Víctor
Hugo Prado
La
determinación del gobierno del estado de mantener a la población resguardada
por 5 días en casa, ha sido conveniente y necesaria para contener al
coronavirus, que por sus características ha alterado todas las actividades
humanas en la mayor parte del mundo. No reconocerlo es negar una realidad que
le ha quitado la vida hasta ahora a 16,000 personas y la salud de casi 400 mil
en 185 países.
A
las medidas como la suspensión de clases presenciales, cancelación de eventos
masivos, suspensión de ceremonias religiosas colectivas, refuerzo de medidas
sanitarias en terminales aéreas y camioneras, el cierre temporal de bares y
centros de entretenimiento, se suman otras, como la difusión del aviso preventivo de viaje en todas las
unidades de salud del Estado, así como en los puntos de entrada internacional
funcionando las 24 horas para detectar cualquier caso sospechoso en viajeros y
se estableció coordinación con el Instituto Nacional de Migración para detectar
a todo viajero que provenga de zonas infectadas.
Se
ha reforzado la vigilancia epidemiológica en todo el Estado de Jalisco. Monitoreando
de manera permanente la evolución de la enfermedad a nivel mundial, esto a
través de la Unidad de Inteligencia Epidemiológica y Sanitaria. Se ha y activado al personal capacitado, y se
ha puesto especial atención en el equipo y la infraestructura necesaria para
atender cualquier caso que se presente en el Estado. Jalisco será uno de los
tres primeros a nivel nacional (además de Baja California y Quintana Roo) en
realizar pruebas para identificar el COVID-19, lo que permitirá agilizar el
proceso para confirmar o descartar los casos sospechosos. En fase 1 se ha actuado
como en fase 2, que por cierto ya fue declarada por las autoridades de salud
del país a recomendación de la organización Mundial de la Salud.
Contrastan
las acciones que ha impulsado el gobierno de Jalisco con el acompañamiento de
la Universidad de Guadalajara, con los ejemplos que lamentablemente ha venido
exhibiendo el presidente de la república, como rechazar visiblemente el aseo de
las manos, no guardar las distancias aconsejadas, seguir con las rutinas como
si nada estuviera pasando, promover la superstición, repartir abrazos y besos,
así como concitar a la población a convivir sin límite, insisto, como si nada
pasara.
El
presidente, se ha convertido en el ejemplo mundial de lo que no debe hacerse. Ojalá
y esas tomaduras a la ligera, no se repitan en la fase 2 y el mal ejemplo no
aliente el descuido y la irresponsabilidad.
De lo que se trata es de contener un severo golpe a la salud pública,
que nadie desea. Por lo pronto, sigamos las recomendaciones de los expertos, de
los responsables científicos y académicos, de los que ahora poseen autoridad
profesional para impulsar las mejores medidas de contención del COVID-19.
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