Consultorio
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Héctor
Olivares Álvarez
Don
Valentín encarna fielmente al personaje icónico de la novela “La vida inútil de
Pito Pérez”, de don José Rubén Romero. Un andar desgarbado, sombrero ajado
cubriendo su hirsuta cabeza, una mirada inquisitiva y burlona y dueño de una
historia conmovedora. Coincidentemente él también es michoacano de nacimiento,
aunque no de Santa Clara del Cobre, como el genial Pito Pérez. Nunca ha oído
hablar de ese personaje y tampoco ha leído la novela.
Hace
un par de meses llegó al Centro de Salud envuelto prácticamente en una maraña
de lazos que cruzaban sus hombros y espalda, de los cuales, atados por pequeñas
cuerdas, pendían guitarritas, violines y sillas de madera en miniatura. Ahí confirmé
la epifanía que tuve entre don Valentín y el tal Pito Pérez.
Hoy,
después de varias consultas, conversamos ampliamente sobre su problema. No es
que no pueda dormir. En realidad, le da miedo dormir, por eso se despierta casi
de inmediato, porque siente que si se duerme van a pensar que está muerto y no
quiere que lo vayan a enterrar así.
<<No puede dormir y menos si me quedo boca
arriba. Lo que pasa en que si duermo en esa posición me despierto, pero no
puedo moverme. Es como si fuera un sueño, pero yo sé que no es eso, porque mi
mente está completamente despierta, escucho todo lo que pasa en la calle, puedo
ver la luz que dejo prendida en el baño, pero no logro moverme ni un tantito.
Entonces me entra como un susto y comienzo a gritar, pero qué me gano, no puedo
mover la lengua, menos la boca. Por más que le ordeno a mi cuerpo que se pare,
no sucede nada. Me concentró en una parte de mi cuerpo, en un dedo, en una
ceja, en la nariz ¡nada! Haga de cuenta que me quede como estatua, como una de
las imágenes de San Dimas que tengo en mi casa.>>
La
peor parte es el pánico. Al estar despierto, don Valentín quisiera que sus
pulmones aspiraran profundamente y con fuerza, que su garganta se expandiera y
que el pecho se le agrandara para poder respirar profundamente. Pero su cuerpo,
aun dormido fisiológicamente, apenas es capaz de tomar unos pequeños sorbos de
aire. Siente que se sofoca, y el pánico recrudece la sintomatología. Incluso siente
claramente como se le cierra la garganta.
<<Es como si alguien se me subiera al pecho y
no me dejara respirar. Algunos vecinos a los que les he platicado me dicen que
rece un padrenuestro para que se me baje el ánima del muertito.>>
La
historia de don Valentín no es única. Algunas personas que padecen de parálisis
del sueño suelen pasarla peor. Don Valentín logra superar el episodio una vez
que logra realizar algún movimiento de su dedo meñique, los episodios de otras
personas pueden alargarse durante horas o incluso días enteros.
Alrededor
de esta condición se han tejido a lo largo de los años algunas historias o mitos
como el de la muerte del actor mexicano Joaquín Pardavé, el cual, según la
leyenda urbana, habría sido sepultado vivo debido a cierto estado “cataléptico” que padecía (trastorno del
sistema nervioso caracterizado por la pérdida momentánea de la movilidad y
sensibilidad del cuerpo). En la medicina tradicional mexicana se habla de una
condición similar a la que plantea don Valentín, que hace referencia a la
presencia de un ser maligno –una bruja, un nahual- que presiona el cuello asfixiando
al individuo. En Brasil de habla de “la
pisadeira”, en Europa del “síndrome
de la bruja nocturna”. El término “mare
de nightmare” (pesadilla en inglés) hace referencia a una bruja que
disfruta poniéndose en cuclillas sobre el pecho de las personas.
Evidentemente
que esta anormalidad, la parálisis del
sueño, no conduce a nada sobrenatural. La explicación, por el contrario,
habla de una de las consecuencias natural de como trabaja el cerebro. En el
fondo de nuestro cerebro hay un abultamiento de apenas 2.5 cms. de diámetro (puente de Varolio), el cual inicia el
sueño mandando señales a otra parte del cerebro donde los sueños adquieren
vida, a la vez que avisa a la medula espinal a fin de que los músculos que se
pongan flácidos. Esta condición temporal evita que nos levantemos en medio de
una pesadilla intentando golpear a nuestros demonios. Sin embargo, para obtener
oxigeno mientras soñamos, el cerebro ordena al puente de Varolio que deje de
paralizar los músculos, y si por alguna razón este órgano no obedece, el
cerebro logra despertar un poco la mente, pero no puede cerrar la llave de las
sustancias químicas que ordenan la parálisis y los músculos permanecen
flácidos, por eso el individuo no puede moverse y consecuentemente se estimula
una parte del cerebro que amplifica el temor y de ahí al pánico. Palabras más
palabras menos, así se lo explico.
Don
Valentín me mira dubitativo, su sonrisa burlona se amplifica <<Ya tengo
el remedio, me dice>>, sin mencionarme cuál.
¿Y
si no le funciona don Valentín?
Pos` ya
que médico. Que sea lo que Dios quiera.
Me
hizo recordar la voz narrativa de la “La
amortajada” de María Luisa Bombal, “En
la obscuridad de la cripta, tuvo la impresión de que podía al fin moverse. Y
hubiera podido, en efecto, empujar la tapa del ataúd, levantarse y volver
derecha y fría, por los caminos, hasta el umbral de su casa. Pero nacidas de su
cuerpo, sentía una infinidad de raíces hundirse y esparcirse en la tierra como
una pujante telaraña por la que subía temblando, hasta ella, la constante
palpitación del universo”.
Buen texto. Está la explicación científica. En lo personal he experimentado cinco veces con "La subida del muerto". Hasta he visto marcharse la sombra cuando he logrado "bajarlo" de mi cuerpo.
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