Héctor Olivares
Un domingo cualquiera Paul Auster recibe la noticia que
su padre ha muerto. Pese al carácter repentino e inesperado del deceso, Auster
lo toma con calma, da la impresión, dice, de haber estado “preparado para aceptar esa muerte”. Durante el trayecto a la casa
de su padre, distante algunas horas de la suya, tendrá tiempo de reflexionar sobre
la vida, la muerte, sobre ese hombre distante, huraño, “invisible para los demás y muy probablemente para sí mismo”,
pero ante todo lo agobia la certeza de que un hombre como su padre, pronto será
olvidado. “Con el tiempo será como si
nunca hubiera existido”, se repite angustiado. Antes de partir ya ha tomado
la decisión de escribir sobre ese ser rutinario,
obstinado, perpetuo forastero de sí mismo y turista de su propia vida. “Si no hago algo deprisa su vida entera se
desvanecerá con él”. Se da cuenta que esta vez no se trata de una ausencia
más, sino de la certeza de que su padre se habrá marchado para siempre sin
dejar ningún rastro.
“La invención de la soledad”, Paul Auster; Colección compactos Anagrama |
Se trata de un
libro excepcionalmente profundo, reflexivo que, como se menciona en la guarda
de forros, oscila entre “la memoria, el ajuste de cuentas y la investigación de
la novela familiar”. Se trata de una retrospectiva prousiana que desmenuza la
vida familiar y personal hasta encontrar las partículas elementales con las
cuales, el autor, busca penetrar la soledad de ese otro que era su padre y tal
vez, de manera inconsciente, hurgar dentro de la suya propia, de expiar sus
remordimientos:
<<Ahora
me doy cuenta de que debó de haber sido un mal hijo. O si no exactamente malo,
al menos decepcionante>>”.
Reconstruir su
historia familiar y personal evocando un tiempo pasado, que en ocasiones le
parece inasible y ajeno, mientras recorre la casa, hurgan en los cajones, en
las cartas insospechadas, fotografías reveladoras de un pasado turbio, confuso.
<<Cada vez que abría un cajón o metía la cabeza en uno de sus armarios,
me sentía como un intruso, un ladrón saqueando los lugares secretos de la mente
de un hombre>>”. Piensa, mientras revisa las pertenecías de su padre La invención de la soledad, es una obra tan
profunda como absorbente, una confesión dolorosamente sincera, que envuelve al
lector desde el primer párrafo, obligándole a “escribir” su propia historia, su
propio ajuste de cuentas y no necesariamente con un padre muerto, sino con aquel
que, estando vivo, pero distante, en realidad no conocemos nada de él.
La muerte
tiene matices, puede ser prevista o inesperada, impuesta o provocada, solitaria
o acompañada, y cada una entraña una particular forma de “vivencia”. La
diferencia tal vez estriba que en la muerte “esperada” el individuo tiene
tiempo para reflexionar acerca de su vida y de su muerte y entre los familiares
hay una cierta comprensión hacia el destino del enfermo y una cierta sensación
de alivio cuando la muerte se hace presente. Pero cuando ocurre de manera
repentina, como en el caso del padre de Paul Auster, el estupor y el dolor de
la pérdida recae en los familiares, en los amigos cercanos, quienes viven una
experiencia agudamente traumática, en los cuales la meditación y el sentido de
precariedad de la existencia, a la inversa de la muerte “anunciada”, ocurre
después de la muerte del individuo. Auster, nos habla de un dolor diferente,
algo que tiene que ver con la muerte física, pero más con la posibilidad del
olvido, de ese dolor que provoca la certeza de que un ser querido, en este caso
su padre, “se habrá marchado de este mundo sin dejar rastro alguno”, o peor
aún, de que alguien lo recordará de una manera vaga o equivoca. Certeza que no
va dirigida únicamente para los demás, sino para sí mismo: <<si cuando
estaba vivo no hice otra cosa que buscarlo, intentar encontrar al padre que no
estaba, ahora que está muerto siento que debo seguir con la búsqueda. Su muerte
no ha cambiado nada; la única diferencia es que me he quedado sin tiempo>>.
Aún hay tiempo. No lo desperdicie.
*“La invención de la soledad”, Paul Auster; Colección
compactos Anagrama.
**El agregado es mío.
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