El
investigador literario Pedro Valderrama Villanueva (quien nació en Tijuana en
1973, pero se avecindó en Guadalajara desde 1994), ha hecho una labor inusitada
en nuestras letras: investigar la historia y trayectoria de las revistas
literarias que a lo largo del tiempo se han editado en la Perla de Occidente;
se ha enfocado, en particular, en las publicaciones que surgieron en el tiempo
de su arribo a Guadalajara y sobre este tópico ha escrito, entre otros libros: El perímetro de la hoja. Las revistas literarias
de Guadalajara (1991-2000); La
biblioteca de autores jaliscienses y otros estudios; Disidencia. Las publicaciones periódicas marginales de Guadalajara
(1970-1990) y La poesía disidente,
que aparecerá bajo el sello de Ediciones Arlequín en breve.
Nuestra
conversación giró en varios derroteros, sin embargo, tomó la vertiente de la
poesía tapatía de las décadas de los sesenta y setenta, cuyo valor es singular
en nuestras letras locales y nacionales.
¿Tiene (o ha tenido) Guadalajara y
Jalisco una literatura de color local?
La
literatura jalisciense, definitivamente, tiene sus matices muy particulares. Yo
lo he visto en mis estudios sobre las revistas de Jalisco. Guadalajara, a nivel
nacional, destaca en ese rubro. La ciudad no solamente ha tenido grandes
dramaturgos, poetas o narradores, sino también —durante todo el siglo XIX, XX y
hasta el presente— revistas literarias muy importantes. La literatura de
Guadalajara —o de Jalisco—, siempre se ha destacado entre las mejores del país.
¿Actualmente podemos hablar de una
literatura jalisciense?
Desde
mi punto de vista, en la actualidad no podemos hablar estrictamente de una
literatura jalisciense; desde mi perspectiva particular, cada vez más la
literatura que se escribe en Guadalajara es más cosmopolita. Hoy, los
escritores que viven aquí, que escriben desde aquí, cada vez menos hablan de su
experiencia de vivir en Jalisco o Guadalajara; yo creo que con el tiempo se ha
ido perdiendo ese matiz, los autores cada vez son mejores, y sin ya hablar
estrictamente de esos temas. Lo que sí caracteriza a Guadalajara es la elevada
calidad y el número de escritores en todos los géneros, e incluyo a los
editores, mas con un sello particular de lo tapatío o jalisciense, no los hay.
Ahora muchos autores publican ya no solamente en la entidad, sino en varias
partes del mundo.
¿Entonces no podemos hablar de una
literatura estrictamente jalisciense o tapatía ahora?
Si
hablamos de la literatura que se ha escrito en Jalisco y en Guadalajara, desde
luego que sí, pero en la actualidad no. Han cambiados las temáticas y cada uno
de los autores son muy distintos unos de otros, sus lenguajes son particulares
y variados, entonces en la actualidad es muy difícil hablar de una literatura
que tenga la estricta identidad local. Lo que sí puedo decir es que en el
asunto del género de la poesía, sobre todo a la que se escribió en la década de
los años setenta y hasta la fecha, ha tenido y mantiene una tradición muy de
aquí, muy tapatía. Y a esa tradición y a esas obras la hemos llamado Poesía disidente
y a los autores poetas disidentes. Esa generación de disidentes aparece en la
ciudad a finales de los sesenta y principio de los setenta. Los poetas de esas
generaciones son Ricardo Yáñez, Carlos Prospero, Ricardo Castillo, Enrique
Macías, Raúl Bañuelos, entre muchos otros, que dejaron una escuela y una
tradición. Yo le he llamado la Generación de Poetas Disidentes por tener
ciertas y claras características en su poesía; pero debo aclarar que no por ser
parte de esa generación los poetas repitan los vocablos y las actitudes, sino
que es una tendencia que se ha dado aquí en Guadalajara desde finales de los
sesenta y hasta nuestros días.
¿Y se podría decir que esa “poesía
disidente” tiene una correspondencia con la poesía que se escribió antes de esos
años en Guadalajara?
Sí
y no. Es difícil contestar esa pregunta, por varias razones. Me explico: lo que
sucede en los finales de los sesenta y en los setenta rompe con el lenguaje que
se venía escribiendo en Guadalajara, sin embargo es complicado hablar de un
rompimiento total, porque muchos de los poetas de esas generaciones retoman
temáticas y lenguaje e influencias literarias de sus propios maestros. Y se
puede especificar, los mentores de esas generaciones estuvieron en la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad de Guadalajara, y son Adalberto Navarro
Sánchez y Arturo Rivas Sainz, entre otros más. Esos maestros-poetas, como es
obvio, pertenecen a otras generaciones, pero los nuevos poetas que surgen hacia
finales de los sesenta y setenta son los alumnos que acuden a las aulas a tomar
sus clases y a las tertulias literarias de los maestros consagrados como poetas
en el medio literario de Guadalajara. Entonces no podemos hablar de un
rompimiento total, sino que solamente podemos hablar de que son otros momentos
en que los poetas jóvenes encuentran otro tipo de lenguaje y otra realidad. Y
hay que recordar, finalmente, que en las décadas que mencionamos hubo en todo
el mundo una revolución en cuanto a la política, la cultura, etcétera; entonces
todas esas influencias universales se filtraron en las nuevas generaciones de
poetas. Yo tengo claro que Guadalajara, durante esos años, fue punta de lanza
de este nuevo lenguaje que logró romper las estructuras y modos de la poesía
que se venía escribiendo en nuestro país. Y el poemario emblemático es, a mi
modo de ver, El pobrecito Señor X, de
Ricardo Castillo (que le publicó Ricardo Yáñez en 1976) y que se ha reimpreso
al menos cinco veces en los últimos años, algo que no suele ocurrir normalmente
ni en Guadalajara ni en México.
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