Oswaldo
Ramos
En este
momento veo muy lejos ya el 2012 políticamente hablando, pues como es sabido,
en la dinámica política el tiempo es relativo. En aquel entonces un grupo de
políticos emanados de Tlajomulco incursionaron en la escena estatal, llenos de
entusiasmo, con una dinámica innovadora que a todas luces marcaba la pauta para
un nuevo esquema gubernamental, un grupo de color naranja y liderado por
Enrique Alfaro Ramírez, político joven para los estándares de ese tiempo que
fácilmente podía comunicarse con la mayoría de los jaliscienses llenos de enojo
y cansados de lo mismo de siempre: corrupción en el gobierno, inseguridad,
dinámicas poco transparentes en la ejecución de programas gubernamentales; bajo
esa coyuntura es como nació lo que se proclamaba como un “proyecto ciudadano”
encabezado por el ahora gobernador de Jalisco.
La
campaña de 2012 la perdió por su casi nula presencia en el interior del estado,
pero ganó espacio muy importantes en el congreso y fue así como obtuvo el papel
más importante en la primer mitad de ese sexenio: ser la voz más legítima para
hacerle frente y liderar una oposición a Aristóteles Sandoval. Sin embargo la
épica le dió hasta presentarse a los comicios de 2015 para presentarse como
candidato a la alcaldía de Guadalajara y así comenzar a prepararse para las
elecciones de 2018.
Liderar
una oposición legítima requiere mantener la congruencia entre el ser y hacer,
algo que se procura muy poco dentro de los espacios políticos tradicionales. Es
así como el llamado “proyecto ciudadano” que se fraguó en 2012 para llegar a la
gubernatura comenzó a desvirtuarse aún más para convertirse en un pragmático
plan de negociaciones con operadores políticos de Jalisco, muchos de ellos
emanados del PAN, como Alberto Esquer Gutiérrez.
Si
bien las negociaciones triunfaron, también comenzaron a generar un desgaste
demasiado pronto, ya que los intereses a los que se debe comienzan a relucir.
El haber dado un tarifazo a los servicios de SITEUR, Macrobús y algunas rutas
de la ZMG da testimonio de eso, pues ya no mantiene el discurso con el que se
presentó a las afueras de la SEMOV para protestar contra el otro tarifazo que
Aristóteles Sandoval buscaba dar, ese que calificaba como una “cuchillada a los
ciudadanos”.
Henos
aquí, en 2019 hablando de una figura que buscaba gobernar el Estado hace seis
años y a penas hace un año se le hizo la lucha, claro, a costa de
negociaciones, incongruencias, pactos en lo oscuro y traicionando al electorado
que votó por él, pero se le hizo. Movimiento Ciudadano resultó ser todo menos
un Movimiento y definitivamente no es Ciudadano, de lo contrario tanto el
partido como el gobernador estarían teniendo tantita congruencia o cuando menos
vergüenza por haberle dado una puñalada trapera a la sociedad jalisciense.
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