Los
logros de la ciencia son a todas luces incuestionables. Nos ha proporcionado
una gran capacidad para explicar, controlar y transformar al mundo. La
importancia de la ciencia aumenta, entre otras razones, porque ha profundizado
en lo que se ha dado en llamar la sociedad del conocimiento. Una sociedad
en la cual la jerarquía del conocimiento crece constantemente en la medida que
se aplica a procesos productivos y de servicios, y repercute en la vida
personal y familiar del individuo. Pero la ciencia en estrecha relación con la
tecnología pero se no garantizan la mejora social. La razón es simple:
la ciencia hace poderoso al que la genera y sirve a quien la posee. Que tenga
un beneficio depende de individuos, empresas y gobiernos inmersos en la
política y la economía, y por la moral que detentan.
En
el mundo de la ciencia hay países económicamente poderosos y socialmente
desarrollados que llevan la delantera: Estados Unidos, China, Reino Unido, Alemania,
Japón, India, Francia y Rusia, por referir algunos. Los países juntos de
América Latina apenas representan el 1 % de la inversión en el mundo. En razón
de ello mantenemos una relación de dependencia con otros países que invierten
más y preparan cada vez más recursos humanos de alto nivel para que hagan
ciencia no solo desde las universidades, sino desde la empresa en el sector
productivo donde mantienen una estrecha relación. Mientras ellos siguen
formando doctores, invirtiendo en ciencia –solo Estados Unidos y China
invierten el 27 y 21 por ciento del total de la inversión mundial en
investigación y desarrollo-, en México el gobierno ha estimado que la ciencia
no es importante.
Hay
por lo menos tres signos inequívocos de ello: El primero es el recorte de 3 mil
millones de pesos aplicado al CONACyT, equivalentes al 12 % de su presupuesto.
Un segundo es que la ciencia no se mereció cinco renglones en el Plan Nacional
de Desarrollo presentado al Congreso de la Unión, que, además fueron expresados
sin objetivos ni metas; el tercero es que, si un investigador que debe trabajar
con pares en el extranjero en proyectos conjuntos debe acatar un memorándum del
presidente mediante el cual, el titular del ejecutivo es quien autoriza viajar
al extranjero. Leyó bien, ¡por el presidente! Porque a su juicio le parece
que viajan demasiado. Sin apoyos para sus proyectos, sin poder viajar al
extranjero para ampliar su visión y concepción científica y disciplinar, sin
tener rumbo en el plan, y con el estigma de la desconfianza en la espalda, quien
quiere ser científico.
*Director
de Educación Media Superior (SE Jalisco).
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