Un
momento por favor
J.
Jesús Juárez Martín
El
tiempo no detiene su marcha y los años transcurren alegremente dando lugar a la
vida de quienes la disfrutamos o sufrimos, porque gozosa en sí, sobrevivir
tiene un precio, en ocasiones, doloroso vivir y difícil para lograr los
objetivos de la convivencia grata, enriquecedora.
En
esta Región Sur de Jalisco, esperamos el mes de octubre con entusiasmo, porque
se viven con intensidad las fiestas en honor al Sr. San José de Zapotlán, se inicia fuerte la celebración desde el
domingo cuarto de septiembre con el
anuncio gozoso de las cercanas fiestas juramentadas desde 1749 y ratificadas
cada día 22 de octubre en especial en 1806, año de otro intenso temblor el 25
de marzo cuando se derrumbaron las diferentes bóvedas del templo parroquial, que
se ubicaba en parte del jardín y del actual templo del Sagrario, quedando sólo dos
partes de techo sin derrumbarse, el que cubría a la escultura de San José y el
del Fraile, predicador de los ejercicios espirituales al que asistían los
fieles llenando el templo; recordamos finalmente de 1985, el temblor que dejó daños en la mitad de casas en esta
ciudad y muchos muertos el 19 de septiembre. El templo parroquial y desde 1972
Catedral en esta Diócesis de Ciudad Guzmán; es centro de fe Josefina y a la Sagrada
Familia.
El
día 6 por la tarde de cada octubre, llega a Catedral el enroso para las
puertas, como ofrenda floral del pueblo a la Virgen del Rosario, esposa de San
José en Nazaret y la Iglesia católica,
celebra el 7 de octubre la
fiesta de la Bienaventurada Virgen María del Santísimo Rosario. En el siglo XVI, San Pío V instauró
en este día y mes, aniversario de la victoria en la Batalla de Lepanto, donde las fuerzas cristianas
derrotaron a los turcos que pretendían invadir Europa, la victoria, se le
agradece a la Virgen el desenlace de victoria, llamándola Nuestra Señora de las
Victorias; además, se agregó a la letanía de la Virgen el título de: Auxilio de
los Cristianos. Son los antecedentes de estas fiestas Josefinas y Juramentadas.
Concretamente
se programan las actividades que incluyen mañanitas, peregrinaciones,
Eucaristías, rosarios con predicación, serenatas quema de castillos y
patrocinadores, orden de las peregrinaciones y quienes peregrinan, quienes
cultivan la flor, lugar del tejido de los enrosos de cempasúchil...
El
solemne novenario termina el día 22, pero el día 23, es de verdad apoteótico,
la población se vuelca a las calles para ser testigo de la marcha triunfal de
la Sagrada Familia, ser actores de los vivas a las sagradas imágenes, las
explosiones, los remolinos de aplausos que se prenden como ristra de cohetes
con estruendo de dicha colectiva, de un pueblo bendecido por la tradición y la
fe al Santísimo Patriarca María y Jesús,
precedidos por contingentes que rinden tributo
con alegres sones que danzan frenéticamente sus sones tradicionales en
los más de 30 grupos de sonajeros y danzantes, que vienen intercalados
entre los carros alegóricos de un recorrido lento de paso poco más de dos
kilómetros, el lugar culminante de este desfile de carros alegóricos es pasar
frente a Catedral donde Su Excelencia, Obispo de esta Diócesis Sr. Oscar
Armando, preside con otros dignatarios eclesiásticos, el paso de los contingentes.
Regresan al lugar de inicio, en el Santuario, bajan las imágenes del Trono y en
los hombros son llevadas ese día 23 al atardecer a casa de la Mayordomía, donde
los fieles visitan la Familia singular de Zapotlán por la noche, porque ahí pernoctan las Imágenes, a la mañana siguiente en
esa casa o en la calle se celebra la Eucaristía, para luego regresar a Catedral
a los venerados visitantes, con el acompañamiento de Banda de Guerra,
cuadrillas de sonajeros, los cargadores, muy cercanos a todos los movimientos
de las Imágenes. En Catedral se oficia la Misa de regreso a las 12 horas y a
Dios gracias. Terminan las fiestas de
este año.
Por
la noche se busca por sorteo el o los nuevos Mayordomos de las fiestas del años
2020, entre quienes se inscribirán y se sortean los números adquiridos, el último
número en sacarse de la urna, será el afortunado y desde ese momento hay Mayordomo
para que la tradición y fiestas josefinas continúen.
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