Cine
sin Memoria
José
Luis Vivar
Hay
películas que tienen la mala fortuna de estrenarse en el momento justo que otra
ya se estrenó y con la misma temática. ¿Malas coincidencias? Tal vez, porque eso
es justamente lo que le sucedió a El Piso Trece (The Thirteenth
Floor, 1999, Josef Rusnaak), la cual apareció en carteleras el 28 de mayo
de hace veinte años. En tanto, quien la eclipsó de forma contundente fue la
aclamada y multipremiada Matrix (The Matrix, 1999, hermanas Wachowski),
con fecha de estreno 31 de marzo de ese mismo año.
¿Qué es lo que tienen en común ambas
cintas? Además de pertenecer al género de la Ciencia Ficción, lo que las une es
la realidad virtual. Esa circunstancia que es simulacro de la existencia
humana. Ambas historias establecen en su línea argumental que todo lo que se
considera real no existe, es una ilusión; y además es controlado por una
poderosa maquinaria -llamarla computadora sería muy limitado-, y esclaviza o
mantiene el control de los seres vivos.
Hasta ahí pareciera que se trata de
lo mismo, no obstante, el manejo del desarrollo de la trama es lo que hace a El
Piso Trece una película extraordinaria, a la cual sus productores
(Centropolis Entertaiment) y distribuidores (Columbia Pictures) no supieron
darle el presupuesto y el casting adecuado.
En cuanto producción, Matrix
sobresale por la inmensa cantidad de efectos especiales, la diversidad de
escenarios, el sonido y los gráficos que llamaron poderosamente la atención. Si
bien se trata de una película de mucha acción, no se descuida el contenido
reflexivo de los personajes que se confrontan con las máquinas.
El Piso Trece lleva un ritmo
más sosegado, y no hay tanta violencia visual, pero sus escenas están bien
logradas. Los colores sepia que imprimen a la ciudad angelina en la época en
que se desarrolla son acertadas, lo mismo los vehículos y detalles que van
desde la forma de vestir cotidiana, hasta los periódicos y anuncios, la hacen
muy real; lo mismo pasa con el horizonte que establece los límites de la
ilusión en que viven. Impresionante. Pero, aun así, daba para más.
En cuanto al reparto, con las
excepciones del camaleónico y extraordinario Vincent D’Onofrio, así como Dennis
Haysbert y Armin Muller Stahl, la película tuvo a dos completos desconocidos y
nada carismáticos en los roles principales: Graig Bierko y Gretchen Mol. Y si
bien es cierto que la pareja cumple con sus interpretaciones, la verdad que al
final uno se da cuenta que no fueron los adecuados, olvidando que en las
marquesinas lo más atractivo son los nombres de los protagonistas.
Por lo que respecta a Matrix,
cuidaron más ese aspecto, y al ver anunciados los nombres de Kenau Reeves,
Laurence Fishburne, Hugo Weaning y Carrrie Ann-Moss, nadie tuvo dudas al
momento de comprar su boleto de entrada.
Pero volviendo a El Piso Trece,
su mayor mérito es que se trata de un Thriller. Solo hasta que han pasado
varios minutos nos percatamos de detrás de esa cortina de misterio hay una
máquina que controla y manipula a quienes viven dentro de ella.
La historia arranca en Los Ángeles,
California, en el año 1937 en un lujoso cabaret. Un anciano llamado Hannon
Fuller descubre algo extraño, y por esa razón le deja un mensaje escrito con el
barman a su amigo y discípulo Douglas Hall. Luego, un taxi lo lleva a su casa,
donde después de cambiarse se acuesta al lado de su esposa, y entonces en sus
ojos se encienden unas luces. Ahí es donde nos damos cuenta que todo ese mundo
es una simulación, y aquellos que acceden a dicho escenario utilizan a
ciudadanos en particular como sus avatares. Así, Hannon regresa al año 1999,
apareciendo en un salón donde se observa una máquina de inmensas dimensiones y
comprendemos que es un mundo dentro de otro mundo. El problema es que el anciano, a pesar de
haber dejado el mensaje, se cita con Hall en un bar, y cuando éste lo va a
buscar, lo encuentra asesinado.
Hall recurre a la máquina que se
halla precisamente en el piso trece de un edificio. De inmediato se traslada a
Los Ángeles, con la intención de averiguar si puede hallar algo de Fuller,
quien era el director del proyecto de realidad virtual. Una serie de
acontecimientos nos hacen ver que el barman ha descubierto que el mundo que él
conoce como tal no existe, que es producto de una serie de circuitos y
pulsaciones eléctricas que lo hacen salir y conocer el sitio desde donde
controlan lo que él conoce como vida.
Hall sospecha que su mentor no dejó
ese mensaje final por una casualidad. Debe haber algo más allá que no ha sido
capaz de comprender, y no se detendrá hasta poder descubrirlo, aunque las
consecuencias sean dolorosas cuando descubra su propia realidad.
Con un final sorprendente, El
Piso Trece fue realizada con un presupuesto de 16 millones de dólares, y
obtuvo una pobre ganancia las taquillas de apenas 18 millones. Un fracaso
porque el tema ya había sido tratado en Matrix, cuyo presupuesto fue de 300
millones de dólares y obtuvo ganancias por 463 517 383 millones de dólares.
Veinte años más tarde, Matrix
pasó a la historia por haber obtenido 4 premios Óscar tuvo dos secuelas, además
de una cinta de animación, y el proyecto de que en breve habrá una cuarta parte,
y con el mismo reparto. El Piso Trece en cambio se ha convertido en una
película de culto, en la que se le reconoce su aportación al género de la
Ciencia Ficción, mejor manejo del concepto de realidad virtual, y valorada
porque enfoca con mayor claridad el existencialismo del ser Humano relacionándolo
con el Mito de la Caverna de Platón.
Aunque en honor a la verdad jamás
se le puede comparar con Matrix, porque es un mega blockbuster; y El
Piso Trece una cinta casera, es verdad, pero sigue ganando adeptos en todo
el mundo, quienes a su vez se cuestionan una y otra vez: ¿por qué no se estrenó
antes?
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