Pedro
Vargas Avalos
Vivimos
tiempos difíciles. Una pandemia terrible azuela a la tierra entera. Los países
más ricos del mundo, contra lo que se pudiera creer, son los más flagelados.
Pero de averías ninguno, poderosos o subdesarrollados, se salva, aunque eso sí,
los más previsores sortearán la crisis con menores perjuicios.
Una
medida indispensable para combatir el contagio del temible coronavirus
(covid19), es el aislamiento de las personas y las naciones. Se cierran aeropuertos,
fronteras, puertos y muchísimas empresas. Encierros por todos lados. Igualmente,
las personas, primordialmente las de la tercera edad, las enfermas, las mujeres
embarazadas y todo individuo propenso a padecimientos respiratorios. Por
doquiera, las cuarentenas son indispensables y todo mundo lo acepta y aplica.
Coincidentemente,
los días de la sana distancia que aplicamos y la cuarentena estricta que se nos
aconseja practicar, transcurren dentro del período de la “cuaresma”, que para
los mexicanos es el espacio de tiempo entre el miércoles de ceniza y el domingo
de Resurrección. Por otra parte, entre nosotros es (o era) común entender por
cuarentena, la etapa que deben guardar las mujeres que han dado a luz, por el
término de cuarenta días, con el fin de evitarle a la madre y al niño, algún
padecimiento.
Estamos
ya en la etapa dos del desarrollo de la pandemia del “covid19”, y con tal
motivo el gobierno de la república entre otras medidas, recomendó adoptar una
rigurosa cuarentena. Y así nos la hemos pasado millones de mexicanos estos días
y lo más seguro, es que la previsión proseguirá por varias semanas.
Sin
embargo, existe un sentido de la palabra “cuarentena” que muy poco se aplica y
menos se considera, y es la siguiente: suspensión del asenso (credibilidad) por
algún tiempo a una noticia o hecho, para asegurarse de su certidumbre.
En
efecto. Desde medios de comunicación impresos, de internet, televisión y radio,
así como afamados comentaristas, salvo honrosas excepciones, se han dedicado
con febril satisfacción a criticar las disposiciones que el gobierno federal ha
tomado para combatir el coronavirus. En esta inusitada actividad, políticos de
oposición, así como los partidos políticos y algunos gobernantes de igual
trinchera, se han sumado con tan singular contento, que pareciera refinada
orquestación para que el presidente y los suyos fracasen. Son tan miopes, a la
par de inadvertidos, que si sucediera ese naufragio, todo México lo padecería.
La
comentocracia, (o sea, el círculo de dizque periodistas que analizan, comentan
y enjuician sobre política, democracia, economía y gobierno en general)
especialmente la que se generó en la capital del país, donde se le cobijó y
complació económicamente hasta la impudicia en los regímenes prianistas, y desde
luego algunos medios en donde ¿laboran?, ha dejado pálida la prensa que durante
el maderismo se dedicó a criticar y hacer mofa del Apóstol de la Democracia, D.
Francisco I. Madero.
Claro
que debe existir el periodismo crítico, es más, es indispensable. No se puede
concebir una democracia robusta sino pervive una opinión independiente,
responsable y competente.
Pero,
en épocas de lucha sin cuartel contra un enemigo común, como es la pandemia que
enluta al mundo y amaga a la nación, a toda actividad debe preceder el sentido
de unión, solidaridad y patriotismo. Tratar de socavar las acciones que se
dictan para que la sociedad por entero pueda salir adelante, por el solo hecho
de ser opositor o considerar antipático al jefe del Estado, es pérfido, soez y lo
menos que puede decirse, impolítico.
Momento
es entonces, de que se adopte por todos los mexicanos el significado de
“cuarentena” que ya explicamos (suspensión del asenso (credibilidad) por algún
tiempo a una noticia o hecho, para asegurarse de su certidumbre) y lo
apliquemos con serenidad. Ya llegará el turno y las condiciones para juzgar con
todo rigor, pero sin perder el sentido de la equidad y la razón, lo que en este
tiempo se dictaminó para enfrentar el problema sanitario, incluyendo sus
consecuencias económicas y de cualquiera índole que resulten.
Actuemos
con tranquilidad y fortaleza de ánimo, que es el mejor camino para que nuestra
Patria y sus instituciones venzan toda adversidad. En su momento, que será más
pronto que tarde, estemos prestos para reanudar la lid por nuestras ideas, sin
renunciar un ápice en la encomienda prioritaria de siempre engrandecer a
nuestra comunidad, a nuestro Estado y a nuestra Nación.
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