Samuel Gómez Patiño
El pasado 19
de diciembre se cumplieron 26 años de la partida de mi padre, el Ingeniero
Alfonso Gómez Izquierdo y entre otras experiencias vino a mi memoria este
episodio: unos años antes de fallecer estuvo recluido en su cuarto por voluntad
propia, aunque podía realizar sus funciones básicas como comer, bañarse, acudir
a realizar sus necesidades una caída de la cual no pudo levantarse por él
mismo, lo había convencido de no salir para evitar el riesgo de un accidente
mayor.
Pasaba
por su cuarto cuando me detuvo y me solicitó que lo llevara al hospital. Le
pregunte que, si se sentía mal a lo que respondió que no, pero que ya estaba
cansado de la vida (recién pasaba de los 80 años) y que le dijera al médico que
lo dejara morir. Me senté al lado de él en la cama y entonces reflexioné sobre
la vida y nuestro propósito. Le dije: “Padre, usted es una persona que tiene fe
en Dios, que ha leído mucho sobre la Biblia y otras religiones y conoce que si
todavía no se ha ido es porque no ha cumplido con su propósito.
Nunca
volvimos a tocar ese tema, y vivió todavía alrededor de 4 años más, seguramente
hasta que su misión en la vida se cumplió.
Muchos
andamos por la vida sin saber qué es lo que estamos haciendo con ella, pero
estoy convencido que todos tenemos un propósito, hasta el niño aquel que muere
al nacer porque une nuestros sentimientos, conocimientos y nos cambia actitudes
sobre la vida y sus enseñanzas.
Quiero
platicarte de Miroslava García, conocida por sus amigos como “Miros” una
verdadera guerrera. Los que me conocen saben que tengo muchos años en la
docencia y que puede presumir que por mis aulas han pasado miles de estudiantes
a lo largo de mis 33 años de maestro en la universidad. También saben qué en
los últimos años, mi hardware (mi cerebro) ya no tiene tanto espacio, por lo
que tardo varias clases para identificar a mis alumnos y en algunos casos no me
grabo sus nombres, aunque rostros o situaciones sí los tengo en mi mente.
Un día
en la clase, Miroslava levantó la mano para preguntar algo de la clase. Le cedí
la voz, y mientras realizaba su pregunta se iba desvaneciendo sobre su pupitre
hasta terminar de preguntar y quedarse totalmente dormida. De todas maneras, le
conteste y luego les comenté a sus compañeros que le explicaran cuando
despertara.
Eventualmente
tengo alumnos que además de estudiar trabajan, algunos por necesidades
económicas que les ayuda a solventar los gastos personales y familiares y
otros, porque quieren acumular experiencia. Así, un alumno al final de una
clase se quedó dormido debido al cansancio y se acercó a pedirme disculpas, por
lo que le comenté:
-No se
preocupe, mientras no ronque no me molesta.
En ese
momento no me percate del problema de Miroslava, hasta que me comentaron que
tenía un problema de salud con el cual estaba lidiando desde hacía varios años:
cáncer. Antes de entrar a estudiar su carrera universitaria, estaba en
tratamiento, cada vez más agresivo. Luchando por su salud pero cumpliendo con sus
actividades escolares porque quizás lo que la mantenía enfocada era poder
terminar sus estudios de administración de empresas.
A
pesar de todo esto acepto ser la imagen de la campaña “La FCA se viste de Rosa”
organizada desde hace algunos años por la Dra. María Virginia Flores Ortiz,
académica de nuestra universidad y preocupada por generar una conciencia entre
las mujeres sobre la prevención contra el cáncer de mama, la prevención es la
mejor medicina contra esta enfermedad.
Así,
Miros se presentó en varias ocasiones para diversos foros, trabajo con
diferentes patrocinadores con la misión de generar la educación de la
prevención, todo esto mientras seguía trabajando en su sueño: terminar una
carrera profesional.
El
pasado mes de octubre, su generación celebro el fin de sus estudios con una
ceremonia de graduación en el Teatro Universitario y Miroslava subió al atril,
apoyada de un bastón y con su peluca ya que había perdido su cabello por el
tratamiento, pero con la suficiente entereza para representar a sus compañeros
y dirigir las palabras de despedida de su generación y estoy seguro que de ella
misma.
Casi
un mes después, estábamos en la misa donde se celebraba la vida de “Miros” y su
partida, por fin descansa y está en un mejor lugar. Entonces escuchaba con
atención las palabras del padre de Miroslava, agradeciendo que la acompañáramos
en ese momento, pero sobre todo que reconocía que la vida de su hija no había
sido inútil, ya que, en su larga travesía de su enfermedad, su valentía,
entusiasmo, amor a la vida y a sus semejantes había dejado una huella única en
cada una de las personas que la conocieron.
Por
eso, Miroslava no perdió la batalla, nos dejó un gran mensaje de tenacidad y
amor.
Descanse en
paz.
Me gustaría leer tú opinión, puedes
escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en
Facebook: Samuel Gómez Patiño
*Director del Área 1 y
Vice Presidente de membresías del
Club Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja
California
No hay comentarios.:
Publicar un comentario