José Luis Vivar
El Volcán/Guzmán
En la
FIL es el lugar donde es posible encontrar a quien tiene relación o se dedica a
las letras. Por eso en el stand de la editorial Arlequín nos encontramos con el
escritor Ricardo Sigala, quien se encuentra de plácemes por la publicación de
un nuevo libro, cuyo título refiere más de lo que la imaginación puede suponer.
JLV: ¿De
qué trata Extraño Oficio?
RS: Es
un libro de ensayos.
JLV:
¿De ensayos? Pero tú eres más bien…
RS:
Narrador, exactamente. Y no eres el primero que me lo dice. Mucha gente me ha
cuestionado, ¿cómo ensayos? Si me asocian como narrador y también un poco como
poeta, aunque no había publicado un libro de poesía, aunque mis textos
narrativos tienden a ser poéticos. Y yo digo que es una percepción de los
libros publicados previamente, pero en realidad el género que más he practicado
es el ensayo, desde que era muy joven por razones académicas, y por el gusto de
compartir lecturas; de escribir el hallazgo, tanto en la literatura como en la
vida. Entonces Extraño Oficio es una
suma de ensayos que fueron escritos sobre pedido, para alguna revista, un
libro. Otros son perfiles de escritores que me solicitaron como por ejemplo la
Cátedra Julio Cortázar, la Cátedra Primo Levi, o la Casa Arreola. Son textos
que se fueron generando durante muchos años y que al estarlos releyendo me
encuentro con que hay coincidencias. De ahí que las coincidencias de Extraño Oficio es que prácticamente
todos los textos hablan sobre el oficio de escribir, o sobre escritores. El Extraño Oficio es justamente eso: el de
escribir, el de leer. Pero, además, en la parte final del libro hablo de otros
placeres aparte de los ya mencionados, que son los placeres de la cocina y de
la música.
JLV: Es
un libro bastante bien equilibrado.
RS: Sí,
pero todos tienen que ver con este Extraño
Oficio que es la percepción estética, la escritura, la lectura, o bien otro
tipo de experiencias.
JLV:
Hay algo que me gustaría que nos dijeras, después de muchos años de escritor,
¿en cuál género literario te sientes más gusto?
RS:
Mira, eso de los géneros es un asunto que me hizo sentir conflictuado, porque
yo entiendo que los géneros son categorías que establece por una parte la
Academia para estudiar con más facilidad, para enseñar, y por razones de
mercado, los géneros tienen esa función. A mí me gusta poner en crisis al
lector, porque puedes recordar mis libros de narrativa son bien ensayísticos,
son muy tendientes a la poesía también, e incluso en algunos momentos se
enlazan con el periodismo, con la crónica. Igual, en un libro de poesía que yo
escribí tiene esa misma condición, procuro utilizar menos recursos
tradicionalmente poéticos, para poner en conflicto el género mismo. Por
supuesto en los ensayos de Extraño Oficio
también me gusta incluir lenguaje que tenga un compromiso estético, no
solamente informativo. El ensayo es un género literario que acepta muchas
aportaciones de todos los demás.
JLV:
Por último, una de las tendencias en Europa más comentadas es la autoficción.
¿Qué tanto de Autoficción en ti, como poeta, como narrador? ¿O te desprendes de
Ricardo, y es el otro el que el que habla, el que cuenta?
RS:
Siempre hay una presencia casi siempre inconsciente del sujeto que escribe,
pero no es una pretensión, tampoco es un proyecto mío de autoficción. En algún
momento he pensado que podría escribir un libro de esa naturaleza, aunque
desconfío del escritor como portador de una verdad o de un mensaje universal.
Yo pienso que es muy justificable con un líder ideológico, con un sacerdote, un
político, pero pienso que un escritor no tiene certezas, más bien queremos
comprender las cosas. Y escribir es indagar en las preguntas que estamos
haciendo constantemente, pero no para simplificar respuestas, sino para
entender la realidad. En ese sentido yo como individuo, como ciudadano tendría
poco peso dentro de mi literatura, a menos que ese yo de autoficción fuese
alguien con muchas limitaciones, esa ficcionalización del Yo, donde justamente
juega ese papel de que yo no sé y quiero saber.
JLV: Te
hacía esta observación, porque muchos de esos autores del Viejo Continente han
estado publicando bajo esa tendencia.
RS: Sí,
lo sé. Pero, la literatura de autoficción no suele dar buenos resultados. A
pesar de todo, hay excepciones. Sin embargo, vivimos en una época donde el Yo
está muy sobrevalorado, derivado quizás de las redes sociales, pero yo insisto
que el individuo es importante en la medida que forma parte de una comunidad,
de un todo, y no como ese sujeto megalómano, narcisista; por ahí no. Si la
autoficción sirve para eliminarlas, y al mismo tiempo borrar esa autoridad del
Yo del escritor me encanta, y sucede en algunas ocasiones. Si la autoficción
sirve como un estrado donde va a subirse el escritor para pontificar como un
prócer, ahí ya no funciona y creo que se equivocó de tribuna. Por otra parte,
se trata de modas. Esto de la autoficción se empezó a teorizar hace pocas
décadas y ahora hay un boom comercial, como si fuese una novedad, cuando en
realidad muchos autores ya lo habían hecho, por ejemplo: Dante Alighieri, don
Miguel de Cervantes, Jorge Luis Borges. Es decir, se trata de una novedad que
tiene siglos de antigüedad. ¡Por favor! Que no nos vengan a engañar con eso.
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