Samuel Gómez Patiño
Un día fui a comer con unos amigos,
como lo hacemos normalmente dividimos la cuenta entre los comensales. Por lo
general, cálculo sobre el monto total lo divido y lo cierro para agregar la
propina, por ejemplo, si la división nos dio que cada quien pagaría $175.00
pesos lo cierro a $200.00, de tal manera que quede de propina. Mínimo vamos 5
personas, por lo que la retribución que dejamos puede variar, pero siguiendo el
ejemplo expuesto dejamos $125.00 pesos.
En nuestro país la propina no es
algo que la ley exige que paguemos, de hecho, es una recompensa que damos por
ser atendidos adecuadamente, que al final se nos debe atender lo mejor posible
ya que es una invitación a seguir visitando cualquier establecimiento.
Lo que no me gusta es la doble
moral que contiene el hecho de que los empleados tengan que vivir de una
propina. Por un lado, el patrón que les paga un salario bajo, ahorrando en
nómina y por supuesto en impuestos, y por el otro el empleado, que al recibir
dinero adicional no se declara y por supuesto tampoco contribuye al erario
público.
Vamos por partes. Primero con el
patrón.
Una vez escuche en una entrevista a
cierto empresario de nuestra ciudad que comentaba que le iba tan bien con su
negocio que le alcanzaba hasta para que le robaran sus empleados. Estos son los
empresarios mexicanos que no aportan nada al país. Sólo generan riqueza
individual, su ambición se centra en cuanto poder económico puede acumular y
poco les importa cómo pueden compartir lo que generan.
En artículos anteriores he escrito
sobre la felicidad laboral y, si bien es cierto los beneficios económicos no
son la parte medular del bienestar de un empleado, también es cierto que es
parte de hacerlo sentir recompensado de acuerdo a su aportación a la empresa.
En mi opinión, la calidad no la dan las maquinas sino las personas, por lo
tanto, su compensación debe ser acorde a su aportación al crecimiento de un
negocio.
Ahora bien, el empresario busca
minimizar sus gastos operativos, los sueldos y salarios es una parte de ellos,
por lo que debería contemplarlos mejor como una inversión. Disminuye la nómina
pagando bajos salarios, de tal manera que ahorra en impuestos, retenciones,
INFONAVIT, Seguro Social, impuesto sobre la nómina, etc., todo a costa del
bienestar del trabajador que ahora cotiza hasta para el ahorro para el retiro
con valor menor.
Los empresarios deben darse cuenta,
que su mejor inversión son sus empleados, leales a la marca, productivos en sus
tareas y la mejor cara de tu negocio. No son tus enemigos.
La segunda parte, los empleados.
¿Alguna vez has estado en una
fiesta y lo primero que haces es darle una propina al mesero? Consigues una
excelente atención pagada por anticipado, un buen lugar en el concierto, los
mejores productos, etc. Cuando alguien realiza un esfuerzo extra, con gusto le
ofreces una cantidad adicional como premio al servicio y, al contrario, cuando
no dejas algo más, te atienden de mala manera. Las cualidades del servicio son
muy importantes, pero sobre todo es una forma de agradecer que gracias al
cliente existe nuestro trabajo. Entonces debe ser “Primero mi calidad para
servir y, por consecuencia luego existo”.
Las empresas luchan con las dadivas
que les dan a los empleados, por ejemplo, de compras en los grandes almacenes
para que sus productos sean mejor colocados y sobresalgan sobre la competencia,
dando a cambio algún “regalo” al gerente de compras, en detrimento de la
calidad del servicio, de lo que le ofreces al cliente y de la tan mentada ética
en los negocios. El beneficio de uno, es el perjuicio de muchos. El mismo
resultado cuando los empleados trabajan mejor por una propina que por un sueldo
digno, decoroso y justo para el bienestar de él y su familia.
¿Has pensado como afecta a tus
clientes esta situación? También se ven afectados. Imagina que vas a comer a
algún restaurante y te cargan el dichoso 15% de propina en tu cuenta. De
inicio, el costo de tus alimentos fue mayor, probablemente ni siquiera lo
habías contemplado en tu gasto. El cliente paga más por lo que le ofreces y con
mucha probabilidad tenga un mal servicio de acuerdo a la propina que deja.
Te comento, no estoy en contra de
“dejar propina” en algunos servicios que recibimos, pero no estoy de acuerdo
que al final solo ganen los que generan una mayor riqueza con el trabajo de los
demás. Es mi voluntad (y mi bolsillo) dejar algo extra de acuerdo al servicio
recibido, pero no debe ser el “modos vivendis” de los trabajadores, que los
dejamos descobijados en las prestaciones sociales a los que tienen derecho
justificando que al fin y al cabo se lleva más con las propinas.
Por cierto, una amiga me llamo
tacaño por no dejar el 15 %, pero me parece que a los padres de mis alumnos no
les gustaría que yo también pidiera un “extra” por hacer bien mi trabajo.
Me gustaría leer tú opinión, puedes
escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en
Facebook: Samuel Gómez Patiño
*Director del Área 1 y
Miembro del Club Toastmasters
Ejecutivo de Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja
California
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