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viernes, 28 de febrero de 2020

José Ramírez Vázquez, cumplirá 24 años peregrinando a Talpa






Tecalitlán y su gente


René Chávez Deníz


El domingo 1 de marzo, un nutrido grupo de tecalitlenses inician su recorrido a pie hacia Talpa de Allende; José Ramírez Vázquez, es un peregrino que cumplirá 24 años de participar.


Ramírez Vázquez, originario de Tecalitlán, actualmente vive en la Colonia Ejidal y nos expresa lo siguiente: ¿Qué le motivo ser peregrino a Talpa?

Soy Ingeniero Agrónomo, estudié esta carrera en Autlán de Navarro, cada año durante mis traslados de Ciudad Guzmán a Autlán, en los primeros días de marzo veía los contingentes de peregrinos de Tuxpan, Ciudad Guzmán y Tecalitlán, que movidos por la fe hacían ese largo recorrido, ver esa cara de hombres y mujeres que no desfallecían ni por un momento ante las inclemencias del sol, me propuse vivir esa experiencia y fue tan agradable y motivante, que ya no he dejado de vivirla, desde el año de 1996.

¿Cuál es su itinerario como peregrino? Nuestro recorrido es uno de los más largos de toda la Ruta del Peregrino, son siete días con sus diferentes jornadas, pasamos por Tuxpan, luego nuestra siguiente parada es en El Fresnito, municipio de Zapotlán El Grande. Ahí, todos los años desde 1996 y de manera ininterrumpida la familia de Don Enrique Gómez, nos lleva un café caliente con pan, su señora esposa nos guía un rosario que todos los peregrinos de la cuadrilla rezamos con gran devoción, ya que nos encomendamos a la Virgen del Rosario de Talpa, para que nos proteja en nuestro largo peregrinar.




Pasamos muy de madrugada el lunes por El Jazmín, municipio de San Gabriel, luego sigue La Croíx, Apulco y de ahí hasta la cabecera municipal de Tonaya, donde descansamos hasta las 4 de la mañana del martes para partir hasta San Miguel, donde también el señor Eduardo Gálvez Orozco desde 1996, siempre nos lleva un almuerzo, una tradicional birria de res, que nos sabe a gloria; es justo señalar que el almuerzo es para todos los peregrinos de Tecalitlán, inclusive para los peregrinos de la localidad de La Higuera.
De ahí pasamos por comunidades pobladas de gente amable y risueña que nos reciben con un sentido “-Me saludan a la Virgen”, hasta llegar a la cabecera municipal de Ejutla, tierra de santos, ya que ahí, en pleno centro ahorcaron a un sacerdote en un mango que todavía reverdece, para ser testigo mudo de los que ahí pasó; ahí han erguido un monumento como símbolo de la fe a ese Santo.

De esa localidad partimos muy de madrugada donde nos espera la subida de un alto cerro que nos demanda un esfuerzo de más de una hora, para de ahí dirigirnos a una población llamada Manzanillito, localizada por la carretera federal adelante de Unión de Tula, en ese lugar nos espera un sabroso almuerzo por cortesía de la familia del Sr. Miguel Cárdenas.

El siguiente punto obligado es Ayutla, donde año con año una familia caritativa de la cual desconozco su nombre nos brinda sabrosa cena.

De esa población partimos muy de madrugada hasta el popular lugar llamado Talpita, ahí donde nos aguarda una réplica de la imagen de la Virgen de Talpa, donde además se puede disfrutar de un rico café o canela, así como un jugo de naranja o zanahoria que te sabe a gloria, acompañado de un pan dulce. Ahí se puede adquirir la tradicional burrita que te sirve de apoyo para esos pasos cansados que ya te pesan por los años.

Se continúa el recorrido hasta pasar por Cuautla, un pintoresco pueblo de emigrantes a Estados Unidos, que muestran ese amor por la patria, con ostentosas residencias, muestra de los beneficios del sueño americano, que inclusive ha servido de escenario para filmar algunas películas y donde se admira una efigié del artista de música mexicana Ezequiel Peña montado en un caballo.

El siguiente punto es el llamado Tierras Blancas, donde nos espera un desayuno que por años ha sido una rica carne asada, con una salsa mortajada; partiendo de ese lugar nos espera el poblado llamado Volcanes, una localidad que se distingue por su gran cantidad de cocinas de comida mexicana que se oferta a los peregrinos tanto de a pie como a los que viajan en carro o autobús, platillos tan variados como, guisos de res y cerdo, lengua de res en salsa verde, pollo al pipián, birria, carne asada y unas enormes quesadillas acompañadas de una picante salsa.

Muy de madrugada iniciamos la jornada pasando por lugares como el Cerro de La Campana, Las Cruces, justo ahí en la cañada desde lo alto del cerro se ven las titilantes luces de la localidad de Jacales, ahí a ambos lados de la carretera estatal, se ubican pintorescas fondas que seducen con sus medios muy característicos a los peregrinos para que consuman sus bien elaborados platillos de la vasta cocina mexicana, quién olvida ese grito característicos de – “Cecinitaaaa de venadoooo” o el chasquido que hacen con la mano para atraer los clientes simulando la amasada de la tortilla de maíz, o la elaboración de atole blanco acompañado de un pedazo de dulce de caña.

Más delante nos esperan Los Guayabos, ese lugar tiene un misticismo muy peculiar al fondo se divisan unos riscos enormes, se dice que la persona que camina por ahí y que sus pecados han sido perdonados, puede ver la imagen de la Virgen de Guadalupe, formada en ese lugar entre las rocas, muchos no logran verla.

Continuamos hasta llegar a Cocinas de Mascota, donde nos espera una confortable sombra de añejos ocotillos que dan un clima especial al lugar, ahí convergen los familiares y amigos que se han unido en la última etapa de la jornada, en ese lugar se comparten alimentos que desinteresadamente los paisanos llevan a todos los peregrinos, dándose una sana y bonita convivencia familiar; ahí alrededor de las 18:00 horas, se oficia una misa por el Sr. Cura que está en turno en la parroquia de nuestro querido Tecalitlán, como un agradecimiento a la Virgen por permitirnos ya casi llegar a nuestro destino.

Por la madrugada iniciamos nuestra última jornada, pasando por la popular Cruz de Romero, un cerro donde se construyó un mirador coronado por una Cruz, de donde se divisa nuestro final, la hermosa población y ahora pueblo mágico de Talpa de Allende.

El descenso es como un respiro a esas grandes y agotadoras jornadas, sabedores que nos espera el regazo de la Milagrosa Virgen del Rosario de Talpa, para escuchar nuestros ruegos y calmar nuestro cansancio acumulado en esos 7 días de travesía.

Al llegar se ve el majestuoso arco de bienvenida y solo es cuestión dar unos pasos más para hincarnos ante la Virgen y dar las gracias con las lágrimas derramadas por la emoción de haber llegado con bien.

Al final nos despedimos de la Virgen del Rosario de Talpa, pidiendo que nos permita volver el siguiente año, es triste decirlo, pero muchos ya no han vuelto, se han convertido en los peregrinos ausentes, porque Dios ya los ha llamado a su presencia, pero nosotros los llevamos en el corazón y en el recuerdo.

Para finalizar Ramírez Vázquez nos comenta que los peregrinos están muy agradecidos con las personas que apoyan moral (con la oración y gritos de aliento durante el recorrido) y económicamente (con comidas y apoyo monetario) durante el recorrido.



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