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lunes, 24 de junio de 2019

Hablando en torno de la práctica docente y práctica educativa




 

*Leticia López del Toro


Cuando se habla de Práctica docente, tradicionalmente se piensa en una actividad social que ejerce un profesor al dar clase, sin embargo, concebirla sólo como actividad reducida al salón de clase no es suficiente.  Reconocer la práctica docente implica considerarla como “una praxis social objetiva e intencional en la que intervienen los significados, las percepciones y las acciones de los agentes implicados en el proceso: maestros, alumnos, autoridades educativas y padres de familia, así como los aspectos políticos institucionales, administrativos y normativos que, según el proyecto educativo de cada país, delimitan la función del maestro” (Fierro, 1999: 21).

En efecto, la práctica docente se concibe como el conjunto de situaciones, que configuran el quehacer del profesor y de los alumnos, y ésta se realiza en función de determinados objetivos de formación que se circunscriben a las actuaciones que inciden directamente sobre el aprendizaje de los alumnos. Vale la pena decir que como docente tengo la posibilidad de recrear este proceso y darle un significado propio al quehacer cotidiano, que me ayuda a aprender y a enriquecerlo continuamente.

Es necesario distinguir ahora la Práctica educativa, entendida como “…la acción intencional objetiva cuyo fin es educar, inseparable del medio que se usa y del ‘bien’ que se consigue. Es decir, se trata de acciones observables que efectivamente educan” (Bazdresch, 2000:44). Se entiende entonces, que el docente es un profesional que emplea su conocimiento para resolver el problema acerca de cómo alcanzar las metas educativas que los programas de estudio de la institución plantean. 




Así, se concibe como una práctica más amplia definida por un conjunto de situaciones enmarcadas en el contexto institucional y que influyen de forma indirecta en el proceso de enseñanza-aprendizaje; cuestiones más allá de las interacciones entre profesor y alumnos en el salón de clases, determinadas en gran medida, por las lógicas de gestión y organización institucional del centro educativo. Bazdresch (2000), señala algunas influencias decisivas que pueden definir las acciones que constituyen dicha práctica: contextos, sujetos y contenidos.

Así pues, la práctica educativa del docente se considera como una actividad dinámica, reflexiva, que comprende los acontecimientos ocurridos en la interacción entre maestro y alumnos. Ésta no debe limitarse al concepto de docencia, centrándose en los procesos educativos que se dan en el aula, incluye la intervención pedagógica ocurrida antes y después de los procesos interactivos en el salón de clases. Por tanto, la planificación y la evaluación constituyen piezas indispensables en toda práctica educativa.

En definitiva, diferenciar entre práctica educativa y práctica docente es esencialmente de carácter conceptual, ya que estos procesos se influyen mutuamente.


*Asesor académico CAM Cd. Guzmán.



REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Bazdresch, M. (2000). Vivir la educación, transformar la práctica. Guadalajara, Jalisco, México. SEJ

Fierro, C., Fortoul, B. & Rosas, L. (1999). Transformando la práctica docente. Una propuesta basada en la investigación-acción. México. Paidós.



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