Víctor
Hugo Prado
En
fecha reciente participé en un taller de planeación para la conformación del
Plan Estatal de Gobernanza y Desarrollo. En él se planteó como objetivo
identificar problemas en distintos temas centrales, para nuestro caso el de
educación, y sobre ellos hacer un análisis de causalidades, identificación de
objetivos y líneas de acción que tiendan a resolver los problemas
identificados.
En
la mesa de educación en la que me tocó participar, junto con representantes de
los sistemas de educación básica, media superior y superior, particulares y
públicos, así como organismos de la sociedad civil, coincidimos que el problema
fundamental que aqueja a la educación es el de la calidad, al considerar que
los estudiantes que van de los tres a los 24 años reciben educación de
baja calidad.
La ausencia de calidad, a su vez,
tiene causalidades dadas: una visión desarticulada de la gestión escolar que no
favorece los liderazgos transformativos; el docente no es considerado como
agente de cambio; se limita su expresión creativa e innovadora; se tiene sobre
él una mirada desvalorizada y desintegrada.
Por otra parte, las escuelas mantienen una infraestructura educativa
poco adecuada que genera escenarios que limitan el proceso de enseñanza
aprendizaje; además de que existe una limitada vinculación entre niveles
educativos, instancias gubernamentales y sociedad. Permeando de manera
transversal una burocracia excesiva en el sistema educativo.
Aunque la calidad tiene muchas
connotaciones, una referencia clave es la agenda 2030 sobre el Desarrollo
Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas que contempla en uno de
sus objetivos globales: "Garantizar una educación inclusiva, equitativa y
de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para
todos" (Naciones Unidas, 2015). Esto implica que el aprendizaje de calidad
no es sólo esencial para satisfacer las necesidades básicas de la población,
sino que también resulta indispensable para fomentar las condiciones que hacen
posible la paz y el desarrollo sostenible en el mundo. Por tendencia mundial,
la calidad educativa ha sido concebida como el logro de indicadores de
eficacia, eficiencia, pertinencia y relevancia, incidiendo en el diseño de las
políticas educativas que se han centrado en este orden. Pero, además de
reconocer la necesidad de mejorar esos resultados, la concepción de la calidad
debe de incluir también otros parámetros calificables que respondan a
referentes humanistas como la dignidad, la solidaridad y la justicia social.
No puede dejarse pasar la oportunidad
de que a través del plan que se construya, establezca como un fin el impulso de
un proyecto educativo que se comprometa con la calidad educativa en todos los
niveles. Considerando además de lo expresado, la formación y mejora de las
competencias de los docentes, la formación integral y para la vida de los
alumnos, la mejora de la infraestructura y la vinculación interna y externa entre
los niveles educativos.
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