Oswaldo
Ramos
Los
símbolos presentes en la administración de López Obrador se han centrado en un
principio que él mismo dictó en su primer intento por llegar al Ejecutivo
Federal en 2006: Primero los pobres, bajo
este matiz es como se ha reorganizado y reestructurado el gasto presupuestal a
fin de ser congruentes con lo que se proclamó como la Cuarta Transformación de
México, una administración que dejaría de lado los excesos, lujos y gastos
exuberantes de la clase política establecida bajo los anteriores regímenes del periodo neoliberal.
El discurso de AMLO se construyó
confrontando al sistema neoliberal, a los grupos de cuates que malgastaban
recursos públicos para beneficiar sus cuentas bancarias. La promesa consistía
en eliminar la corrupción con un recorte sustancial a todos los gastos
innecesarios, que solo mantuviera el privilegio de una cofradía, pues así los
funcionarios actuarían con apego a la ley. Así se concibió toda una línea de
actuación llena de símbolos: la austeridad republicana.
Lo
que en su inicio pareciera indicar una verdadera lucha contra los excesos para
hacer de la función pública un trabajo como cualquier otro, hoy comienza a
cuestionarse, ya que llevar a la práctica estos principios parece desafiar la
concepción teórica. En días pasados pudimos ver en la renuncia de Germán
Martínez, quien se desempeñaba como director del IMSS, un señalamiento claro
hacia el Ejecutivo Federal donde criticaba la forma en cómo se estaba
ejerciendo el gasto en salud pública, señalando que la austeridad no prioriza a
este sector.
Lo
anterior es sumamente alarmante, pues deja muestra de la manera en que se
prioriza el mantener una realidad ilusoria inspirada en el discurso de
austeridad a costa de una mala distribución del erario. Recortar gastos no es
sinónimo de saber cómo manejar y redistribuir el dinero que se dejó de
utilizar, la lana que se quita al privilegio de los poderosos debe ser devuelta
a las personas para que estas puedan acceder a la posibilidad de mejorar su
calidad de vida a través de servicios públicos dignos. La decadencia de nuestro
sistema de salud se debe al descuido de las anteriores administraciones del período neoliberal, entonces ¿cómo
pretende AMLO mejorar el sistema sanitario restándole operatividad financiera?
Resalta
que un ex-panista haya sido más congruente con los principios de la 4T que los
mismos integrantes de ella, pues su renuncia se daba bajo una razón de
principios, rebasando a Andrés Manuel por la izquierda.
El
espacio que dejó Germán Martínez fue rápidamente sustituido por el
sub-secretario de Gobernación, Zoé Robledo. Queda la duda de cómo un politólogo
y premio nacional de periodismo podrá afrontar la crisis que se vive dentro del
IMSS, pues no va necesariamente a gestionar si no a hacer control de daños. A
nosotros nos debe quedar grabado que sobre la salud, nada; al margen de la
precariedad, nadie.
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