Tecalitlán
en la historia
*René
Chávez
Miguel
Martínez, trompetista del mariachi Vargas por varios años fue integrante de
dicha agrupación musical basado en su libro Mi vida, mis viajes y mis vivencias
transcribimos lo siguiente: Escuche de labios de Silvestre Vargas que él y su
mariachi le habían tocado al general Lázaro Cárdenas en la gira proselitista
por la región del Sur de Jalisco y tierra caliente. Cuando al cabo de mes y
medio se terminó, el general les dio las gracias, pues se tenía que ir al
norte, a Chihuahua y Coahuila, a seguir su campaña a la presidencia de la
república. Al despedirse Vargas del General Cárdenas, le dice: Señor General,
cuando llegue usted a la presidencia y sea usted presidente, no se olvide de
nosotros – refiriéndose al Mariachi Vargas de Tecalitlán.
-Maestro
Vargas, Dios quiera que llegue. Mire Tengo una mente fotográfica. Sé quién me
ha dado la mano y yo sabré recompensar. ya verá. – Se subió al tren el general Cárdenas,
y “adiós”.
En su
relato, Silvestre Vargas nos dijo que la situación en la provincia estaba muy
dura cuando su padre dirigía el grupo. Si acaso, un trabajo les caía los fines
d semana y a veces nada.
Algunas
veces se recurría al trueque, que consistía en lo siguiente: llegaban de un
pueblo o rancho a contratar al mariachi, pues digamos una boda, mínimo diez
horas, o fiesta de un pueblo, mínimo doce, o inclusive hasta por día o semanas
enteras, pero él o los clientes le decían: “te damos veinte pesos, y lo demás
seis gallinas, un cerdo, dos borregos, o dos costales de maíz o uno de frijol,
trigo y hasta un bote de manteca”, según lo que el cliente ofreciera y lo que
convinieran . Así se trabajaba, porque dinero nomás no había.
El
grupo se repartía equitativamente tanto el poco dinero como los artículos
comestibles, y hasta fue la manera de trabajar de ese tiempo, según Vargas, en
una ocasión, en la Purísima una comunidad cercas al poblado de Tecalitlán al
finalizar la zafra, un amigo le había dicho:
-Silvestre
la semana entrante se casa mi hija, tócame cinco horas y les pago con un costal
de ciento veinte kilos de azúcar.
-Pos,
¡ai vamos!
Así
que cuando los contrataron para acompañar por Jalisco y Colima al candidato don
Lázaro Cárdenas tata Lázaro como dicen en Michoacán todavía hasta hoy, los
contrataron por un mes y medio a razón de dos pesos diarios a cada uno. ¡Se
dieron de santos! pues si un obrero ganaba cuatro pesos a la semana, en el
campo un labrador ganaba tres, pero que a veces solo los ocupaban tres días,
eso sí de cinco de la mañana a cinco de la tarde. Así que como decía don Gaspar
Vargas, padre del maestro Vargas, ese trabajo de acompañar en su gira al
general Cárdenas por un mes y medio fue un aliviane del cielo.
Gana
el General Lázaro Cárdenas la presidencia de la república y es un holgorio en
toda la república. Por fin se le hizo al pueblo, no se las hicieron tablas.
Llega el mariachi Vargas a México, pero ahora para llegar a ver al señor
presidente era lo bueno. se le ocurre a Silvestre Vargas ir a la residencia de
los Pinos, lugar donde despacha el presidente aparte del palacio nacional, y
con tan buena suerte que, a la entrada, estaba de turno un coronel que de
inmediato reconoció a al maestro Silvestre Vargas y a su papa Gaspar. Pues este
coronel, que no recuerdo su nombre, era quien les pagaba el sueldo de cada
semana en Jalisco, en la campaña del general Cárdenas y en mes y medio se
conocieron bien. El coronel dice: -Espere aquí, lo voy anunciar.
Regresa
el coronel y le dice:
-Maestro
Vargas, como ve, el Señor presidente acaba de tomar posesión. esta demasiado
ocupado, pero me recomendó atenderlo a usted. así que déjeme su dirección y yo
les avisare lo que haya.
El
maestro Silvestre Vargas y su papa salieron muy descorazonados, casi sin
hablar. Que Silvestre en su interior se dijo: “¡esto ya valió un camote! tenía
que ser, ya que están arriba … “se regresaron muy desilusionados para la casa
donde se hospedaban en la calle del Doctor Liceaga, en la colonia doctores”. A
los compañeros no les dijo nada, pero por la mañana del otro día les tuvo que
decir como estaban las cosas. La reacción de unos fue la misma: “esto ya valió…”
Sin embargo, Vargas no se daba por vencido, ¿pero cuánto tiempo tuvo que
esperar para que los llamaran de la presidencia? ¿Qué pasa si se les olvida?
Sin trabajo, sin entrada de dinero. Ya estaba muy bajo el nivel de lo poco que
traían. Un mes y no se ve no se oye nada. ¿Volveré de nuevo a los pinos? “no,
¡no puede ser que el presidente Cárdenas nos deje en el desamparo ¡todo esto y
más lo repetía en su mene Silvestre Vargas!, pero compañeros del grupo ya
estaban pensando en su regreso a Tecalitlán. Paso una semana más de espera, y
nada.
Pero
al otro día, como a las Díez de la mañana, se para un jeep del ejercito a la puerta
de la vecindad donde Vivian los ocho integrantes del mariachi Vargas. Era nada
más menos que el coronel que había atendido al maestro Vargas en los pinos. Le
pregunta a Vargas:
-¿Dónde
están los demás? En ese momento, por órdenes directas del señor presidente, van
a ser dados de alta en la jefatura de policía, y me comisionó para que los
lleve y les ayude en todos los tramites, y para darle el informe hoy mismo al
presidente Cárdenas que a sus órdenes están cumplidas.
Ese
mismo día todos fueron dados de alta como policías y mariachi oficial de la
jefatura de policía. El maestro Vargas quedo como sargento primero y otro
compañero, como sargento segundo. Como la jefatura del departamento del
Distrito Federal, les daba al año dos trajes de charro con sarapes, sombreros,
en fin todo. Hacían servicio de tocar en actos oficiales, dar serenatas en la
alameda de Santa María de la Rivera, convivios de altos jefes, etc.
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