Víctor
Hugo Prado Vázquez
Recientemente
me encontré en la revista Nexos un artículo de Rafael de Hoyos denominado El
premio Nobel de economía y la mejora educativa. De Hoyos es profesor de
economía de la educación en el ITAM. Su colaboración hace referencia a
cómo Esther Duflo, Abijit Banerjee y Michael Kremer ganadores del Premio Nobel
de Economía 2019 han realizado sólidas contribuciones al diseño de políticas
públicas basadas en evidencia para mejorar la vida de los más pobres.
Ellos
en su método de estudio e intervención, además de utilizar la teoría económica,
usan evaluaciones experimentales para identificar una relación causal. En
este tipo de evaluaciones una muestra representativa de la población objetivo
—a la que se pretende impactar mediante la intervención— es separada de manera
aleatoria en dos grupos, uno recibe la intervención y el otro no, lo cual permite
aislar el efecto de la intervención.
La
contribución de Duflo, Banerjee y Kremer en educación es muy extensa, pero se
podría resumir en dos grandes áreas: el papel de los incentivos para mejorar la
docencia y el desempeño escolar; y la importancia de adaptar el proceso de
enseñanza-aprendizaje a las necesidades de cada estudiante. Con la primera
área han demostrado que los criterios para la selección, formación y promoción
de docentes, más los incentivos para la mejora continua, son los determinantes más
importantes de la calidad de la docencia.
A
través de un experimento contrastaron dos tipos de contrataciones de
profesores: una centralizada y plagada de discrecionalidad (por dedazo digamos)
y la otra por comités escolares, con indicadores a cumplir, con contratos
anuales y cuya renovación está sujeta al desempeño.
Los
resultados muestran que entre los docentes contratados por los comités escolares
hay menos ausentismo, y, lo más importante, los alumnos aprenden más que sus
pares en escuelas con docentes contratados por la vía discrecional. La
evaluación también muestra que el empoderar al comité escolar tiene un efecto
negativo sobre el nepotismo pues reduce el porcentaje de docentes contratados
que son familiares de maestros que ya estaban en el sistema.
Afirma
De Hoyos que “las contribuciones de los ganadores del Nobel trazan el camino
para que todos aquellos interesados en el desarrollo social y económico pasen
de la superchería —la confianza en que las cosas estarán mejor porque hay buena
voluntad— a la profesionalización en el diseño, implementación y evaluación de
la política social.
Termina
señalando que “el etiquetar a una parte de la ciencia como neoliberal —o de
izquierda— nos impide alcanzar la continuidad y consolidación de las políticas
sociales. El creer que el cambio, en sí mismo, es sinónimo de mejora, sin hacer
uso de la ciencia para identificar lo que debemos preservar y lo que conviene
enmendar, limita nuestra capacidad de fortalecer al Estado, quien a final de
cuentas es el único capaz de mejorar la vida de millones que viven en pobreza”.
¿Usted qué piensa?
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