Tecalitlán
en la historia
René
Chávez Deníz
El
personaje al que me refiero en este pequeño espacio, se llamó Federico Ochoa
Ochoa, nació el 10 de febrero de 1907 en la ex hacienda de la Purísima,
municipio de Tecalitlán, Jalisco. Fue hijo de los hacendados Federico Ochoa y
Elena Ochoa.
Sus
primeros años de vida los vivió en la Purísima, a los tres años de edad de
Federico, murió su padre, por lo que su madre se vio en la necesidad de vender
“La hacienda de la Purísima” y se fue junto con su familia a vivir a
Guadalajara en donde adquirió céntrico hotel localizado en las esquinas que
forman las calles Colon y López Cotilla, en donde la pequeña familia trabajaba
para salir adelante. La madre de Federico envió a estudiar al niño a Estados
Unidos, donde curso la primaria y secundaria, como joven sintió nostalgia por
su familia, regreso a la perla tapatía. Una vez estando en esta ciudad le nace
la inquietud por la tauromaquia, se dedica a torear vaquillas.
Debido
a su entusiasmo y perseverancia logró acomodarse como novillero, alternando con
grandes figuras del toreo de ese tiempo, entre otros con “El califa de león”
“Rodolfo Gaona” y “Juan Monrro y el Niño de la paja” por mencionar algunos.
Después de algún tiempo desiste y deja esta profesión.
Doña
Elena como toda buena madre le insiste al joven Federico que vuelva al estudio,
atendiendo los consejos de su señora madre emigra a la ciudad de Nueva York en
donde se inscribe en la academia americana de arte dramático, graduándose con
altas calificaciones por lo que todos le aseguraban un buen éxito en dicha carrera.
Después
de esta etapa se tuvo que regresar de la ciudad neoyorkina debido a que su
madre se puso delicada de salud y una vez que se restableció la señora, el
joven Federico se fue a México, en donde se inscribió en una academia de arte
dramático, en donde fue aprobado como un excelente actor solo que nunca trabajo
en esa profesión. Su familia gozaba de una buena posición económica, Federico
se dedicaba a despilfarrar con sus amistades el dinero de su familia,
convirtiéndose en un vago sin oficio ni beneficio.
En
1946 falleció su madre. Ya por este tiempo también había fallecido sus hermanos
por lo que fue declarado heredero universal de los bienes y fortuna de su madre
que en ese tiempo se acercaban a los tres millones de pesos de los buenos (de
plata) ya se imaginan la gran fortuna que recibió.
Si
de por si nuestro personaje daba rienda suelta a los placeres en vida de su
madre, ya se imaginan sin tener quien lo apretara.
La
vida siguió su curso Federico se dedicó a disfrutar al máximo la cuantiosa fortuna,
de por si el dinero cuidándose apenas alcanza, ahora malgastándolo más pronto
se acaba y fue precisamente lo que pasó con dicha herencia ¡Se acabó!
De
ahora en adelante a trabajar y aquí empezó la cuesta arriba de Federico… ¿que
iba a hacer si no estaba acostumbrado a trabajar?.
Lo
irónico de la vida le sucede a Federico. En su familia siempre tenían chófer particular y fue precisamente uno de los primeros trabajos que consiguió, como chófer de una familia de ricos, al poco tiempo renuncio debido a que no le
resultaba fácil adaptarse a su trabajo.
En
1950 cuando estaba pasando las primeras malas rachas económicas cuando contrajo
nupcias con la señorita Paquita Vázquez, de esta unión nació su única hija
Mónica.
En
1952 cuando en forma accidental empezó a laborar como “payaso” ya que un
comerciante de ropa del centro de Guadalajara le ofreció trabajo para anunciar
sus ofertas, pero para eso tenía que ponerse una máscara para llamar la
atención de los clientes, trabajo que acepto porque no le quedaba de otra.
Entonces Federico le propuso al dueño de la tienda que a lo mejor funcionaba
esto vestido de payasito, propuesta aceptada y desde ese día se dio cuenta que
ese sería su destino.
A
partir de entonces utilizo el nombre de “Firulais” nombre con el que se hizo
popular, trabajó un tiempo en el canal cuatro de televisión Guadalajara,
dándose cuenta que le gustaba a la gente especialmente a los niños, lo que poco
a poco lo convirtió en un auténtico payaso.
A sus
ochenta años de vida Don Federico tuvo de todo y perdió todo, debido a sus
excesos cometidos, en los últimos años de vida se le veía sentado en una silla
de ruedas solicitando apoyo económico, también escribió un folleto donde daba a
conocer sus datos biográficos.
A
continuación por considerarlo como un complemento a este pequeño homenaje a Don
Federico Ochoa, retomo un poco de lo que público en el diario “El Occidental”,
el día de su muerte ocurrida en mayo de 1988 escrito por Don Enrique Deustúa
Ramírez.
El
hombre que protagonizó toda su vida el tema “De millonario a mendigo”, firulais
se reía patéticamente de la vida la tomaba en broma y hacia broma de todo,
tenía los modales de un caballero y con las damas era aún más caballeroso, en
las casas donde actuaba como payaso y en la calle.
Este
excéntrico tecalitlense que era miembro de millonaria familia heredó una gran
fortuna que dilapido viajando por todo el mundo gastando a manos llenas y quedo
en la más completa ruina, filosofaba de la misma vida y también lo golpeo
durante los últimos años de su existencia en que su único consuelo fue su hija
Mónica.
El
cuerpo de Don Federico Ochoa Ochoa “Firulais” se está velando con conocida
funeraria, en donde no pudimos recabar ningún dato porque nadie estaba al lado
de su féretro, ayer al medio día. Tal vez la hija anduviera consiguiendo dinero
para la inhumación.
El
empleado encargado de la funeraria informo que ignoraba todo y que había oído
iban a incinerar los restos pero que no sabía el destino final de Don Federico
Ochoa “Firulais”.
¡Descanse
en paz! Estamos seguros que alguien o algunos ahora que falleció Don Federico
buscaran el rehacer algo de la interesante vida del personaje que fue Don
Federico mejor conocido como el payaso “Firulais” otros pedirán el poner su
nombre a una calle o bien recordarlo con un acto cívico. Así termina su
comentario Don Enrique Deustua Ramírez.
Y
yo agrego: Como haya sido, “Firulais”, es un personaje que ya forma parte de la
historia no solo de Tecalitlán si no de Jalisco, falleció el 24 de mayo de
1988.
“Más
tiene el rico cuando empobrece, que el pobre cuando enriquece”.
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