*Víctor
Hugo Prado Vázquez
En
estos días hemos estado acompañando a un importante número de egresados del
nivel medio superior en actividades en los que se les entregan sus certificados
de bachillerato. Ellos, acompañados de padres, familiares, profesores y
autoridades educativas, son sabedores de que han terminado un importante ciclo
propedéutico para dar paso en los próximos días a otro más, en su gran mayoría,
la de los estudios de licenciatura.
Quienes
hemos observado con atención la evolución de los que egresan, sabemos que no
son los mismos que cuando apenas llegaron al bachillerato, tres años atrás. En
el ciclo escolar de la educación media superior experimentan una relevante
transición entre la niñez y la adultez, que lleva implícita una importante
cantidad de cambios físicos, sexuales, cognitivos, emocionales y conceptuales.
En
estos días las expectativas crecen y la ansiedad por encontrar las decisiones
correctas los atormenta. No es para menos, se trata de selecciones que
definirán su futuro, el profesional, el de la vida laboral, el de la
realización, el de logro, el del triunfo o del fracaso.
En
la educación media superior tuvieron espacio y oportunidad para aprender entre
muchas cosas que el éxito de las personas depende de un conjunto de
habilidades, competencias, saberes, principios y actitudes, pero también de
valores y reconocimiento. Por ejemplo, buena parte han descubierto quienes son,
lo que define su identidad, al tiempo que desarrollan su capacidad para
emprender proyectos. Ello tiene que ver con el desarrollo de habilidades del
pensamiento de orden superior que le permiten a un estudiante asumir la
complejidad de su naturaleza como un ser humano capaz de construir su entorno,
su vida y su mundo.
En
este nivel educativo todo es importante, desde lograr el razonamiento
lógico-matemático adecuado; saber comunicarse, comprendiendo los mensajes del
mundo exterior pero también transmitirlos. Es indispensable saber crear, saber
transformar y saber actuar. Mejor si se da en un entorno de trabajo
colaborativo energizado en la diversidad, al fin de cuentas así es el mundo:
diverso en tejidos sociales y cada vez más complejo.
Posiblemente
uno de los cambios esenciales del alumno es la adquisición de la ciudadanía,
por lo que, para llegar a ella, deben completar su carácter formativo,
enmarcado en principios orientadores relacionados con los valores de
convivencia, democracia, paz, libertad, participación social, respeto a los
derechos humanos, igualdad y tolerancia. Esenciales para la convivencia social
de hoy en día.
Ese
carácter formativo, que brinda la educación, debe deparar en un nuevo
ciudadano: que cuide su medio ambiente, que sea participativo, que construya
oportunidades, que respete la ley y la haga respetar, que no tolere la
injusticia, que construya instituciones al servicio de las sociedades. Un nuevo
ciudadano en el que no tengan cabida ni Duartes, Bonillas, Romeros Deschamps y
otras faunas nocivas de la sociedad.
*Director
de Educación Media Superior de la Secretaría de Educación Jalisco.
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