martes, 9 de julio de 2019

*Tres tristes trampas





Ramón Moreno Rodríguez


El pasado jueves, 4 de julio, se reestrenó en la Casa del Arte la comedia Tercia de reinas de Elena Guiochins. La compañía de teatro del Centro Universitario del Sur, de la Universidad de Guadalajara, inició una nueva temporada del divertido montaje que se prolongará por tres fechas más (11, 18 y 25 de los corrientes).




Tres amigas se citan en un restaurante para comer y reforzar los lazos de amistad que las une. Entre aperitivos y cigarrillos esperan les preparen los alimentos; mientras esto sucede, se cuentan sus novedades, sus éxitos y sus frustraciones; en fin, sus felicidades y sus desdichas. Pronto el espectador descubre que llevan una vida anodina y frustrante. Dos reconocen abiertamente sus desgracias cotidianas, una tercera lo niega sistemáticamente.

Soledad (Daniela Calderón) es la actriz frustrada que ejerce con cierto desparpajo su vida sexual entre un irrelevante papel actoral y otro y que se los consigue a golpes de pantaleta; Milagros (Betsaida Rodríguez) se desespera por no poder ejercer una vida sexual tan activa y libérrima como la de su amiga y no le queda otro remedio que recoger los pretendientes que la primera desecha; para agravar su frustración, se casa con un curioso italiano exnovio de la actriz que termina por mostrarle su verdadero rostro sexual: en realidad, lo que más desea de Milagros no es su cuerpo desnudo sino la ropa que se pone sobre el mismo: es trasvesti. Finalmente, Lola (Darinka Rodríguez) dice una y otra vez ser una feliz ama de casa, con dos hijos y un marido trabajador. En realidad, está frustrada tanto como sus dos amigas.




 Entre trago y trago, entre cigarrillo y cigarrillo el espectador descubre que aquella insidia, aquella agresividad pasiva, aquella amargura que destilan las amigas encierra una gran frustración y una gran insatisfacción sexual. También está dicho entre líneas otro conflicto social que enfrentan las mujeres de nuestro tiempo: deben incorporarse al mercado laboral sin poder liberarse de la sumisión a la que las obliga nuestro mundo machista. Como dice una de las amigas, la sociedad les exige que no estén solteras, que sean amas de casa y que trabajen asalariadamente para contribuir con los gastos familiares.

Esto podría hacer pensar a nuestro lector que el público se tiene que enfrentar a un discurso panfletario propio de las feminazis, pero no es así. Sin duda, la comedia está construida con humor, inteligencia y hondura en el análisis. Esta pieza teatral está también estructurada con diálogos chispeantes e irreverentes, como deben ser las comedias. Por ejemplo, Soledad dice: Yo por eso tengo perros, perros, perros, sin incluir a los hombres. Por suerte hace mucho que descubrí que son mejores los perros que los hombres. La despistada de Dolores reflexiona: ¡Ay sí, son tan lindos! Yo tengo dos salchichas monísimos. Con ironía resentida Soledad trata de regresar a la verdadera intención de sus palabras y continúa su elogio de los perros en oposición a la volubilidad de los hombres. Soledad: ¡Claro que no! Brindo por la especie perruna.

Como Dolores no renuncia a su condición de boba insiste: ¡Ay sí, yo también los adoro! Son tan lindos cuando mueven la cola. Es Milagros que, al terciar, produce esta hilarante escena: También los hombres…Soledad: Juegan, se revuelcan contigo. Milagros: También los hombres… Dolores: Te brincan, te olisquean por todos lados. Milagros: También los hombres… Soledad: Se te echan encima, te hacen sentir acompañada. Milagros: También los hombres… Dolores: Les hablas y no te contestan. Milagros: También los hombres…  Soledad: ¡Te lamen de arriba abajo! Milagros: También los hombres… Dolores: ¡Duermen contigo! Milagros: También los hombres… Soledad: Cuando lloran hasta te dan ternura.  Milagros: También los hombres… Soledad: Te muerden, te dan de besitos…

No me parece que esta obra teatral encierre, aunque lo aparente, una diatriba contra los hombres o que sea una obra de tesis propia de los panfletos feministas. Ni una cosa ni otra: ni es una obra en contra de los hombres ni me parece una obra panfletaria. Creo que simplemente muestra la condición humana de nuestro tiempo subsumida en la conflictuada vida de tres mujeres que han dejado de ser jóvenes y tienen que adoptar una nueva vida en la que ya no serán hijas de familia, no serán estudiantes sin más compromisos que la escuela, sino que deben incorporarse al mundo de las mujeres de treinta y tantos años de edad en una sociedad neoliberal muy exigente y prejuiciosa.



No es una obra contra los hombres porque tan frágiles o dañinos se nos muestran ellos como ellas. Por otro lado, el sentido del humor y las constantes alusiones le imprimen a esta comedia un ritmo y un tiempo veloz que hacen la velada teatral se le pase al espectador sin darse cuenta.

Por otro lado, la obra se desarrolla en tres tiempos. El espectador conoce, en un primer momento, el tiempo central de la acción; en éste se muestra la frustración e ira de las tres mujeres. Luego, a través de un flashback, se retrotraen los hechos algunos años (en el mismo restaurante y en un similar reencuentro festivo que concluye en lágrimas) para mostrarnos los orígenes de esa amistad y de lo que dio inicio a esa vida de frustraciones; por último, la acción concluye cuando las amigas, convocadas una vez más por sus rituales se reencuentran por tercera y última vez para hablar de cómo cada una de ellas enfrentó su frustrante realidad y cómo le dio a su vida la solución que pudo darle.

Sigmund Freud, en Tres ensayos para una teoría sexual cuenta el caso de una paciente que tenía grandes dificultades para adaptarse a su realidad social. Al final de la explicación el neurólogo austriaco concluye que un sentimiento medianamente asumido de frustración es el síntoma evidente de adaptación. Estas tres tristes mujeres de alguna manera reconocen que han caído en una trampa que la sociedad les ha puesto. En la escena final, cada una ha introducido un cambio radical en su vida. El público no puede sino preguntarse si estas mudanzas han sido benéficas o, por lo contrario, ellas siguen cometiendo las mismas puntuales meteduras de pata.




No es fácil saber esto. Quizá cada uno tenga para sí una respuesta propia. Por otro lado, no hay una solución homogénea a los problemas, como no hay una varita mágica que arregle nuestras vidas. Múltiples y graves cosas dicen Elena Guiochins con la manera en cómo concluye la historia de sus tres mujeres. El público debe ir a ver esta entretenida comedia que lo hará reír y reflexionar. De esa manera podremos saber si ellas han dado en el clavo y por fin son felices, o, por el contrario, de nada les han servido esos cambios radicales.

*Tercia de reinas, producción: Universidad de Guadalajara, CUSUR. De Elena Guiochins, dirección: Rosy Arellano, con: Daniela Calderón (Soledad), Darinka Rodríguez (Dolores), Betsaida Rodríguez (Milagros), Diego Ramos (mesero 1) y Oswaldo Hernández (mesero2).  Duración: 78 minutos.



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