(Segunda
de dos partes)
Martha
Eva Loera
Mientras
escribías la segunda parte del libro “Viajes inesperados”, ¿qué motivó tu
estado alterado?
Nunca
lo supe. Me parece que fue un momento de gracia. Pocas veces ¿verdad?, y ese
año fue muy singular: había nieve en Guadalajara, la ciudad sufrió cambios, yo
sufrí cambios, soñé mucho, y de manera persistente. Algo que ya no me ocurre
con tanta frecuencia, y eso es para mí doloroso porque soñar es una forma de
escribir, es una forma de construir y reconstruirte todos los días. Yo creo que
sí sueño ahora, pero no recuerdo los sueños. En aquel entonces venían cambios
en mi vida.
¿Como
cuáles cambios se acercaban a tu vida?
Yo tuve
que abandonar a mi anterior familia y una casa que amaba. Hablo de una casa
física, y tuve que dejar poco después un trabajo donde había laborado alrededor
de diez años, y había preludios. Hay textos en este libro que para mí son como
premoniciones, muchas de las cuales están ocurriendo hoy.
La
segunda parte describe una ciudad muy extraña, con su propia lógica, está
envuelta en el misterio, donde lo raro es lo cotidiano, y esto se rompe por la
normalidad del plano real o por hechos que no causarían sorpresa….
Para yo tranquilizarme de estar solo en un
edificio tan grande, tuve la necesidad de escribir todo lo que me ocurría como
aquél que va por el campo o por el bosque y comienza a silbar porque tiene
miedo. Entonces para sentirme acompañado entre noviembre y diciembre de 1997
comencé a escribir. En ese tiempo yo no miraba normalmente. Lo veo ahora, y lo
vuelvo a confirmar, que los estados, la imaginación y mis sentidos estaban
totalmente de otro modo. Quizá por eso, la escritura de esos textos me gusta
mucho. Me resulta un tanto difícil volver a esa escritura. Lo he intentado, no
puedo. Yo creo que me falta lo que tuve en esos años. Posteriormente cuando
escribí “Historia de dos cuerpos” y “Retorno al Reino Imaginario”, volvieron
esos estados alterados.
En
“Historia de dos cuerpos” hay un cuento con el mismo título que asocio con El
Cascanueces y el rey de los ratones, de Hoffmann. Todo empieza con magia, y en
el caso de tu libro uno como lector se imagina siempre un ambiente gris u
oscuro y lluvioso donde ocurren sucesos increíbles...
Ese
libro en realidad cuenta la historia de mi mujer Deana Molina y yo, cuando nos
conocimos y crecimos en nuestra relación de pareja. Mi idea era hacer un
homenaje a ese momento, pero me resultó complicado narrarlo directamente, y de
pronto, los estados alterados me dieron la pauta para que fuera un texto
poético más que narrativo. En esta tercera parte conjugo muchos géneros.
Entonces hay una mixtura envidiable. Me encantaría volver a esa posibilidad
porque para mí la literatura no tiene que entregarse a un solo género, sino más
bien debe conformarse como un ente espiritual, de imaginación y, por su puesto,
con un mecanismo del lenguaje, el cual es sencillo y no lo es en esos textos. “Historia
de dos cuerpos” narra otras historias que tienen que ver con el conflicto
humano de la violencia. Todo el mundo hemos sufrido violencia o hemos sido
violentados, además está acompañado de música de Feng Shui. Ese libro lo
escribí escuchando ese tipo de música.
¿Cómo
fue que escribiste “Retorno al reino imaginario”?
Está
basado en una secuencia de sueños que yo tuve. Yo soñaba y escribía. A veces el
sueño se detenía y continuaba la siguiente noche. Lo que no me ha vuelto a
ocurrir jamás. De algún modo la literatura nos lleva a encontrarnos con esos
estados subconscientes. El libro me resulta interesante, intenso y loco.
Confronta y exige mucho, pero da también mucho. Habla de un espíritu en el que
reina la imaginación.
Otro
constante en las dos últimas partes de tu libro, así como en obras anteriores como
Cazador de Gallinas es el erotismo, ¿cuál es la razón?
Creo
que el erotismo y la sexualidad es lo que nos hace seres humanos. Entre el
lenguaje y el erotismo hay una correspondencia. Es decir, nos completamos. Lo
que el lenguaje nombra el cuerpo lo dice, y viceversa, entonces tanto el
lenguaje como el erotismo nos hace humanos. El perro, por ejemplo no es
erótico, tampoco pronuncia palabras.
Tu
libro es como un concierto… ¿tratas de trasmitir música con tu libro?
Yo
podría dejar de leer poemas, pero dejar de escuchar música sí me dolería porque
ahí encuentro la poesía y las historias.
Entonces,
¿quien lee tu libro asiste a un concierto?
Ojalá.
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