Un
momento por favor
J.
Jesús Juárez Martín/Tey Martínez
Se
define milagro como el fenómeno que supera el poder humano y la suspensión de
las leyes naturales y que se atribuyen a poderes o voluntades sobrenaturales.
Sí, es cierto que hablar de un milagro siempre evoca sucesos majestuosos,
impresionantes y resulta casi imposible pensar, imaginar que una misma podría
llegar a experimentar alguno, y aún más fascinante protagonizarlo, darle cabida
y llevarlo a feliz término, porque la maternidad es algo más que un milagro, es
un largo proceso de la procreación
destinado a las mujeres que lo aceptan por lealtad a la humanidad y
enaltecer al Creador de los humanos,
inserto en nuestra naturaleza y hasta se puede propiciar por la ciencia cuando
hay algunos trastornos de salud.
Estoy
convencida de que yo he vivido esa realidad superior a un milagro, porque un
milagro se sucede, pero no continúa un proceso de vida continuo. Saber que
dentro de mí se creaba vida, sentirla y hasta empezar a amarla superaba
cualquier poder conocido por mí hasta ese momento.
Después
el saberme la fuente principal de todo lo que esta vida en proceso de formación
necesitaba de mi aceptación y cuidados, era, fue inconcebible.
Llegó
el momento de amamantar lo que deseé, parecía imaginación sin embargo era ser
nacido de mí, de tomar en mis brazos esa vida de integra esencia humana, esa
majestuosidad, se presentaba como un ser pequeño indefenso, frágil, dependiente
de mi amor, mi cuidado, y todo de mí. Entonces me comprendí renovada, mi ser se
transformó en nueva persona sin perder mi esencia de siempre, cumpliendo una
vocación. Algo diferente. Con nuevas habilidades, más aptitudes con los
sentidos renovados, agudizados, cada uno de ellos. Con una fuerza, que desconocía,
y ya poseía. Con miedos, sí, muchos.
Pero también con el anhelo interno de dar, compartir todo lo que tenía, así doliera, por este
milagro y supremo de vida que me revistió de nueva fuerza sobrenatural para crear
y ser la madre con la capacidad de amar,
conducir, cuidar pero sobre todo de amar como nunca, lo deseaba, y
cuando fue una realidad, caí de rodillas ante el poderoso Jehová y agradecí
infinitamente y luego, llegó Ana Ruth y veo su desarrollo, sabiendo que son
criaturas que por mí llegaron con una misión en este difícil mundo , son
testimonio de poder y de amor, su msión ya la afrontarán en su momento…
Pasa
la vivencia y los años, el milagro no termina tiene actualidad, es vida. Siguen
pasando cosas que asombran, maravillan. No se comprende cómo se logran hacer
ciertas cosas. Te asombras cómo esa personita diminuta puede enseñarte tanto.
Cómo angustia tanto un malestar, una fiebre. Y cuando todo pasa, vuelve la
ilusión renovada, la tranquilidad. Cómo se logra hacer tanto con un sueño de
dos horas. ¿Cómo después de tantos años de vida, nunca habías sentido la
emoción singular de un beso infantil, caricia única? Pretendes voltear el mundo
cuando lo escuchas reír, balbucear. Sin voz ni palabras cuando escuchas por
primera vez porqué te llama: Mamá.
Todo
esto es milagro de la vida, o la vida milagrosa. Única con distinta versión,
pero siempre diferente, fascinante renovando la vida... Por eso a ti mamá en
espera, disfruta con intensidad ese milagro que vives con él que arribará y viviendo
está. Confía en tus instintos maternales y las señales recibidas, son tu guía
que fortalece tu singular misión. Portadora y guardiana de la nueva vida que de
ti brota. Confía en la compañía en faceta de papá. Recibe su alegría y
esfuerzos solidarios de apoyo. Disfruta hasta el fugaz tiempo que vives, espera
como señal de caricia divina, el inminente arribo del fruto e tu cariño que ya
tomarás en brazos lo más hermoso que hayas recibido jamás…
Post
data. Hace poco tiempo la autora del texto que usted leyó, por alguna razón me
conoció y hasta consideró que podría mejorar su carta para la amiga que
esperaba su primer hijo, no corregí su narrativa, tal vez la puntuación y definición
de párrafos. Me complace publicar su carta testimonial, vivencia intensa cuando
se discute el derecho personal interrumpir la nueva vida, porque se aloja en su
cuerpo. Gracias Esther.
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