Alan
Arenas
A mí me
encanta la pintura, tal vez porque no tengo la habilidad para realizarla, pero
admiro el trabajo de quienes la realizan. Aunque es importante señalar que soy
un neófito del tema y mis opiniones, dirían la expresión taurina “soy un
villamelón”; sin embargo, mi apreciación va desde mi licencia de espectador.
Durante mi búsqueda y aprender más
sobre este tipo de arte me encontré a una mujer que me pareció espectacular su
trabajo y orgullosamente jalisciense -Nació en San Juan de los Lagos, Jalisco,
un 30 de octubre de 1902. Me refiero a María Izquierdo.
La pintura de Izquierdo es
impactante, llena de color, de mexicanismo y la mujer como parte fundamental de
su obra. Aunque su obra en la actualidad ha sido “rescatada” y se le ha dado el
valor, aun no es suficiente. Sigue opacada por el marketing de la sobrevalorada
pintura de Frida Kahlo.
Cuando hablamos de María Izquierdo
(María Cenobia Izquierdo Gutiérrez) es hablar de lucha, de expresión y de
búsqueda de una interiorización metafórica del feminismo y la mujer de la
época; sobre todo de la identidad mexicana. Cuando el poeta Antonin Artaud
visitó México se refirió a la obra de Izquierdo como “Incuestionablemente María
Izquierdo está en comunicación con las verdaderas fuerzas del alma india”.
A pesar de estar en cercanía con los
intelectuales de su época a principios del siglo XX, entre ellos Alfaro
Siqueiros, Diego Rivera, y de ser alabada por sus obras, cuando se le encomendó
la realización de algunos murales en Palacio de Gobierno del Distrito Federal,
los mismos que la alagaron le dieron la espalda e incluso la boicotearon.
Hicieron todo lo posible para descalificar su
trabajo la justificación de “la falta de experiencia en el tema del muralismo”.
Aunque María Izquierdo ya había firmado el contrato con el entonces Javier Rojo
Gómez, jefe del Departamento del Distrito Federal para pintar 154.86 metros
cuadrados debido a esta campaña fue cancelado dejando el trabajo a los
muralistas de influencia en ese momento.
No obstante, de los nueve bocetos que
componían el proyecto, María pinta sólo dos tableros transportables: La música
(2.50 x 1.73) y La tragedia (2.40 x 1.70). ''Hice estos muros para demostrar
que soy capaz de pintar al fresco y con proporciones monumentales, y que se me
trató injustamente al rescindir mi contrato'', declaró María a la prensa. Dichos
tableros fueron guardados por mucho tiempo, y después de un peregrinar de
espacios en la actualidad se pueden apreciar en la Sala de Actos de la Facultad
de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Sin
embargo, este tropiezo en su carrera no la detuvo para ser la primera mujer
mexicana en exponer en Nueva York en el Arts Center Gallery, en 1930; lugar
donde mostró todo el nivel que tenía, su preparación en Bellas Artes y el aprendizaje
directo o indirecto de su pareja sentimental Alfaro Siqueiros. Ese mismo año En ese mismo año, la American
Federation of Arts presentó, en el Metropolitan Museum of Art, una exposición
de arte popular y pintura mexicana que incluyó obras de Rufino Tamayo, María
Izquierdo, Diego Rivera y Agustín Lazo, entre otros.
En
el ámbito social, ella siempre lucho por la igualdad de las mujeres en el mundo
artístico; incluso formó parte de un grupo contra fascista, coordinó Carteles
Revolucionarios Femeninos para Bellas Artes; en sus pinturas muestra los
silencios, la melancolía y la lucha de las mujeres como en la obra Heroínas.
Izquierdo, meses antes de morir declaró: “es un delito ser mujer y tener
talento”.
María
Izquierdo sufre una grave enfermedad en 1948 que le provoca la parálisis
parcial de su cuerpo y pérdida del habla. Debido a esta misma enfermedad
fallece en 1955. Sin embargo, su lucha sigue en pie y después de muchos años se
le da valor a su gran trabajo artístico.
Es
interesante darse un recorrido por las pinturas de María Izquierdo, en ellas
encontraremos la voz femenina de la época posrevolucionaria y las voces que
fueron silenciadas.
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