A
quinientos años de la llegada de los españoles a México. 1519-1521
XIII
Ramón
Moreno Rodríguez*
En
las entregas anteriores hemos hecho algunos breves comentarios –como no puede
ser de otra manera en este tipo de textos divulgativos, no de investigación
documental–, de algunas causas que nos llevan a dudar de la honradez
intelectual de quienes decidieron exhibir una pila bautismal de la que se dice
fue utilizada en 1519 o 1520 para imponer las aguas lustrales a cuatro
tlatoanis tlaxcaltecas.
Hemos
hecho alusión a las causas históricas, políticas, documentales, sociales y
hasta psicológicas que nos llevan a concluir lo que concluimos. Es necesario
reiterar que no es posible afirmar a ciencia cierta que aquello es una
falsificación, pero todo apunta a que lo es. Ahora haremos unas últimas
consideraciones sobre el tema, y tienen que ver éstas con el estilo
arquitectónico de dicha fuente.
Entrando
en materia, diremos en primer término que, hasta donde alcanzamos, no se ha
hecho un estudio estilístico y arquitectónico de los muchos vasos bautismales
del siglo XVI mexicano a pesar de que es un tema –el
arquitectónico– muy estudiado. Se han documentado los edificios eclesiales, los
conventos, los claustros, las bóvedas de cañón, las plantas basilicales, las
pinturas murales, las columnas, los capiteles, las capillas abiertas, las
nervaduras gotizantes, las capillas posas, los arcos de medio punto o los escarzanos;
también se han estudiado las bóvedas vaídas o los entablamentos de madera o los
ajimeces o los ábsides; incluso, los diversos tipos de escalinatas conventuales
también han sido motivo de estudio y reflexión, pero no sabemos de alguna
documentación que se haya hecho sobre las pilas bautismales, que ya digo, se
conservan muchas. Por ello es que entraremos en un terreno movedizo, pero, de
cualquier manera, podemos hacer unas pocas observaciones que nos permitirán
reafirmar nuestra hipótesis que, por otro lado, no estamos aferrados a
sostenerla si algún documento aparece que nos desmienta.
|
En segundo lugar, hay
que decir que en aquellos años iniciales de la llegada de los españoles
(1519-1521) no había tiempo para nada, sino para la guerra y, si no había
tiempo para edificar iglesias, menos lo había para labrar pilas bautismales.
Veamos un caso. La primera iglesia de la ciudad de México se construyó ente
1525 y 1526; los años previos se daba misa en una improvisada capilla que estaba
en el espacio que hoy ocupa la esquina norponiente de Palacio Nacional. En este
edificio prehispánico que formaba parte de las llamadas Casas Nuevas de
Moctezuma daba misa fray Bartolomé de Olmedo y cuando en 1524 llegaron los
primeros doce franciscanos, también oficiaban el culto ahí, hasta que un año
después del arribo iniciaron la primera de las fábricas del convento de San
Francisco. Si esa primera iglesia edificada exprofeso se construyó en un año
(¡la actual catedral se tomó casi 300 años en concluirse!), ya se imaginará el
lector el aspecto que tendría, de seguro que era un templo prehispánico hecho
de adobes, varas y paja, al que se llamaba iglesia pero que en sentido estricto
debió ser un jacalteopan.
|
Es lógico que así haya
sido: no había arquitectos ni alarifes ni albañiles españoles. Por lo tanto,
las primeras edificaciones del México colonial eran más indias que españolas.
¿Se imagina el lector que hubiera habido tiempo, ya no digo en 1519, sino en
1525, para hacer una pila bautismal al estilo español? Sin duda, la respuesta
es no. Las primeras pilas bautismales que se debieron usar o eran fábricas
prehispánicas adaptadas para ese uso o su rusticidad y el no dominio de las
técnicas españolas por los lapidarios indios debió producir obras muy lejanas a
los conceptos españoles de lo arquitectónico. Este tema (en otros objetos, no
en pilas bautismales) ya ha sido muy estudiado. Constantino Reyes Valerio le
llama arquitectura indo-cristiana.
En
Zapotlán el Grande se conserva una pila bautismal de estas características. Es
una fábrica para cristianizar indios, pero hecha con el alma y la cosmovisión
de los indios, cuando no, era un objeto destinado a otro uso que se adaptó una
vez llegados los franciscanos a esta región. Es un recipiente de piedra
volcánica labrado muy rústicamente; recuerda lejanamente por su forma
rectangular a una moderna bañera. En cada una de las cuatro esquinas tiene
patas del mismo material pétreo en forma de garras de felino. Si este aspecto
tuviera la pila de Tlaxcala nos tendríamos que inclinar por creer tal
afirmación que la cartela aludida en entregas anteriores anuncia, pero
imposible pensar que en 1519 o 1520 unos indios hubieran labrado la pila
bautismal que en Tlaxcala se muestra.
Para
finalizar, diremos que en un pequeño pueblo del Estado de México (Oxtotícpac)
se conserva una pila bautismal muy parecida a la de Tlaxcala y tiene labrada
una fecha, 1570. Por ello nos inclinamos a creer que dicha fuente, en el mejor
de los casos, debería ser de esta séptima década del siglo XVI y no de fecha
tan temprana como 1519 o 1520.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario