miércoles, 14 de agosto de 2019

Desaparición de marcas y emergencia









Víctor Hugo Prado


La enfermedad del gobernante de poner marcas propias y utilizarlas de manera permanente en su mandato con fines propagandísticos ha alcanzado al sector salud. Apenas la semana pasada dio inicio la discusión en la Cámara de Diputados de la iniciativa de reforma a la Ley General de Salud que busca desaparecer el Seguro Popular (SP), y en su lugar crear el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar. Las razones, ha afirmado el presidente de la república, es que, porque no es seguro, ni es popular y hay corrupción.

Lo cierto es que el Seguro Popular fue creado en la administración de Vicente Fox, con el objetivo de atender a los demandantes de servicios de salud que no estaban inscritos en el IMSS o en el ISSSTE, con acceso a la atención médica, al cuadro básico de medicamentos gratuitos y a la atención en segundo nivel si así lo requirieran.

La oposición a la medida no se ha hecho esperar. Seis exsecretarios de salud mediante una carta enviada al presidente argumentaron su oposición a la medida. En reacción desde la esfera oficial, se ha insinuado que los seis exsecretarios de salud defienden al Seguro Popular porque no cuentan con información, cuando varios de ellos, además de haber ocupado el cargo de mayor responsabilidad en este sector, han dedicado muchos años de su vida profesional a estudiar los sistemas de México y el resto del mundo.

Se ha llegado al inmoderado descrédito de su participación en el debate argumentando que los que firmaron dicha carta “han militado o militan” en partidos de oposición, como si ese hecho los desautorizara a opinar sobre estos asuntos públicos.

La enfermedad de poner un sello propio y borrar toda obra anterior, aun habiendo sido eficiente y eficaz y dar respuestas oportunas, nos tiene invadidos. Para introducir y consolidar la nueva marca primero hay que hacer crisis en los sistemas y marca que funciona bien, pero que hay que mandar al basurero de la historia. Por ejemplo, en el todavía Seguro Popular se ha provocado una crisis de medicamentos, hay desabasto, hay falta de pagos a proveedores, hay linchamientos mediáticos, se afirma que hay corrupción, aunque no haya indiciados. Ante esa “realidad” creada se promoverán los cambios legislativos para que finalmente aparezca, el Hospital del Bienestar, salvando de la crisis de salud a los fieles creyentes. 

Nunca han puesto en la mesa el informe de CONEVAL sobre la evolución de la pobreza en el país que señala que la “carencia por acceso a servicios de salud” en México se redujo de 42.8 millones de personas en 2008 a 19.1 en 2016 (con un repunte a 20.2 en 2018). Pero perdón, olvidaba decir que el CONEVAL también es una marca en extinción.


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