Ricardo
Sigala
Vicente Preciado dialoga siempre
con Arreola, su vida parece tener un eje rector, siempre en sus clases, en sus
escritos, en sus ponencias, en sus artículos periodísticos, en sus
conversaciones cita a Juan José Arreola. Cita a Arreola, por supuesto para hablar
de literatura, pero también lo cita para hablar de educación, para referirse a
la cocina francesa, o al vino, a la filosofía, la teología, para hablar de
autos, de ciclismo, del antiguo Zapotlán, del amor. ¿Es esto una limitación,
una falta de seguridad o de autoridad? Nada más falso, Preciado Zacarías es una
autoridad, pero se asume como un pupilo, como un discípulo que aprendió a ver
de otra forma el mundo gracias a las enseñanzas de Arreola. Lo que digo no es
poca cosa, porque antes de Arreola, el doctor Preciado había llegado a las
cumbres de la élite científica en el plano de la odontología, ya había
introducido la endodoncia a nuestro país y gran parte de Latinoamérica, ya
había inventado una técnica dental que lleva su nombre, ya había publicado el
primer artículo de investigación en endodoncia, que sería considerado la piedra
angular de la disciplina, ya había dado conferencias por el mundo, y recibido
reconocimientos por su trabajo científico. Antes de su relación con Arreola y
de haber migrado a la literatura, Vicente Preciado ya había escrito un libro de
endodoncia que había sido libro de texto en varios países del continente, ya
había recibido el Premio Nacional de ciencias en el área de odontología, de
manos del presidente de la República.
No sólo eso, antes de
la amistad con Juan José Arreola, Vicente Preciado ya había formado parte del
Grupo Arquitrabe, ya había sido amigo de Alfredo Velasco Cisneros y cercano de Cristina
Pérez Vizcaíno, había sido también mantenedor de los Juegos Florales de
Zapotlán el Grande en varias ocasiones; Preciado ya había traído a Pedro Garfias
a Zapotlán, ya había conocido a Rosario Castellanos en un viaje a Venezuela y
había sido recibido por Jorge Luis Borges en su despacho de la Biblioteca
Nacional de Argentina. Lo que quiero decir es que el doctor Preciado ya era una
eminencia internacional cuando la amistad con Arreola le cambió la vida; para
el científico innovador que era Preciado Zacarías, Arreola representó mucho más
que la amistad con un escritor. La experiencia de Arreola se convirtió en una
nueva forma de ver el mundo, una llave para develar ciertos misterios, pero
también, eso es en verdad formidable, fue el acceso a nuevos misterios. Arreola
en la vida de Preciado Zacarías es una llave, una lente, un camino, un Virgilio
en medio de la selva oscura de nuestra vida. Y cuando Vicente Preciado cita
permanentemente a Arreola no es por pobreza de intelecto, ni por usar la figura
del maestro para proyectarse, es por el contrario un acto de suprema humildad,
porque detrás de eso no hay otra cosa que un profundo agradecimiento, y como la
humildad y el agradecimiento son tan poco practicados en nuestros días, algunos
incluso han dejado no sólo de valorarlos, sino de verlos.
VICENTE PRECIADO Y LOS LIBROS
Imposible entender la figura de
Vicente Preciado sin conocer su relación con los libros. La visión que tiene el
doctor sobre la cultura es amplísima, se inclina con devoción ante las grandes
obras de la humanidad, y es el libro el que le merece un fervor supremo. La
vida del maestro se puede contar con los libros que lo han acompañado, desde los
que en su infancia suplieron a la escuela primaria hasta los que lo llevaron a
insistir en el conocimiento como un persistente Sísifo del sur de Jalisco, en
el ascenso permanente al saber con sus libros a cuestas. Él se mide y mide a
las personas por la relación que guardan con los libros.
Quiero
contar dos anécdotas que definen la postura de nuestro homenajeado en torno a
los libros. La primera tiene que ver con la búsqueda de un ejemplar, un libro
extraño, inconseguible en nuestro país, que había buscado con ahínco incluso en
las librerías de viejo de Donceles en la Ciudad de México. Se trata de Los
tres gordinflones del ruso Yuri Oliesha, por supuesto, una recomendación de
Arreola. En un viaje a Buenos Aires, sus proveedores de libros en aquella
ciudad también le respondieron negativamente, hasta que uno de ellos dijo
conocerlo, había sido publicado en Rusia, por la Editorial Progreso en el
tiempo de la Unión Soviética. En su red internacional de librerías de viejo,
alguien tenía un ejemplar en Moscú. El preciado ejemplar viajó en correo hasta
Buenos Aires, a su arribo, evidentemente el doctor Preciado ya no estaba en
Argentina, así que una conocida dentista lo recogió. Ésta viajaría a un
congreso en Ginebra, donde coincidiría con un colega de la Universidad de
Guadalajara, también amigo del maestro Preciado, él lo traería a México. Una
noche el doctor me contó con emoción que por fin tenía el ejemplar de Oliesha
en sus manos, me dijo que se trataba de esas joyas extrañas del canon personal
de Arreola, pero además el libro tenía un valor inusitado, había viajado casi
30 mil kilómetros para llegar a él. Esa odisea por demás inusual, no debía
pasar desapercibida, así que esa noche brindamos con vino tinto. El volumen es
tan importante que lo mantiene como libro de cabecera. Por cierto, nunca me
habló del costo del libro, que debió de ser altísimo, ese valor, en este
contexto, resulta en verdad secundario.
La
otra anécdota comienza el pasado 29 de julio, en España el diario ABC publicó
una nota del escritor Antonio Rivero Taravillo, con el título “Sevilla en
Jalisco”. El artículo comenzaba hablando de la reciente crecida del río en San
Gabriel, por supuesto para llegar a Rulfo, pero en realidad no iba a hablar de
Rulfo, de éste le interesaba su nombre, en particular lo de Pérez Rulfo
Vizcaíno, porque el verdadero asunto de la nota era Cristina Pérez Vizcaíno. Le
llamó particularmente la atención que ambos escritores fueran de la misma
región, compartieran los apellidos y que además tuvieran tan alta calidad
literaria. También destaca que la escritora, nacida en Zapotlán, estuvo siempre
marcada por un halo literario, pues fue bautizada por el sacerdote Librado
Arreola, tío de Juan José Arreola. El poeta y traductor se muestra sorprendido
de la calidad poética de Pérez Vizcaíno y de su vínculo con la ciudad de
Sevilla, donde ella paso algunos años claves de su formación como escritora.
También se extraña del poco conocimiento que se tiene de su obra. Pero ¿cómo
llegó Antonio Rivero Taravilla a la poeta zapotlense? El escritor cita nada
menos que la Antología Poética que justo hace 20 años recopilara,
prologara y editara Vicente Preciado Zacarías, en una discreta y casi secreta
edición universitaria.
Antología
poética de Cristina Pérez Vizcaíno hace años está agotada, e incluso en nuestra
ciudad resulta imposible de conseguir, ¿cómo un poeta, novelista, traductor y
periodista cultural del otro lado del mundo se hizo de este libro?, ¿por qué él,
que ha traducido a Ezra Puond, John Keats, William Shakespeare, John Donne y John
Milton, entre muchos otros grandes poetas, se ha detenido en Cristina Pérez
Vizcaíno? No tengo una respuesta, pero el papel que juega Vicente Preciado en
esta anécdota es fundamental, sin él, Antonio Rivera Taravillo no habría tenido
noticias de la poeta zapotlense.
La
historia no termina aquí. A los pocos días de la publicación del artículo, el
doctor Preciado recibió la visita de un editor para proponerle reeditar la
antología de Cristina Pérez Vizcaíno. Quise contarles esto para enfatizar el
poder que tiene la labor del maestro Preciado en el mundo literario actual.
Justo en una época en que la vejez es tratada como un defecto, como una
enfermedad inutilizante, justo en el dominio de la juventud perpetua e impostada,
la figura de Vicente Preciado se alza con la dignidad de un efebo en un
gimnasio griego.
Nadie duda de que
Vicente Preciado Zacarías es el otro amanuense de Arreola, del Arreola oral y
cotidiano, pero también lo ha sido de la literatura zapotlense, ha editado y
recuperado desde las obras de Refugio Barragán de Toscano hasta la de Cristina Pérez
Vizcaíno, pasando por Alfredo Velasco Cisneros y Roberto Espinoza Guzmán. Y qué
decir de su contribución al periodismo cultura en Zapotlán durante más de tres
décadas, y del papel que ha jugado desde sus inicios en la carrera de Letras
Hispánicas del CUSur. Cada año publica por lo menos un libro, y hay algunos
excepcionales como el 2018, en que celebrando a Arreola en su centenario hizo
él solo más que muchas instituciones y sus presupuestos.
RECIENTES IMÁGENES DEL MAESTRO
Es el 28 de agosto de 2018, en la
Pinacoteca Universitaria están reunidas algunas de las más altas autoridades de
la Universidad de Colima, se trata de una ceremonia solemne, en ella Vicente
Preciado ha dado una conferencia sobre Juan José Arreola y para finalizar, se
le entrega un reconocimiento como “gran promotor y conocedor de la obra de Juan
José Arreola”.
La segunda semana de
septiembre, la Librería Miguel de la Madrid Hurtado del Fondo de Cultura
Económica, en Colima, está celebrando un aniversario más, el local de la
librería ha sido remodelado, por lo que se hace una ceremonia de
reinauguración. El acto está presidido por José Carreño Carlón, entonces
director del Fondo, y consiste en una presentación del doctor Vicente Preciado
Zacarías hablando de Inventario, un raro libro de periodismo cultural de
Juan José Arreola que el maestro recuperó, pues no se había editado desde la
década de los setenta.
Son múltiples las
imágenes que puedo evocar de Vicente Preciado Zacarías protagonizando actividades
y siendo objeto de homenajes. En los tiempos recientes lo veo reconocido en
Cuba, en España, en la Universidad de Zacatecas, en el CUCSH de la Universidad
de Guadalajara donde un auditorio repleto lo ovaciona de pie durante varios
minutos. Y es este el momento en que pienso que le debemos una disculpa porque
no hemos sabido estar a la altura de sus cumbres, hemos pasado por alto sus
logros, quizá influidos por su modestia no hemos querido ver que Vicente
Preciado Zacarías es un hombre hecho una serie de contribuciones: de
investigación científica, de ciencia aplicada, de difusión de la cultura, de
promoción de la literatura, de una permanente emanación de sabiduría arreoleana.
Nuestras
obras nos definen y nos persiguen toda la vida, hay quienes son y serán
recordados por su infamia, por sus miserias, por una serie de actos de
injusticia, por cobardes; y hay otros que son y serán recordados por una
sinfonía, una obra altruista, por haberse entregado honestamente a un oficio,
por un gesto, una sonrisa. Vicente Preciado Zacarías nos ha dado los dientes y
los libros, nos ha dado la memoria, la pasión por el conocimiento, los atajos
para comprender mejor a Arreola, nos regala su oficio de maestro dentro y fuera
de las aulas, su prosa elegante y culta, su modestia y su humildad. Doctor
Vicente Preciado Zacarías, maestro emérito, profesor, amigo, gracias por darnos
cotidianamente la luz y los libros y por ensañarnos a mirar a través de la
zarza ardiente.
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Mi mas grande admiración al Dr.Vicente Preciado Zacarías y a Ud. Maestro Ricardo Sigala por escribir tan elocuente homenaje.
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