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martes, 12 de noviembre de 2019

El agua y el valle de Zapotlán






Gilberto Moreno

Mientras haya agua en el valle de Zapotlán, sus habitantes, su comercio y sus actividades agrícolas seguirán floreciendo y dando sus frutos: para el estado, para México y para el mundo.

Si debido a la sobreexplotación agrícola, a la irresponsabilidad privada y gubernamental, a la falta de planeación y a la ignorancia colectiva, el agua se termina en el valle de Zapotlán, habremos destruido nuestro futuro como sociedad y centro productivo regional. Sin agua, las empresas agrícolas se irán aún más rápido de cómo llegaron y Ciudad Guzmán se convertirá en una ciudad anémica con una profunda crisis ecológica, social, económica y política. Será un pueblo sin agua, sin empleos, sin empresas; solamente caos y sequía.




Dice la sabiduría popular que “después de ahogado el niño, a tapar el pozo”, pero ¿por qué esperarnos a un resultado trágico que se puede evitar? ¿Por qué tomar riesgos innecesarios, irresponsables y que hipotequen el futuro de todos?

También se dice que el hubiera no existe. Lo cual es completamente falso, el hubiera sí existe: es lo que hacemos o dejamos de hacer hoy para que el futuro sea mejor. El hubiera es esa realidad alterna que buscamos o le damos la espalda. Es consecuencia de lo que decidimos hacer hoy.

Y hoy, (no dentro de cinco, diez o quince años), debemos estar muy atentos y defender el interés de todos los zapotlenses. No se vale simplemente suponer que no habrá problemas y que todo está bajo control. De ser así, ¿por qué es un secreto a voces que hay escasez de agua?, ¿por qué cada vez hay que perforar a mayor profundidad para encontrar el agua?, ¿de verdad queremos cruzarnos de brazos y esperar a que la árida realidad nos pase una factura que no podemos pagar? Si hemos de excedernos en nuestras acciones, ¿no es mejor excedernos en el monitoreo responsable a excedernos en la explotación irresponsable?

En el Diario Oficial de la Federación (DOF, 04/01/2018) se reportó que la disponibilidad media anual, actualizada hasta el 31 de diciembre de 2015, presenta un faltante de 26.9 millones de metros cúbicos por año para el acuífero de Cd. Guzmán (Región VIII Lerma Santiago Pacífico, Jalisco, clave 1406).

Ahí mismo también se indica que la recarga media anual es de 266.1 millones de m3, que la descarga natural comprometida es de 16.0 millones de m3, están concesionados 271.1 millones de m3 y 5.9 millones de m3 aún están pendientes de registrarse. O sea, se reciben 266.1, pero se consumen 293 millones de metros cúbicos por año.

¿Por qué razón un déficit del 10% de la recarga anual no merece nuestra atención y escrutinio? ¿Desde qué perspectiva ganar 100 pesos al mes, pero gastar 110 pesos cada mes es algo sustentable o recomendable? ¿Qué se hará cuando se acaben los mantos acuíferos? ¿Qué se hará cuando ya no haya ahorros ni dinero en el banco?

Si un productor agrícola no tiene suficiente agua, antes que moderar su producción, perforará un pozo más profundo. Y si por alguna extraña razón, sin mediar regulación, ni supervisión externa, adecúa su producción con criterios de sustentabilidad y responsabilidad social por iniciativa propia, nada garantiza que los vecinos, que explotan el mismo manto acuífero, se comporten de forma tan ejemplar y responsable.




Tampoco es previsible que las empresas productoras expresen abiertamente “su preocupación por la falta de agua”. De hacerlo, lo lógico sería una invitación oficial a bajar la producción y una mayor supervisión para diagnosticar el problema. Algo que obviamente preferirían no incluir en su plan de negocios. “Calladitos se ven más bonitos”, y les resulta más redituable en el corto plazo.

Desgraciadamente, las autoridades federales, estatales, municipales y los centros académicos son expertos en hacer “autopsias” y asignar responsabilidades después que pasan los problemas, pero no tanto en tomar la iniciativa y prevenir que estos sucedan. Menos aun si no hay interés y presión por parte de la sociedad. El gobierno y la academia siempre están demasiado ocupados con ríos de urgencias efímeras (políticas, presupuestales, organizativas) como para atender con seriedad los problemas importantes de fondo.

Otra parte del problema es que no se trata simplemente de distinguir el blanco del negro. Ninguno de los extremos es solución: ni restringir todos los permisos, ni renunciar a todo tipo de control. La solución es encontrar el tono de gris adecuado. Una persona puede donar sangre cada cierto tiempo, pero no se puede quedar sin sangre. Se pueden explotar los mantos acuíferos, pero no se deben agotar, año con año estos deben regenerarse.

Las berries y los aguacates son un ingreso muy importante para todo el municipio. Pero al vender estos productos también estamos vendiendo nuestra agua “envasada” en cada berrie´s y en cada aguacate y en su proceso de producción.

El problema no es simple, pero tampoco imposible. Si no es posible tener un balance diario, semanal o mensual del agua en el Valle de Zapotlán, por lo menos sí deberíamos de tener un registro completo de cada semestre o de cada año. ¿Cuánta agua tenemos?, ¿cuánta agua podemos usar?, ¿cuánto tardan en regenerarse los mantos acuíferos?, ¿cuánta agua están consumiendo los invernaderos y los aguacateros?, ¿cuánta agua nos queda?, ¿cuánto tiempo tenemos? ¿Hay Zapotlán el Grande para rato?, ¿o la avaricia y la negligencia lo convertirán irremediablemente en Zapotlán el Seco?


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