Sandra
Guadalupe Cueto López
A
cualquier edad es primordial el desarrollo de la inteligencia emocional, ya que
nos ayuda a conocernos mejor como personas y a comprender mejor a los demás.
Las actividades que se realizan dentro del aula son el principal vínculo entre
docente y alumno, en donde se pone en juego la carga emocional y afectiva de
ambos.
“A
grandes rasgos la inteligencia emocional es la habilidad para tomar conciencia
de las emociones propias y ajenas, y la capacidad para regularlas”.
La
metodología más eficaz es aquella basada en los conocimientos previos de los
alumnos, de sus intereses y necesidades personales y sociales y en sus
vivencias directas. Para ello el docente puede apoyarse en recursos didácticos
(imágenes, fotografías, canciones, cuentos, juegos, videos, objetos, etc).
Es
recomendable que en la escuela se disponga de un espacio abierto en donde desde
una cierta comodidad corporal se puedan exponer, compartir y vivenciar
situaciones de aprendizaje emocional y favorezcan la comunicación visual y
corporal de los alumnos.
“La
capacidad de reconocer, comprender y conectar con las emociones ajenas nos
permite entender el punto de vista de los demás y la emoción desde la cual
viven un suceso”.
Es
muy importante el rol del docente en la educación emocional, ya que por
imitación el alumno aprende a desarrollar y a poner en práctica su propia
inteligencia emocional. El docente con sus actitudes y comportamientos puede
ofrecer un ambiente de seguridad, respeto y confianza ante sus alumnos; por
ejemplo: el docente transmite y contagia su estado emocional a través de la
comunicación verbal y no verbal, como gestos, tono de voz, contacto físico,
etc.
En
lo que a inteligencia emocional se refiere, el docente tiene un papel
fundamental en la aplicación de programas de esta índole ya que es el referente
inmediato de sus alumnos, es por ello que debe sensibilizarse y formarse a
través de cursos, talleres, lecturas, intercambios de experiencias, etc.
Es
útil que el docente desarrolle algunos ejercicios prácticos y atractivos para
los alumnos en donde se favorezca la inteligencia emocional, es importante
llevarlos a cabo de forma intencional y sistemática, durante el desarrollo es
relevante el entusiasmo del docente; en la medida en que este lleve a cabo
dichos ejercicios por propia convicción, los resultados serán más efectivos.
La
educación emocional debería tener continuidad a lo largo de toda la vida
escolar; así como también dentro de la familia, las actividades extraescolares,
los tiempos libres, etc.
“Cuando
se trata de desarrollar emociones, todo el proceso vital debe convertirse en el
escenario de cambio, porque la vida misma es la mejor de las escuelas”.
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