Héctor
Olivares Álvarez
Es
cierto que la relación entre ambos era distante, pero eso no significaba que no
pudiera advertir, donde los demás veían un síntoma más de la vejez, que algo
incierto se abría paso en el cerebro de ella.
Típica
matriarca al estilo de “las familias de antes”, siempre estaba activa, yendo de
un lado para otro de su casa, repartiendo órdenes, preparando los alimentos,
lavando los trastes, hasta que finalmente, haciendo de la cocina su puesto de
mando, se daba una pausa para entretener a los nietos. La sonrisa en sus labios
delataba la satisfacción que sentía al ver a la chiquillada devorar las
golosinas que generosa repartía entre ellos.
Hará
cosa de un par de años, comenzó a comportarse de manera extraña: omisiones
leves, llaves olvidadas, nombre confundidos, palabras inconclusas. Hasta que un
día su rostro dejó de ser el mismo. Sus amplias sonrisas empezaron a
convertirse gradualmente en expresiones de duda, de temor. Se notaba retraída,
distante. Su mirada, antes inquisitiva, inquieta, ahora reflejaba duda, como si
algo irremplazable se le estuviese perdiendo para siempre.
Con
setenta y tantos años de vida, las enormes privaciones que había sufrido desde
niña y con más de una docena de partos en su haber, los diagnósticos iniciales:
cansancio crónico, estrés, demencia senil, etc., parecían satisfacer las dudas
y expectativas de los demás. Al poco tiempo le diagnosticaron Alzheimer.
La
enfermedad de Alzheimer es un trastorno progresivo que hace que las células del
cerebro degeneren y mueran, alterando las habilidades de pensamiento,
comportamiento y sociales que altera la capacidad de la persona para funcionar
de manera independiente. Es una enfermedad que inexorablemente erosiona la
memoria del individuo, esa extraordinaria facultad que define nuestra autobiografía,
el relato mismo de quienes somos. El Alzheimer “es un abismo tenebroso que
desconecta a una persona de su mundo”.
Pero
si la descripción y pronóstico de la enfermedad suena devastador para el
enfermo, lo es aún más para la familia. El Alzheimer es una enfermedad que
exige la atención de todos, que provoca un desgaste emocional entre los
miembros de la familia, que a fin de cuentas no pueden hacer otra cosa que
mirar como su ser querido se va desvaneciendo poco a poco y para siempre.
A
más de cien años que el psiquiatra alemán Louis Alzheimer describiera por vez
primera esta “peculiar” enfermedad, la comunidad científica mundial sigue
intentando desenmascarar y desarmar esta temible condición. La investigación farmacológica
promete. ¿Hasta cuándo? Nadie lo sabe.
En
lo que sí existe un consenso es que el diagnóstico temprano es fundamental. En
primer lugar, si usted o alguien de su familia tiene problemas de memoria que
le preocupen, problemas que parece ser algo más que los propios del
envejecimiento, acuda con su médico. Persuadir a alguien que está padeciendo un
trastorno mental a que acuda al médico es sumamente difícil, recuerde que el
Alzheimer es una enfermedad grave y más común de lo que usted podría suponer.
Estadísticas publicadas sobre todo en países desarrollados, señalan que una de
cada tres personas podría desarrollar esta enfermedad en alguna etapa de su
vida. Tan solo en la Unión Europea –por favor, no piense que eso es demasiado
lejos, que ese no es su problema- el Alzheimer está en camino de superar al
cáncer como segunda causa de muerte después de las enfermedades
cardiovasculares. En segundo lugar, pero
no menos importante, permanezca activo y haga vida social el máximo de tiempo
posible. ¡No se aislé! Tener familia, amigos alrededor puede ejercer un efecto
importante en su estado de ánimo y en la sensación de bienestar suyo y de su
paciente. También es bueno, leer, escribir, cantar, bailar, comer bien, beber
menos alcohol, hacer ejercicio y, sobre todo, permanecer mentalmente activo.
Tal vez usted pueda prolongar la aparición de la enfermedad, mientras tanto,
ella, mi “Auguste”* continuará postrada en su cama en un largo y prolongado
adiós hasta desvanecerse.
*Auguste
Deter, fue el primer caso clasificado como Alzheimer el año de 1902.
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