sábado, 15 de febrero de 2020

Libertad de expresión y censura en la era de Internet






I Internet: legalidad e ilegalidad

Ahora que las nuevas tecnologías han ofrecido a las nuevas sociedades un modo más democrático en las formas de acercarse a los medios de comunicación, y a la propia comunicación entre los grupos y las personas, de hacerse (de manera inmediata) de información, o de informar, las llaves abiertas a dicha democratización utiliza el viejo y efectivo método de la censura, que es propio de los Estados totalitarios y de los grupos conservadores.

Pese a todo lo anterior, se ha cuartado en innumerables ocasiones la libertad de expresión, pero, también, desde otros puntos de vista, la libertad de expresión se ha vuelto un caos y se ha hecho necesario intentar legislar el uso y abuso de las redes sociales y de toda la red de internet.



No obstante, y pese a las bondades que han traído los medios digitales, “esos mismos beneficios que este adelanto tecnológico ha traído consigo también han sido causa de numerosos conflictos legales”, como advierte en su ensayo en su ensayo “Conflicto de leyes y censura en internet: el caso Yahoo!”, David Ramírez Plascencia.

En el que agrega:

En el plano nacional, los gobiernos han visto mermada su facultad para imponer leyes que controlen eficazmente la actividad de sus gobernados. Esta imposibilidad estatal parte, incluso, desde una cuestión básica que atañe a la identidad del usuario en línea. En la medida en que la red permite el anonimato, las posibilidades de que los usuarios hagan un uso impropio o ilegal se incrementan. (http://www.publicaciones.cucsh.udg.mx/pperiod/comsoc/pdf/cys8_2007/cys_n8_8.pdf)

Ilegalidad que, como dice Ramírez Plascencia, se debe en gran parte al anonimato que permiten las redes y el riesgo que eso conlleva “de ahí que no hayan faltado opiniones de quienes consideren el combate al anonimato como una acción clave en los intentos de regular internet”.

No obstante, a lo anterior, David Ramírez Plascencia afirma que internet, desde un principio está regulada desde su nacimiento, y declara: “La problemática que gira en torno a la red de redes y su regulación se encuentra más íntimamente relacionada con la falta de coherencia entre las disposiciones legales que lo controlan, más que con la supuesta falta de regulación del mismo. Diferentes leyes tratan una misma conducta con base en criterios diferentes. Así, lo que para un Estado es ilegal, para otro está permitido”.



II Un caso concreto de censura en Guadalajara:
Ahumada, poesía y censura
Narrativa y poesía


Maestro del arte visual, el caricaturista Manuel Ahumada se acerca en su visión y poética a Rufino Tamayo. Ambos desarrollaron una voz lírica en la plástica que delineó una forma cercana a lo que es, en suma, un poema. Ahumada, sin embargo, agregó a su obra lo que Tamayo no tiene: una narratividad consumada. Y quizás por ello él mismo se consideraba ante todo un narrador. Alguna vez en una entrevista definió de este modo su quehacer: “Contar historias es algo que me apasiona y plasmarlas en un dibujo es lo mejor de mi trabajo”.

No obstante, quien mejor precisó el trabajo del artista fue el periodista Carlos Paul Espinosa Flores: “Ahumada no sólo sueña, sino, sobre todo, ensueña. Su activa ensoñación nos eleva y nos sumerge —de manera simultánea— en un caleidoscopio entintado de sensaciones, sentimientos y aventuras”.

El modo en que Espinosa Flores fija las historias de Ahumada nos recuerda “El nocturno de los ángeles” de Xavier Villaurrutia, y esa verdad no la habíamos tomado en cuenta, pues cada historia descrita en La vida en el limbo, suena a estos versos:

Se diría que las calles fluyen dulcemente en la noche.
Las luces no son tan vivas que logren desvelar el secreto,
el secreto que los hombres que van y vienen conocen,
porque todos están en el secreto
y nada se ganaría con partirlo en mil pedazos
si, por el contrario, es tan dulce guardarlo
y compartirlo sólo con la persona elegida.

Tal vez por ello Carlos Paul Espinosa Flores declaró: “Sus imágenes despiertan todos los sentidos. Sus ensoñaciones son de aquellas que pertenecen a un estado crepuscular, en el que se fusionan la vida nocturna y la vida diurna”.


CENSURA EN RANCHO GRANDE


Los memoriosos recuerdan con fidelidad la visita de una obra de Manuel Ahumada a Guadalajara, y logran definir la cerrazón de los habitantes de Rancho Grande en relación a una de sus obras, aquella que alguna vez estuvo entera y, desde una noche de agosto del año dos mil, se convirtió en trozos desparramados en el piso.

            Juan Manuel Velázquez Ramírez hace unos días en un artículo en La Jornada la recordó: “Era un dibujo a lápiz. Cubriendo la parte superior del espacio aparecía un hombre con rasgos indígenas: piel morena y pelo lacio, negro, caído hacia la frente. Mostraba los hombros desnudos. En la parte izquierda de su cuello se presentaba el nudo de un lienzo que se extendía hacia el frente. Las manos del hombre lo sostenían. Sobre la tela aparecía la imagen desnuda de Marilyn Monroe”.
            Según sus palabras así ocurrió el hecho:

“Basta hacer memoria y regresar al mes de agosto del año 2000. Durante semanas Ahumada fue el centro de la polémica y sujeto de la censura. Sus trabajos formarían parte de la exposición ‘Homenaje al lápiz’, que se realizaría en el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas de Guadalajara, también conocido como La casa de los perros. La entonces directora, Yolanda Carvajal, inició la polémica al indicar que 13 cuadros no se presentarían debido a su ‘contenido erótico’. Incluso, anunció que de exhibirse dicho material ella presentaría su renuncia. Y así lo hizo. Esta misma obra ya se había expuesto en el Museo José Luis Cuevas de la Ciudad de México y el Centro Cultural de Santo Domingo, en Oaxaca. En ambos lugares no hubo regateos, censura ni intolerancia.

La intervención de sectores de la sociedad civil posibilitó que entre el 9 y 11 de agosto de 2000, se mostraran los materiales sin ninguna dificultad. Pero no pudieron evitar que en la inauguración casualmente se apagara la luz, ni que, después, dos jóvenes (Felipe de Jesús González y Óscar Ramón Aguayo Dávila), ingresaran a la exposición y destruyeran el trabajo La Patrona. ¿Cuáles fueron sus argumentos? Que la obra era sacrílega; que ofendía los principios cristianos y a la religión católica, ‘que es santa’ y que ofendía a todos los mexicanos. ‘Porque la mayoría de los mexicanos somos católicos, esas obras no deben permitirse en nuestro país’, dijeron. Además de que querían evitar que sus hijos nacieran ‘en un ambiente carente de moral’.

Uniéndose a esta práctica intolerante, en un diario local se señaló que el dibujo había sido hecho un 12 de diciembre, la misma fecha en que se celebra a la virgen de Guadalupe. Dijeron que el dibujo era un insulto a los sentimientos de los católicos, devotos de la virgen de Guadalupe. En todos los casos, los argumentos eran simples. Por asociación, La Patrona es la virgen de Guadalupe. Y si hay un indio, éste debe necesariamente ser Juan Diego. También, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez calificó este trabajo como una burla para la fe. Posteriormente manifestó su apoyo al acto que realizaron los jóvenes, y hasta ofreció pagar los daños y la multa correspondiente para que fueran liberados. Un día después del atentado al trabajo de Ahumada, los jóvenes fueron puestos en libertad”.




III Democracia: ¿censura y legalidad?


Con o sin internet, la censura en México se ha dado siempre, el anterior ejemplo ocurrió cuando aún no eran los tiempos de la Red, hace poco, y no hace falta ir hacia ese tema a profundidad, un hecho de cesura le ocurrió al pintor Fabián Cháirez, quien expuso su obra “Zapata” en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México (https://cultura.nexos.com.mx/?p=19067).

Y el periodismo, como ventana pública e intermediario entre los grupos del poder y el propio Poder del Estado,  se ha visto afectado por la censura, ha tenido problemas de libertad de expresión desde el siglo XIX, como lo advierte en un magnífico ensayo, “La censura al periodismo en México: revisión histórica y perspectivas”, René Avilés publicado en la revista Razón y palabra número 59 (http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n59/raviles.html).

            Avilés hace un recorrido que va desde el siglo XIX y hasta el XX, y puntualiza a grandes rasgos los eventos más relevantes. Voy a hacer una serie del texto de René Avilés citas del ensayo para colocar la perspectiva de la censura en México.

Es un hecho que desde un principio las relaciones entre el poder y la prensa han sido tortuosas, perversas, y que el periodismo resultante se ha caracterizado por una ausencia de espíritu crítico, por un pobre análisis de fondo y por estar dirigido al gobierno o líderes de opinión y sólo de manera muy ocasional a la sociedad civil en su conjunto.

Hoy en día se ha olvidado que debe ser útil a la nación en su conjunto, no al poder; que debe estar vinculado con la sociedad y contribuir a formar opinión al tiempo que dota de mayor sentido a las grandes luchas sociales. No al contrario, como ha ocurrido cuando durante los escasos momentos de libertad se ha erigido en uno de los más feroces enemigos de la democracia. La caída de Madero, víctima de su odio y encarnizamiento, es uno de los mejores ejemplos.

Desde principios del siglo XIX y aún antes la prensa nació sujeta, el poder la secuestró y ella no ofreció mayor resistencia. Salvo en grandes momentos de la historia periodística, la prensa nacional ha estado subordinada al Estado.

Sin embargo, de entonces a nuestros días, no cabe duda que la libertad de expresión en México se ha abierto paso y lo sigue haciendo. El problema es que el papel represor que antes ejercía el Estado es ahora detentado por los dueños y directivos de los medios de comunicación. Son ellos los nuevos censores. La libertad de expresión está en sus manos y por tanto es la lucha de sus respectivos y muy particulares intereses en turno la que determina y orienta los destinos de nuestro futuro como nación. En consecuencia, mientras no se dé fin a la censura, sea estatal o de quienes tutelan los medios, en tanto no se encuentre garantizada la libre y responsable crítica periodística, nuestra sociedad no podrá avanzar ni mucho menos aspirar a vivir en un régimen de verdadera democracia.

No hay, pues, en todo caso —vuelvo al principio para concluir con una reflexión—, gran diferencia entre las posibilidades de la libertad de expresión si existe o no existen las nuevas tecnologías ni el internet. Los Estados represores son los mismos. Ayer hoy y mañana, eso lo sabemos, seguirán haciendo su papel social de represores: no hay una democracia perfecta, ya que quienes gobiernan tienen diferentes intereses y a éstos se apegarán, es decir, perseguirán sus propósitos y la sociedad y el intermediario los intermediarios sociales —los periodistas— seguirán sufriendo las consecuencias de la falta de una total libertad de prensa, y hoy que la sociedad está alzada y todo se ha permeado de insolencia, apegada a la supuesta democracia golpearán al periodismo y a las manifestaciones de avanzada porque lo que no hace falta es entendimiento. Y como entendimiento quiero decir que se el cumplimiento de nuestro papel que cada uno desempeñamos en total democracia, pero con la consabida responsabilidad que tenemos. Una democracia, una libertad de expresión no solamente compete e debe interesar a los periodistas, sino a toda la sociedad, incluido el gobierno en turno. No podremos ser una mejor Nación si no llegamos a ese nivel.

En lo que compete a los periodistas, quienes somos responsables de informar lo mejor apegados a la verdad y a la realidad, recae todo el peso, que debemos compartir con la sociedad y el Gobierno. Son tres los protagonistas de la democracia: el Gobierno, la sociedad y los periodistas.

A éstos últimos les corresponde hacer lo que pide en un artículo Ana María Ruiz:

Ejercer el periodismo implica no solo la responsabilidad de informar sin faltar a la verdad, sino también ocupar un lugar en la sociedad, con los políticos y los funcionarios estatales, expuesto a la crítica debido a su notoriedad y el rol que cumplen.




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