Los
conjurados
Ricardo
Sigala
Víctor
Manuel Pazarín acaba de publicar Enredos (poesía) y La vuelta a la
aldea (ensayos). Aquí hablamos sobre su proceso creativo.
RS: Una característica de tu ejercicio
literario es la práctica de diversos géneros, desde la poesía hasta el ensayo.
VMP: Sí, por fortuna, los diferentes géneros
literarios: crónica, ensayo, poesía, cuento, novela, me han sido favorables,
aunque reconozco que no es fácil trabajar en todos ellos. Me parece que cada
materia literaria o cada historia puede contarse solamente en uno de ellos, yo
no puedo hacer una novela en un cuento ni un cuento en un poema, por eso la diversidad
y la mixtura se me acomoda. Sin embargo,
el lenguaje poético siempre está presente en mi obra, si se trata de una novela
estoy pensando en un lenguaje poético, cuando escribo un cuento o una crónica
también, no puedo olvidar que mi generador siempre es la poesía.
RS: Enredo, el libro que publicó el Archivo Histórico Municipal de
Zapotlán el Grande, incluye la totalidad de tu poesía. Cómo has vivido tu
relación con la poesía durante las últimas tres décadas.
VMP: La poesía ha sido para mí un
generador, como el alma de toda mi escritura, yo no puedo concebirme sino en
ese estado siempre hipnótico que es el lenguaje poético. Enredo reúne poemas que he escrito a lo largo de 30 años, incluye seis
libros que más o menos dibujan mi espíritu en la poesía. Sin embrago, creo que
de algún modo Enredo es mi primer
libro en sí, y que los demás han sido una especie de trabajo parcial. Hasta ahora puedo concluir que Enredo compila y declara lo que de algún
modo para mí es el lenguaje en la poesía.
Siempre
ha habido pocos lectores de poesía y ha sido un género marginal. Escribir
poesía en estos momentos es algo mucho más que un arrojo, por eso yo agradezco
que se me dé la posibilidad de la poesía.
RS: Enredo es no un libro de poesía de Víctor Manuel Pazarín sino “el
libro” de poesía de Pazarín.
VMP: De algún modo sí y es un enorme
compromiso. Entiendo la poesía más allá de la cosa literaria, un lenguaje
impregnado de espíritu que embarga al sujeto que puede escribir un poema. Yo
espero que todos los textos que están en Enredo
sean poemas realmente, no lo sé todavía, no lo sé después de 30 años, me
gustaría mucho que alguna vez un lector me dijera sí o no, porque yo todavía trabajo
desde la incertidumbre.
RS: La poesía como género fundamental,
no solamente de la literatura, sino de todas las artes e incluso de la
civilización.
VMP: Claro, la poesía ha sido siempre
la que cuenta, la que narra, la que hace historia. Por supuesto, no estoy hablando
de mis textos, pienso en Homero que cantaba, narraba y hacía su labor como un
historiador del mundo griego antiguo, que ha trascendido por miles de años.
Entonces cuando pienso en poesía pienso en estos grandes poetas y pienso que
así debe ser la poesía y ojalá algún día yo pueda alcanzar esa altura, trabajo
para eso, pero no sé si lo logre, al menos en un verso, en un poema; no es
fácil la poesía.
RS: Cuáles son los poetas que
representan tus principales filias, y de cuyas poéticas se alimenta tu trabajo como
poeta.
VMP: Creo que esencialmente soy hijo de
Octavio Paz, a lo mejor un hijo bastardo, pero un hijo. Puedo decir que César
Vallejo es también fundamental. William Carlos Williams, Ezra Pound, Dante, en
fin, el número es alto, pero esencialmente yo pondría a 3 poetas como parte de
mi aspiración: Octavio Paz, Dante y César Vallejo. De algún modo es un canon y
una aspiración.
RS: Acabas de publicar un libro de
ensayos que se titula La vuelta a la
aldea. Platícanos sobre esta faceta de tu escritura.
VMP: La vuelta a la aldea es un homenaje a aquellos autores que han sido
formadores de mi persona, de mi ser escritor, de mi ser intelectual, que me han
exigido profundizar en su propia literatura, pero también en la propia
existencia. Porque leer y es leer palabras, pero también la naturaleza, el cine,
la pintura. La vuelta a la aldea quiere
descifrar algunas cosas, dialogar con algunos autores y obras. Cuando escribo
un ensayo intento entablar un diálogo frontal, honesto, amoroso y totalmente
vulnerado, vulnerable, voy a permitir que me diga algo y yo a tratar de
entenderlo, es un diálogo. La vuelta a la
aldea es un diálogo y su nombre es un elogio a Zapotlán, un elogio a
aquellos autores que, desde provincia, desde la aldea, desde el pueblo, desde
la ranchería han intentado tener un diálogo con el mundo y han alcanzado la
universalidad, esa altura que se requiere para poder tejerse o establecerse en
el tejido que es la literatura universal. Está Octavio Paz, Arreola, Juan Rulfo,
Guillermo Jiménez, estos últimos, escritores del sur de Jalisco, y que me
dieron absolutamente todo. Así que yo escribo ensayos para pagar una deuda sobre
asuntos que me vienen desde muy lejos y que yo siento la necesidad de pagarlos,
de hecho, al principio del libro, lo declaro: escribir para mí es pagar una
deuda.
RS: Estos ensayos tienen rasgos de
crónica, de artículo periodístico, sabemos que el género es híbrido por
naturaleza, pero en tu caso ¿cómo se genera esa mezcla?
VMP: He trabajado en materiales que he
publicado en el suplemento O2 Cultura de la Gaceta de la Universidad de
Guadalajara durante 10 años, los he compilado y me he sorprendido porque no
sabía que había escrito tanto, tanto ensayo, tanto artículo, tanta crónica, y
al final se conformaron 6 libros.
Rs: ¿Estamos hablando de que La
vuelta a la aldea es una primera entrega?
VMP: Éste es una primera entrega,
aunque La vuelta a la aldea compila sobre todo materiales que aparecieron
en otras revistas, como Tierra Adentro, y en libros sobre poesía en los
que tuve colaboraciones, por ejemplo, algunos que se publicaron en el
bicentenario y centenario de la Revolución y la Independencia de México, en
2010.
RS: Has dicho que escribes estos
ensayos para pagar una deuda a los escritores que te han conformado como
escritor y como individuo, entre los escritores que nombras hay varios del sur
de Jalisco, y particularmente zapotlenses, como Juan José Arreola y Guillermo
Jiménez, ¿tú consideras que pueda hablarse de una tradición literaria
zapotlense?
VMP: Definitivamente la respuesta es sí
y no solamente literaria, también musical y pictórica. Zapotlán es un lugar extrañísimo, incluso
para mí que soy de allí, porque allí uno podría aprender absolutamente todo,
uno podría hacerse un buen pintor, un buen cantante, un gran compositor, un
gran poeta, un gran narrador. Zapotlán ha dado cosas inimaginables, yo no sé si
es el agua, si es el volcán, si es la laguna, si es la mochería, porque todo se
combina, y todo eso también forma parte de mi persona, me considero también un
sujeto hijo de ese ambiente. Hay un espíritu extraño ahí que nos ha mojado a
todos, incluso los que vamos de pronto por un tiempo y nos quedamos. 30 años
después de que salí de ahí, reconozco que en Zapotlán existe un misterio y ese
misterio se manifiesta en la obra de José Rolón, José Clemente Orozco,
Guillermo Jiménez, Refugio Barragán de Toscano, Juan José Arreola, Rubén Fuentes
o Consuelito Velázquez. Hay gente que ahora está destacando en actividades
artísticas y aunque algunos no lo reconozcan, pertenecen a esa esencia, no
pueden olvidar que Zapotlán les legó ese impulso.
Cuando
yo era niño me escapé de la primaria y fui a parar al pequeñísimo museo
tradicional que tenemos en Zapotlán, entonces descubrí a Clemente Orozco, unos
carboncillos que están allí. Me sorprendió porque yo acababa de comprar un
libro de Selecciones del Reader’s Digest sobre la historia universal de la
pintura y ahí aparecía Orozco, entonces decidí ser pintor. Luego me cambió el
mundo, me ganó la poesía, pero nunca he dejado de ser ese pintor que siempre
quise ser. Esto va a responder también tu pregunta anterior, esa mixtura en mis
textos tiene que ver con el pintor que quiero ser todavía, no hay nada puro en
mi literatura o en mis textos pues, no puedo yo ser solamente un poeta, un
novelista un cronista llano, sino que siempre está mezclándose un lenguaje más
allá del sólo hecho de contar, lo que yo hago es una mixtura, el espíritu es
mixto y es obviamente un objeto contaminado por todo.
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