Ramón Moreno Rodríguez
El
pasado jueves, 4 de julio, se reestrenó en la Casa del Arte la comedia Tercia
de reinas de Elena Guiochins. La compañía de teatro del Centro
Universitario del Sur, de la Universidad de Guadalajara, inició una nueva
temporada del divertido montaje que se prolongará por tres fechas más (11, 18 y
25 de los corrientes).
Tres amigas se citan en un
restaurante para comer y reforzar los lazos de amistad que las une. Entre
aperitivos y cigarrillos esperan les preparen los alimentos; mientras esto
sucede, se cuentan sus novedades, sus éxitos y sus frustraciones; en fin, sus felicidades
y sus desdichas. Pronto el espectador descubre que llevan una vida anodina y
frustrante. Dos reconocen abiertamente sus desgracias cotidianas, una tercera
lo niega sistemáticamente.
Soledad (Daniela Calderón)
es la actriz frustrada que ejerce con cierto desparpajo su vida sexual entre un
irrelevante papel actoral y otro y que se los consigue a golpes de pantaleta;
Milagros (Betsaida Rodríguez) se desespera por no poder ejercer una vida sexual
tan activa y libérrima como la de su amiga y no le queda otro remedio que
recoger los pretendientes que la primera desecha; para agravar su frustración,
se casa con un curioso italiano exnovio de la actriz que termina por mostrarle
su verdadero rostro sexual: en realidad, lo que más desea de Milagros no es su
cuerpo desnudo sino la ropa que se pone sobre el mismo: es trasvesti. Finalmente,
Lola (Darinka Rodríguez) dice una y otra vez ser una feliz ama de casa, con dos
hijos y un marido trabajador. En realidad, está frustrada tanto como sus dos
amigas.
Entre trago y trago, entre cigarrillo y
cigarrillo el espectador descubre que aquella insidia, aquella agresividad
pasiva, aquella amargura que destilan las amigas encierra una gran frustración y
una gran insatisfacción sexual. También está dicho entre líneas otro conflicto
social que enfrentan las mujeres de nuestro tiempo: deben incorporarse al
mercado laboral sin poder liberarse de la sumisión a la que las obliga nuestro mundo
machista. Como dice una de las amigas, la sociedad les exige que no estén
solteras, que sean amas de casa y que trabajen asalariadamente para contribuir
con los gastos familiares.
Esto podría hacer pensar a
nuestro lector que el público se tiene que enfrentar a un discurso panfletario
propio de las feminazis, pero no es así. Sin duda, la comedia está
construida con humor, inteligencia y hondura en el análisis. Esta pieza teatral
está también estructurada con diálogos chispeantes e irreverentes, como deben
ser las comedias. Por ejemplo, Soledad dice: Yo por eso tengo perros, perros,
perros, sin incluir a los hombres. Por suerte hace mucho que descubrí que son
mejores los perros que los hombres. La despistada de Dolores reflexiona: ¡Ay
sí, son tan lindos! Yo tengo dos salchichas monísimos. Con ironía resentida
Soledad trata de regresar a la verdadera intención de sus palabras y continúa
su elogio de los perros en oposición a la volubilidad de los hombres. Soledad: ¡Claro
que no! Brindo por la especie perruna.
Como Dolores no renuncia a
su condición de boba insiste: ¡Ay sí, yo también los adoro! Son tan lindos
cuando mueven la cola. Es Milagros que, al terciar, produce esta hilarante
escena: También los hombres…Soledad: Juegan, se revuelcan contigo. Milagros:
También los hombres… Dolores: Te brincan, te olisquean por todos lados.
Milagros: También los hombres… Soledad: Se te echan encima, te hacen sentir
acompañada. Milagros: También los hombres… Dolores: Les hablas y no te
contestan. Milagros: También los hombres…
Soledad: ¡Te lamen de arriba abajo! Milagros: También los hombres…
Dolores: ¡Duermen contigo! Milagros: También los hombres… Soledad: Cuando
lloran hasta te dan ternura. Milagros:
También los hombres… Soledad: Te muerden, te dan de besitos…
No me parece que esta obra
teatral encierre, aunque lo aparente, una diatriba contra los hombres o que sea
una obra de tesis propia de los panfletos feministas. Ni una cosa ni otra: ni
es una obra en contra de los hombres ni me parece una obra panfletaria. Creo
que simplemente muestra la condición humana de nuestro tiempo subsumida en la
conflictuada vida de tres mujeres que han dejado de ser jóvenes y tienen que
adoptar una nueva vida en la que ya no serán hijas de familia, no serán
estudiantes sin más compromisos que la escuela, sino que deben incorporarse al
mundo de las mujeres de treinta y tantos años de edad en una sociedad
neoliberal muy exigente y prejuiciosa.
No es una obra contra los
hombres porque tan frágiles o dañinos se nos muestran ellos como ellas. Por
otro lado, el sentido del humor y las constantes alusiones le imprimen a esta
comedia un ritmo y un tiempo veloz que hacen la velada teatral se le pase al
espectador sin darse cuenta.
Por otro lado, la obra se desarrolla
en tres tiempos. El espectador conoce, en un primer momento, el tiempo central
de la acción; en éste se muestra la frustración e ira de las tres mujeres. Luego,
a través de un flashback, se retrotraen los hechos algunos años (en el mismo
restaurante y en un similar reencuentro festivo que concluye en lágrimas) para
mostrarnos los orígenes de esa amistad y de lo que dio inicio a esa vida de
frustraciones; por último, la acción concluye cuando las amigas, convocadas una
vez más por sus rituales se reencuentran por tercera y última vez para hablar de
cómo cada una de ellas enfrentó su frustrante realidad y cómo le dio a su vida la
solución que pudo darle.
Sigmund Freud, en Tres
ensayos para una teoría sexual cuenta el caso de una paciente que tenía
grandes dificultades para adaptarse a su realidad social. Al final de la
explicación el neurólogo austriaco concluye que un sentimiento medianamente
asumido de frustración es el síntoma evidente de adaptación. Estas tres tristes
mujeres de alguna manera reconocen que han caído en una trampa que la sociedad
les ha puesto. En la escena final, cada una ha introducido un cambio radical en
su vida. El público no puede sino preguntarse si estas mudanzas han sido
benéficas o, por lo contrario, ellas siguen cometiendo las mismas puntuales
meteduras de pata.
No es fácil saber esto.
Quizá cada uno tenga para sí una respuesta propia. Por otro lado, no hay una solución
homogénea a los problemas, como no hay una varita mágica que arregle nuestras
vidas. Múltiples y graves cosas dicen Elena Guiochins con la manera en cómo
concluye la historia de sus tres mujeres. El público debe ir a ver esta
entretenida comedia que lo hará reír y reflexionar. De esa manera podremos saber
si ellas han dado en el clavo y por fin son felices, o, por el contrario, de
nada les han servido esos cambios radicales.
*Tercia
de reinas,
producción: Universidad de Guadalajara, CUSUR. De Elena Guiochins, dirección:
Rosy Arellano, con: Daniela Calderón (Soledad), Darinka Rodríguez (Dolores),
Betsaida Rodríguez (Milagros), Diego Ramos (mesero 1) y Oswaldo Hernández
(mesero2). Duración: 78 minutos.
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