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martes, 1 de octubre de 2019

Sully








Samuel Gómez Patiño



Hay historias que te estremecen y está en particular, además me enseña la gran diferencia entre la inteligencia artificial y la conciencia humana.

La historia se desarrolla en la ciudad de Nueva York, con la actuación estelar de Tom Hanks como el capitán del vuelo, Chesley “Sully” Sullenberger y Aarón Eckhart como el copiloto Jeff Skiles y dirigida por Clint Eastwood y estrenada en el año 2016 en México.

Los acontecimientos son del 15 de enero de 2009, cuando el vuelo 1549 de US Airways iniciaba su despegue del aeropuerto de La Guardia al aeropuerto internacional de Charlotte Douglas y a tres minutos de vuelo el Airbus A320 golpea una parvada de gansos canadienses, desactivando ambos motores. El capitán al reportar a la torre de control recibe las ordenes de regresar para un aterrizaje de emergencia en uno de dos aeropuertos cercanos, pero su experiencia e instinto lo hacen tomar la decisión de amerizar la nave en el Río Hudson, calculando que con la potencia y altitud no llegarían a ninguno de ellos, así evitaba estrellar el avión con los 155 pasajeros en la ciudad.

La trama principal se desarrolla cuando las autoridades de la Junta Nacional de Seguridad realizan simulaciones con computadoras para demostrar que, si hubiera regresado a los aeropuertos sugeridos, no hubiera puesto en riesgo a los pasajeros de su vuelo. Lo tratan como un error humano ya que consideran que uno de las turbinas seguía funcionando lo que le daba tiempo, velocidad y altura para regresar sano y salvo.

Para los pasajeros, tripulación y la comunidad en general lo ven como un héroe, respetado por la hazaña de salvar la vida de las personas, pero las autoridades no pueden creer que esa decisión era su única opción, confían en que la investigación demostrará que Sully tenía otra mejor que no arriesgaba la vida de él mismo y los viajeros. El también empieza a dudar de haber tomado la decisión correcta y sabe que de declararlo como un error humano, su carrera terminaría.

En la audiencia final, muestran públicamente las simulaciones hechas con pilotos expertos que demuestran que de haber seguido las instrucciones hubiera llevado el avión a salvo a cualquiera de los puertos sugeridos. Las simulaciones echas en la computadora y con pilotos reales sugieren que el capitán se equivocó y tomo una opción que arriesgaba innecesariamente a la tripulación y los pasajeros, pero Sully realiza una pregunta clave:

-¿Cuantas veces practicaron los pilotos de la simulación, el evento antes de grabar la información para presentarla?

El piloto y el capitán alegaban que el accidente se dio de manera inédita, esto es, nadie tenía la experiencia para haber tomado la opción finalmente elegida. Ni Sully ni Skiles la habían vivido y mucho menos estaba en algún manual de seguridad. La simulación les daba a los pilotos la información del evento con anticipación y la practicaron 17 veces antes de aterrizar con éxito sus aviones, no vivieron esta experiencia aterradora.

35 segundos separaba la simulación de la verdad, por lo que el Capitán Chesley “Sully” Sullenberger le solicita a la Junta que realicen otra vez la simulación pero que tomen en cuenta el tiempo de reacción entre el incidente inicial (el golpe de la parvada de aves) y la toma de decisión tanto de ellos como la torre de control según los protocolos existentes. En los dos casos, la simulación termina, uno estrellándose en la pista ya que no llega y el otro en los edificios que se encuentra en el camino.

Bien dirigida y documentada, te recomiendo que veas la película o leas el libro “Highest Duty” de Chesley Sullenberger y Jeffrey Skiles.

Esta historia de la vida real, nos trae otra vez la disyuntiva sobre la inteligencia artificial y la conciencia humana. ¿En realidad estamos preparados para confiar totalmente en ser sustituidos por la IA? Sigo pensando que la experiencia pero sobre todo las emociones que sentimos los humanos, hacen que tomemos decisiones difíciles pero consientes, Sully no calculo en porcentajes cuantos probablemente morirían en el accidente, no calculo si era un riesgo alto o pequeño, siguió su experiencia de varias décadas volando y su instinto de no seguir los protocolos determinados para un accidente, simplemente concluyo que la mejor opción para que las personas que estaban en sus manos no fallecieran ese día estaba en el Río Hudson. Por cierto, al recuperar el segundo motor se demostró que no podía estar activo al momento del accidente.

La próxima semana: La economía circular.


            Me gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño

*Director del Área 1 y
Vice Presidente de membresías del Club Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja California

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