René
Chávez Deníz*
El
padre Miguel González Corona nació en Tamazula Jal. El 28 de septiembre de
1942, víspera de San Miguel, de ahí su nombre su papa, Don Heliodoro González
Chavarín, era un señor albañil, chambeadorazo a fuerza de múltiples hijos. Sin
ir muy lejos Miguel Nació como el número once.
Y
el, como el primero, de nombre José de Jesús desde chiquillo quiso meterse a
cura.
Su mama
era una señora delgada, menudita, a la que le gustaba vestir como la gente de
antes: recatada y seria. Ella se llamaba María del Refugio Corona, nombre de la
virgen.
Nadie
podría negar que, habiendo tenido dos hijos que fueron sacerdotes, doña
mariquita o cuquita les inculco la fe casi desde su seno interno.
Miguel
era bueno para la música y para la pintura. Le gustaba además las ciencias exactas
y fue compañero entre otros, del padre Sergio Castillo, Ángel Hernández José
Cárdenas y Julio Hernández y de Manuel Ordoñez.
Estudio
con ellos Filosofía en el edifico que estaba entonces entre Gabino Barreda y
Constitución antes que abrieran la calle de los Regalado.
Inicio
la teología ahí misma, pero luego fue enviado a Roma, donde ingreso al
pontificio Colegio Pio Latino concluyendo con buenísimas calificaciones en el
año de 1971; para continuar enseguida en otra universidad romana, la
licenciatura en liturgia.
De
regreso a Colima recibió la ordenación el 8 de agosto de 1973, de manos del célebre,
aguerrido y progresista obispo Rogelio Sánchez González, de fugaz presencia por
la diócesis de Colima.
De
inmediato fue Miguel Comisionado como profesor del Seminario, pero no duro
mucho allí, pues luego fue enviado como vicario parroquial de Tecalitlan donde
permaneció cinco años y desde donde lo destinaron ya como párroco donde
permaneció casi tres años.
En
Tecalitlán debido a su inquietud periodística en 1976 fundo en este pueblo el
quincenal “onda nueva” con el objetivo de crear un medio de información a nivel
pueblo de expresión juvenil para que fueran adquiriendo fisonomía más amplia y
se llenara un vacío en este lugar.
También
de forma inmediata llegando a este pueblo en coordinación con el sacerdote José
Galindo conformo la estudiantina de Tecalitlán.
El
padre Miguel fue párroco fue párroco de San Martin de Porres en la Cd. De Colima.
En
Tecoman, fue titular de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, y llevado
por su deseo de ampliar sus conocimientos sobre la medicina natural decidió
solicitar un año sabático en la diócesis de Colima y se fue a San Francisco,
California con el propósito de profundizar las tesis curativas de la técnica denominada
aromaterapia, la cual basa sus planteamientos en el poder sanador de las
plantas, más concretamente d sus flores.
De
regreso de San Francisco estuvo unos meses en Cuyutlan, Armería, Col. Y también fue titular de la capellanía de
Salahua, Manzanillo. Posteriormente fue párroco de la comunidad de Quesería,
Colima.
A
principios del año 2002 en el mes de enero Miguel se fue al campo en busca de
flores curativas con unos amigos que vinieron desde San Francisco, California a
visitarlo. Había maleza y no vio una zanja que estaba cubierta y se cayó hasta
el fondo. Le dolió la espalda. Se sintió incomodo, le tomaron radiografías,
pero nada les revelaron. La incomodidad siguió, visito incluso médicos alópatas.
Le realizaron varios análisis, pero fue infructuoso todo y en cosa de 15 días
había bajado entre 7 u 8 kilos de peso. No hubo más remedio que abrirle el
vientre para revisarlo en vivo. Lo abrieron sin hacer más. Estaba invadido por
un tumor maligno y sus ramificaciones.
Le
dieron tres meses. No duro uno, pero mientras siguió con vida vivió la fe y
murió tranquilo.
Falleció
el jueves 28 de febrero del 2002, lo velaron en el templo de Guadalajarita, en
la ciudad de Colima, la misa de réquiem fue a las 15 horas del viernes primero
de marzo concelebraron más de 30 sacerdotes, pletórico, desbordado el templo de
gente.
El
padre Miguel González Corona la feligresía de Tecalitlán lo recuerda con mucho
cariño a 18 años de su fallecimiento.
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