Pedro Valderrama Villanueva*
Yo
escribo ensayos para pagar una deuda
—Víctor Manuel
Pazarín
Uno de los géneros
que más escasea en el medio literario de Jalisco es el ensayo. El gusto por el
estudio y difusión de nuestros autores es una actividad reservada curiosamente
para pocos. De ninguna manera pensemos que se deba a que las musas de la crítica
o los dioses del olimpo solamente iluminan a unos cuantos dichosos y cuyos
destinos, asimismo, están encaminados a grabar su nombre en letras de oro en
las páginas de la historia de la literatura regional debido a la escasez de
estudiosos que circulan. Temo que de ninguna manera es así. El estudioso de las
letras está, por lo general, en resguardo en algún cubículo universitario y
cuyos frutos se publican en revistas académicas muchas veces ininteligibles y
libros engorrosos y soporíferos y, por si fuera poco, de nula circulación;
muchas veces éstos son producidos sólo para cumplir con las exigencias y los
estímulos monetarios que ofrece su universidad y la infinita lista de
requisitos que solicita el Conacyt. Libros, pues, que difícilmente le pueda
llamar la atención a un lector curioso e interesado en algún autor o tema
literario. Estos productos académicos desgraciadamente, muchas veces, vacunan a
los poquísimos lectores a no interesarse por la fascinante actividad que es la
investigación literaria.
Considero
ocioso en este espacio nombrar a nuestros estudiosos de cubículo que destacan
en el medio universitario regional, pues, como ya mencioné, sus productos están
destinados a poquísimos lectores, a una audiencia de minorías, a la clase elite de las letras. Más bien quiero
referirme a los estudiosos que escriben, sin comprometer la calidad de sus
textos desde luego, tanto para el lector especializado como para el curioso, el
aficionado. Aquel estudioso que se adentra al tema, en ocasiones, con más entusiasmo
que con certeza teórica, con la intención de difundir o rescatar del olvido a
un escritor del pasado. En este apartado cabe destacar el trabajo de estudiosos
destacados como Juan B. Iguíniz, Ramiro Villaseñor, Adalberto Navarro Sánchez,
Ernesto Flores, Sara Velasco, Luis Alberto Navarro y los investigadores
universitarios Silvia Quezada y Wolfgang Vogt. A esta breve y selecta lista
ahora se suma: Víctor Manuel Pazarín (Zapotlán el Grande, 1963), quien, a
través de su volumen de ensayos, La
vuelta a la aldea (Keli Ediciones, 2018), aborda un abanico amplio de
escritores mexicanos de los siglos XIX y XX, como Juan José Arreola, Guillermo
Jiménez y Juan Rulfo, por ejemplo. Pazarín no es de ninguna manera un debutante
dentro de este campo, pues, además de ser un destacado narrador y poeta, es
autor de Retrato a cuatro voces. Arreola
y los talleres literarios (1994) y Arreola,
un taller continuo (1995), donde nos muestra sus dotes de investigador y
del difícil oficio de llevar a cabo la entrevista de fondo. Ya desde 1987
Víctor Manuel Pazarín incursionó en el periodismo cultural; el autor nos revela
al respecto: “Mi gran taller de cuento y periodismo fue El Financiero. En poesía, el [taller] de
Ricardo Yánez, a quien considero mi maestro”. Estamos, pues, ante una obra crítica titánica, son más de treinta años dentro de
este campo. De hecho, Una vuelta a la
aldea es apenas el primero de seis volúmenes que nuestro autor tiene en
preparación. Es decir: si concreta este ambicioso proyecto, estaremos ante una
de las obras críticas más extensas en Jalisco.
La vuelta a la aldea contiene catorce textos escritos con una diversidad amplia de estilos y
donde las fronteras entre los géneros de repente se borran, de éstos siete fueron publicados en el suplemento o2 Cultural, entre 2011 y 2013; “El infinito Arreola” y “La muerte
como recurrencia”, fueron anteriormente publicados en la revista capitalina Tierra Adentro, en 1998 y 2000,
respectivamente; “Rosas Moreno retorna a la aldea”, en su blog Barcos de papel,
en 2010, y “Una prosa edificante” en el diario zapotlense El Volcán, en 2016. Tres ensayos más: “Entre paisaje y la política”, “Un poeta de
provincias” y “Nervo y sus circunstancias”, enfocados en los poetas Manuel José
Othón, Enrique González Martínez y Amado Nervo, respectivamente, fueron
escritos para el libro Historia crítica
de la poesía mexicana (2015), coordinado por Rogelio Guedea.
La vuelta a la aldea es asimismo una mirada íntima y nostálgica al terruño del autor, es un
recuerdo prolongado que inicia desde su niñez hasta sus años formativos como
escritor y posteriores, y sobre aquellos autores que han forjado la cultura del
sur de Jalisco y específicamente Ciudad Guzmán. Pocos saben que Pazarín, en
algún momento, a temprana edad, flirteó con la idea de volverse pintor, los
dibujos al carbón del muralista José Clemente Orozco que alguna vez admiró
Víctor Manuel en su pueblo natal le dejaron una honda huella en su espíritu.
Tal vez nuestro autor, con el paso del tiempo, no se volvió paisajista, los años
le orientaron hacia otra disciplina: la escritura en sus más variadas formas;
no obstante: sus ensayos, y cualquier lector que ha seguido su trayectoria lo
puede constatar, son amplios lienzos que encarnan los paisajes más ricos de su
patria chica: Arreola, Rulfo, Jiménez son algunos de los protagonistas de los
ensayos de nuestro escritor. Sus trazos como escritor, al igual que Orozco, son
enérgicos y generosos al mismo tiempo. Sus composiciones también son
representativas del espíritu jalisciense.
Son numerosos los aciertos contenidos en La vuelta a la aldea, Pazarín nos
muestra en este puñado de textos que es una voz crítica de las letras de su
patria chica y principalmente de su aldea: el sur de Jalisco. Con meticuloso
conocimiento y un estilo que fluye con amenidad entre una página y otra,
nuestro autor se consolida, con este título, como uno de nuestros ensayistas
más sólidos, ambiciosos y legibles.
* PEDRO VALDERRAMA VILLANUEVA
Es miembro del
Seminario de Cultura Mexicana. Editor de la revista DADA. Su libro más reciente es Disidencia.
Las publicaciones periódicas marginales de Guadalajara (1970-1990) y la poesía
disidente que aparecerá bajo el sello de Ediciones Arlequín este año.
* ABRAHAM ARÉCHIGA
Es
fotoperiodista independiente y reportero gráfico en La gaceta de la Universidad de Guadalajara.
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