Tecalitlán
en la historia
*René
Chávez Deníz
El
Pbro. Miguel Barajas Mendoza, nació en Villa de Álvarez, Colima, en el “barrio
de López” el 8 de mayo de 1876. Realizó sus estudios en el seminario de Colima
y fue ordenado sacerdote el 2 de septiembre de 1900, por el Obispo Atenógenes
Silva Álvarez.
Arribo
a Tecalitlán en 1905, primero fue vicario del templo de Tercera Orden y a
partir del 25 de marzo de 1917 se hizo cargo de la parroquia.
El
culto a la Sma. Virgen de Guadalupe fue el objetivo más dominado en el alma
sacerdotal del Sr. Cura Barajas obteniendo un resultado brillante, pues las
fiestas de diciembre eran clásicas en Tecalitlán.
Su
labor espiritual en el orden espiritual fue admirable, su atención constante
para los niños, adultos y moribundos, su empeño para la comunión frecuente, era
muy proverbial: ¡que hablen los jubileos de la porciúncula de cada año!
Se empeñó en traer muchos sacerdotes para oír
muchas confesiones.
Tuvo
un gran amor por la cultura, estableció un colegio montado a la altura de la
época, con un profesorado muy suficiente e idóneo; formo una academia de
costura y pintura algunos otros trabajos manuales.
El
Sr. Cura Barajas fue amante de la literatura escribió dos importantes libros
sobre la historia de Tecalitlán, uno en 1919 donde da a conocer “La vida y obra
de Micaelita Negrete” y el otro en 1941 titulado “Homenaje a Tecalitlán”.
A
72 años de su fallecimiento todavía existen personas que recuerdan al Pbro.
Miguel Barajas, persona que prestó servicios religiosos en esta parroquia por
más de 42 años; fue muy apreciado y querido en esta comunidad, dejando gratos
recuerdos.
El 23
de agosto de 1947 falleció tan distinguido sacerdote Miguel Barajas.
El
Sr. Cura Miguel Barajas, fue candidato a la secretaría episcopal, tanta era la
estimación del Sr. Cura Barajas por su Parroquia de Tecalitlán, que una vez la
superioridad le ofreció la Parroquia de Villa de Álvarez, Colima, y prefirió
continuar en Tecalitlán; la ciudad de Villa de Álvarez, Col., era la tierra de
origen del Sr. Cura Barajas, muy querido para él y estaba lleno de satisfacción
de ser villalvarense.
El
Excmo. Y Revmo. Sr. Obispo Dr. Amador Velazco reconocía en el Sr. Cura Barajas
una verdadera adhesión personal, de tal suerte que con frecuencia le llamaba
amigo y varias ocasiones Monseñor Velazco gustó pasar temporadas de descanso y
tranquilidad en Tecalitlán, aceptando la invitación del Sr. Cura.
El
carácter adaptable del Sr. Cura Barajas, demostró su entendimiento práctico, lo
que le valió la simpatía general de sus feligreses y fue la razón de éxito de
sus empresas.
Puede
decirse con toda verdad que en Tecalitlán y sus alrededores: el hombre más
explícitamente sentido y llorado ha sido el Sr. Cura D. Miguel Barajas como lo
probó la tristeza general que inundó esa región, habiendo luto en cada hogar y
en cada corazón, siendo extraordinarias las demostraciones de aflicción y de
dolor durante todo el trayecto del cadáver desde Guadalajara hasta Tecalitlán.
Como
un privilegio póstumo para el Sr. Cura Barajas, puede considerarse que lo haya
sustituido, el muy recomendable sacerdote Don Francisco Rueda y Zamora, en la
Parroquia de Tecalitlán, pues el hoy Sr. Cura Rueda, es hombre sin dolo, sin
envidias, sin pretensiones de escalar alturas pisando en las ruinas de alguien
y muy dedicado a su ministerio, siendo además conocedor y estimador del extinto
y muy sentido Sr. Barajas, también ayuda a la conservación del aprecio al
ausente sacerdote. La persona del Padre Luis Aviña, que lo trató personalmente
como vicario y pudo valorizar las cualidades personales y sacerdotales.
*Cronista
Municipal de Tecalitlán.
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