que fueran adquiriendo fisonomía más amplia y se llenara un vacío en este lugar.

También de forma inmediata llegando a este pueblo en coordinación con el sacerdote José Galindo conformo la estudiantina de Tecalitlán.

El padre Miguel fue párroco fue párroco de San Martin de Porres en la Cd. De Colima.

En Tecoman, fue titular de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, y llevado por su deseo de ampliar sus conocimientos sobre la medicina natural decidió solicitar un año sabático en la diócesis de Colima y se fue a San Francisco, California con el propósito de profundizar las tesis curativas de la técnica denominada aromaterapia, la cual basa sus planteamientos en el poder sanador de las plantas, más concretamente d sus flores.

De regreso de San Francisco estuvo unos meses en Cuyutlan, Armería, Col.  Y también fue titular de la capellanía de Salahua, Manzanillo. Posteriormente fue párroco de la comunidad de Quesería, Colima.

A principios del año 2002 en el mes de enero Miguel se fue al campo en busca de flores curativas con unos amigos que vinieron desde San Francisco, California a visitarlo. Había maleza y no vio una zanja que estaba cubierta y se cayó hasta el fondo. Le dolió la espalda. Se sintió incomodo, le tomaron radiografías, pero nada les revelaron. La incomodidad siguió, visito incluso médicos alópatas. Le realizaron varios análisis, pero fue infructuoso todo y en cosa de 15 días había bajado entre 7 u 8 kilos de peso. No hubo más remedio que abrirle el vientre para revisarlo en vivo. Lo abrieron sin hacer más. Estaba invadido por un tumor maligno y sus ramificaciones.

Le dieron tres meses. No duro uno, pero mientras siguió con vida vivió la fe y murió tranquilo.

Falleció el jueves 28 de febrero del 2002, lo velaron en el templo de Guadalajarita, en la ciudad de Colima, la misa de réquiem fue a las 15 horas del viernes primero de marzo concelebraron más de 30 sacerdotes, pletórico, desbordado el templo de gente.

El padre Miguel González Corona la feligresía de Tecalitlán lo recuerda con mucho cariño a 18 años de su fallecimiento.




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