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miércoles, 19 de junio de 2019

Ese tenebroso abismo llamado Alzheimer









Héctor Olivares Álvarez


Es cierto que la relación entre ambos era distante, pero eso no significaba que no pudiera advertir, donde los demás veían un síntoma más de la vejez, que algo incierto se abría paso en el cerebro de ella.

Típica matriarca al estilo de “las familias de antes”, siempre estaba activa, yendo de un lado para otro de su casa, repartiendo órdenes, preparando los alimentos, lavando los trastes, hasta que finalmente, haciendo de la cocina su puesto de mando, se daba una pausa para entretener a los nietos. La sonrisa en sus labios delataba la satisfacción que sentía al ver a la chiquillada devorar las golosinas que generosa repartía entre ellos.

Hará cosa de un par de años, comenzó a comportarse de manera extraña: omisiones leves, llaves olvidadas, nombre confundidos, palabras inconclusas. Hasta que un día su rostro dejó de ser el mismo. Sus amplias sonrisas empezaron a convertirse gradualmente en expresiones de duda, de temor. Se notaba retraída, distante. Su mirada, antes inquisitiva, inquieta, ahora reflejaba duda, como si algo irremplazable se le estuviese perdiendo para siempre.

Con setenta y tantos años de vida, las enormes privaciones que había sufrido desde niña y con más de una docena de partos en su haber, los diagnósticos iniciales: cansancio crónico, estrés, demencia senil, etc., parecían satisfacer las dudas y expectativas de los demás. Al poco tiempo le diagnosticaron Alzheimer.



La enfermedad de Alzheimer es un trastorno progresivo que hace que las células del cerebro degeneren y mueran, alterando las habilidades de pensamiento, comportamiento y sociales que altera la capacidad de la persona para funcionar de manera independiente. Es una enfermedad que inexorablemente erosiona la memoria del individuo, esa extraordinaria facultad que define nuestra autobiografía, el relato mismo de quienes somos. El Alzheimer “es un abismo tenebroso que desconecta a una persona de su mundo”.

Pero si la descripción y pronóstico de la enfermedad suena devastador para el enfermo, lo es aún más para la familia. El Alzheimer es una enfermedad que exige la atención de todos, que provoca un desgaste emocional entre los miembros de la familia, que a fin de cuentas no pueden hacer otra cosa que mirar como su ser querido se va desvaneciendo poco a poco y para siempre.

A más de cien años que el psiquiatra alemán Louis Alzheimer describiera por vez primera esta “peculiar” enfermedad, la comunidad científica mundial sigue intentando desenmascarar y desarmar esta temible condición. La investigación farmacológica promete. ¿Hasta cuándo? Nadie lo sabe.

En lo que sí existe un consenso es que el diagnóstico temprano es fundamental. En primer lugar, si usted o alguien de su familia tiene problemas de memoria que le preocupen, problemas que parece ser algo más que los propios del envejecimiento, acuda con su médico. Persuadir a alguien que está padeciendo un trastorno mental a que acuda al médico es sumamente difícil, recuerde que el Alzheimer es una enfermedad grave y más común de lo que usted podría suponer. Estadísticas publicadas sobre todo en países desarrollados, señalan que una de cada tres personas podría desarrollar esta enfermedad en alguna etapa de su vida. Tan solo en la Unión Europea –por favor, no piense que eso es demasiado lejos, que ese no es su problema- el Alzheimer está en camino de superar al cáncer como segunda causa de muerte después de las enfermedades cardiovasculares.  En segundo lugar, pero no menos importante, permanezca activo y haga vida social el máximo de tiempo posible. ¡No se aislé! Tener familia, amigos alrededor puede ejercer un efecto importante en su estado de ánimo y en la sensación de bienestar suyo y de su paciente. También es bueno, leer, escribir, cantar, bailar, comer bien, beber menos alcohol, hacer ejercicio y, sobre todo, permanecer mentalmente activo. 

Tal vez usted pueda prolongar la aparición de la enfermedad, mientras tanto, ella, mi “Auguste”* continuará postrada en su cama en un largo y prolongado adiós hasta desvanecerse.



*Auguste Deter, fue el primer caso clasificado como Alzheimer el año de 1902.

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