Un
momento por favor
J.
Jesús Juárez Martín
La
violencia social creciente en nuestro México, es preocupante para las
autoridades que son rebasadas o inclusive generadoras por la corrupción de
cierta violencia alternativa por sus elementos que, capacitados para enfrentarla
y erradicarla, se suman a funciones delictivas. No es imaginación son los
testimonios informativos de los medios, “retenes desautorizados”,
“participación de activos en diversos grupos de organizaciones delincuenciales”.
Vivimos
en una ciudad media, con rasgos de cierta cortesía en la vialidad citadina de
cada día, una tranquilidad ciudadana en el ir y venir por las calles de la
comunidad, un tránsito cada vez mayor, conflictivo en determinadas horas y
zonas escolares y comerciales, donde el uso de la servidumbre de paso de
banquetas y calles se trasgreden los derechos de los más por los menos en
doble, triple filas, sentido contrario.
El
conocimiento y respeto al Reglamento de Tránsito de esta Ciudad Guzmán, sería
un buen instrumento para sentirnos con menos riesgos viales. Menciono algunos
aspectos que no se respetan, aunque por lo consciente como se realizan las
faltas, cuidamos nuestra seguridad, pero no se cumple con la normatividad del
Reglamento y eso representa un riesgo continuo que puede cobrar víctimas
innecesarias. Los semáforos son señales para la seguridad vial de peatones,
ciclistas, motociclistas y choferes de automotores y por lo general los
peatones no esperamos la luz verde, basta que no vengan vehículos para cruzar
la calle, los aparentemente inofensivos ciclistas, por los tramos de ciclovías,
lo hacen en los dos sentidos y no de acuerdo a la circulación señalada a la
calle.
La
Educación Cívica, incluye la Educación Vial educación para la ciudadanía en su
movilidad en especial en las poblaciones medianas a grandes urbes, una
formación ciudadana dirigida a las seguridades para todos y fortalecer la
sociabilidad en la convivencia de todas las personas.
Hace
décadas que el Civismo, se excluyó de los programas escolares y su ausencia,
tiene consecuencias negativas, cuando menos multiplica los riesgos, la actitud de respeto, observancia y respaldo
que dábamos a las normas que rigen la vida colectiva, se cumplen menos. Damos
muestras de civilidad cuando cuidamos del ornato de las zonas verdes de la
ciudad, cuando depositamos la basura en lugares exprofeso, cumplimos con el
Servicio Militar a los dieciocho años, no obstaculizar de paso de autos en el
uso de su cochera...
La
cortesía es una virtud que ejercitamos, cuando respetamos y buscamos hacer
respetar las reglas de conducta que sabemos son positivas para nuestra
colectividad. Demostramos el civismo, cuando velamos por el ornato y aseo de la
ciudad; cuando cumplimos el Servicio Militar Obligatorio; cuando ejercemos
nuestro derecho de voto en las elecciones; cuando pagamos los impuestos
correspondientes, etc... se asumen determinadas formas de conducta,
favoreciendo siempre al grupo social y si la mayoría lo aceptan, se mejora la
convivencia.
Lo
más importante es que se van haciendo formas conductuales que los niños las
asumen como normas de hacer y de conducta positiva en la sociedad; si en la
comunidad misma se vive con respeto, se fortalecen los derechos de todos que se
cultivan en la convivencia, al comprenderse que el cumplimiento permite el
beneficio colectivo y de seguridad social, porque nosotros somos los actores y
los beneficiados de esas formas de conducta adecuadas.
Muchos
otros aspectos lesionan a diario la imagen pública de la ciudad, que ni
siquiera imagino, pero que se sufren en cada barrio, calle, por protagonismo de
alguno o algunos que imponen su capricho para transitar por ese lugar o para
hacer uso del estacionamiento de vehículos que por ahí deambulan en la
necesidad de estacionarse.
Hay
un grupo numeroso de motocicletas que por su ligereza y habilidad de quienes las
manejan, se significan en la circulación citadina y peligrosa porque con
frecuencia no respetan señalamientos, semáforos y rebasan sin la prudencia
debida por cualquier lado de los demás vehículos, mostrando sus habilidades
como pilotos, pero no es el lugar para exhibirse y poner en riesgo su propia
seguridad y de los demás, sin embargo parece que nadie experimenta en los daños
ajenos, son un riesgo para todos los que tenemos la necesidad de caminar por
las calles de la ciudad. Ojalá que se obrara con sensatez y hubiese un cambio
colectivo en nuestros habitas en la vialidad citadina.
Finalmente,
sugiero que como peatones que somos, tomemos las medidas adecuadas para nuestra
seguridad y respeto a los señalamientos de tránsito y semáforos... observe como
atravesamos las calles del centro en derredor del mercado Paulino Navarro, la
Calle Reforma desde Hidalgo hasta Primero de Mayo, las calles adyacentes a la
Plaza 5 de Mayo. Gracias a la prudencia de choferes y cuidados de los peatones
en turno, no se causan los accidentes que estamos propiciando a que sucedan.
Ojalá cumpliéramos con el reglamento de tránsito para elevar nuestra mejor
conducta cívica y mayor seguridad vial.
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