Un
momento por favor
J. Jesús Juárez Martin
J. Jesús Juárez Martin
Entre
la cantidad de conductas detestables entre nosotros los ciudadanos, hay algunas
calificadas como gravísimas según los
criterios de la ley y de repugnantes por los juicios sociales de respeto y
cuidado a los menores de edad, y sin embargo no se puede asegurar que eso no
sucederá cercano a nosotros, a nuestro afecto, porque las conductas humanas son
decisiones personales y ciertamente la educación nos da modelos de acción y
formación, pero las circunstancias pueden ser en contra de la legalidad de lo
que llamamos principios de rectitud,
moralidad y quienes realizan esas acciones son los culpables de tales abusos. Me refiero a lo que el Código Penal considera
como conductas, ataques sexuales, engaños contra menores de edad por parte de
personas adultas en perjuicio de los ofendidos o víctimas que, aunque lo
aceptaran, no tienen capacidad moral de elegir y son engañados, aquí hablamos
de todo lo que conocemos como pederastia.
No
lo menciono porque sea una novedad como alguna droga de moda,
desafortunadamente, siempre ha existido este flagelo y las víctimas de hecho
sufren ese trauma de por vida, muchas veces le condena a una vida indigna que
no eligieron, que los arrojaron, abusados en su integridad y dañados de por
vida. Muchos otros felizmente lo superaron y son ciudadanos digamos semejantes a
nosotros en su conducta ciudadana con una experiencia, superada, que tal vez sean
distinguidos por sus aciertos y conductas adecuadas en su familias y
comunidades.
No
se pretende señalar a alguien en particular, sino comentarlo como falta
gravísima e inaceptable, aunque sea un delito recurrente en todos los lugares,
alejados, citadinos, en lugares impensables, lejanos a la convivencia, en la
familia, en lugares educativos, de formación humana, destinados a la formación por la más diversa
clase de delincuentes y uso este calificativo tomado del Derecho Penal, porque
quien infringe alguna norma de este rígido código ante la ley y ante la sociedad
es: Un delincuente.
Se
considera el abuso sexual infantil o pederastia a toda conducta en la que un
menor es utilizado como objeto sexual por parte de otra u otras persona, ya sea
mediante la violencia, el engaño, la astucia o la seducción, supone, ante todo
y por encima de cualquier otra opinión, un delito con la que mantiene una
relación de desigualdad.
En
Sacramento California E. U. A. se procesa un juicio en contra de un líder religioso
mexicano, presuntamente culpable de estas faltas por lo que fue acusado y
detenido, a pesar de que en una cantidad enorme de correligionarios no lo
considera así, sino que aseguran es un ataque personal y una falacia criminal a
su líder.
Hemos
conocido de muchos otros penosos e indignantes hechos, ya juzgados y los
responsables han sido personajes que supuestamente ni sospechosos eran en
semejantes delitos contra los menores de edad que fueron atacados, y que en
infinidad de casos las acusaciones fueron después de muchos años y por denuncia
de las víctimas, no sólo fue señalamiento, hubo expulsiones de corporaciones, a
las que pertenecían, cárcel y sobre todo el látigo social de señalamiento como delincuentes.
Actualmente el mundo mismo pide y acepta que
sea el Estado quien juzgue estos hechos, para evitar la impunidad o la
sobreprotección a los responsables.
Menciono
algunas generalidades de estos abusos que se presentan en estadísticas y
existen estos ataques a los menores en todas las clases sociales, pueblos,
ciudades y formación escolar y se suceden de continuo.
El
ámbito en que más casos se conocen es al interior de los hogares, y se inician
con tocamientos por parte de algunos familiares que parecen que las o los aman
y conocidos a la familia, el porcentaje se ubica entre estos atacantes de un 65
a 85% de los ofendidos. Existen agresores también desconocidos que se muestra
en un exhibicionismo o simplemente los atacan y violentan para cumplir sus deseos
y estos agresores reprendan de un 15 al 25% para completar a totalidad de lo
que se hace público por la justicia, denuncias, persecuciones o castigos.
Una
sugerencia para usted que tiene menores en su familia: Que sus niños le
correspondan el cariño, la comunicación y la confianza que usted les profesa,
necesarias para que usted le platiquen las conductas ajenas y relaciones que
pueden ser de riesgo en la integridad infantil de sus seres amados, de quienes
se acercan a sus hijos.
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