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miércoles, 17 de abril de 2019

La reinvindicación de las humanidades





Los conjurados



Ricardo Sigala



En el México de los años cuarenta y de los cincuenta del siglo pasado sucedió un boom de las carreras del área de humanidades, a la tradicional Licenciatura en Derecho se sumó Trabajo Social y la que entonces se llamaba Filosofía y Letras. Era en lo nacional una época de poner en marcha las propuestas sociales de la Revolución Mexicana, los derechos laborales y el acceso a los servicios educativos y de salud; en lo internacional estábamos en la posguerra y se tenía una visión de reconstrucción tanto física como ideológica ante la masacre que había representado el holocausto y la bomba atómica. En nuestro país las consecuencias fueron claras: un ascenso en el nivel de vida y lo que se llamó el Milagro Mexicano de la Economía que sorprendió a propios y extraños. 

A partir de los años setenta comienza una tendencia a eliminar, o por lo menos a limitar, la presencia de las humanidades en los programas oficiales. De a poco se fueron descartando asignaturas como latín, Griego, Etimologías, Filosofía, Lógica, Literatura, incluso ha habido temporadas en que se ha prescindido de la Historia y de la asignatura de Ética, las materias de artísticas fueron siendo suplidas por talleres más asociados a la capacitación laboral tecnológica que a la educativa, ahorrándoles así unos pesos a las empresas y dejando de formar ciudadanos más humanos. Estas circunstancias coinciden en nuestro país con la serie de crisis, primero económicas y luego sociales. Desde las primeras devaluaciones en los años setenta, pasando por la del 94, hasta las nuestros días, y la grave crisis social, de seguridad y política me hacen pensar no en una serie de crisis sino en una gran crisis que se caracteriza justamente por la falta de conciencia en los aspectos humanistas de la civilización, que ponen la tecnología, la producción, el mercado, por encima de la sustentabilidad, de los derechos humanos y laborales, del respecto a la naturaleza, de las tradiciones, que luego desemboca en una sociedad que se basa en la ley de la selva en donde gana el más fuerte, y la lógica del caiga quien caiga, y el poder, ya sea económico o político se convierten en la posibilidad de avasallar, de crear reinos del terror.




Desde el punto de visto de las tendencias dominantes no es difícil comprender la mala reputación que se la achacan a las carreras de humanidades en nuestros días: que no son productivas, que son pequeñas y no son costeables, que sus alumnos consumen drogas, que no encontrarán trabajo y se morirán de hambre, entre otros lugares comunes. En demérito de esos prejuicios me gustaría apuntar tres cosas, la primera es que quizás la larga crisis que nos aqueja en nuestro país esté asociada a haber dejado de lado el pensamiento humanista y social, es vergonzoso que a pesar de contar con los más grandes avances científicos y tecnológicos de la historia, en materia de eficacia, equidad, de repartición de la riqueza y de impartición de justicia, estemos volviendo al siglo XIX, y que ciertas prácticas actuales recuerden a las de la inquisición, por ejemplo ciertos el uso de redes sociales. Es decir, que si se hubiera invertido en humanidades quizás los problemas que nos aquejan serían diferentes. El segundo está relacionado con al prejuicio del consumo de drogas en las escuelas de humanidades, es una postura tan simplista que si sólo los estudiantes de humanidades las consumieran el negocio del narco habría quebrado hace mucho tiempo, el narcotráfico es un negocio enorme y obviamente las dragas son consumidas por las mayorías, es decir se consumen en todas las carreras, profesiones, oficios, y estratos sociales. Finalmente, no encontramos ante el temor del desempleo, lo primero que uno escucha cuando alguien quiere estudiar alguna carrea del área de humanidades, es “De qué vas a trabajar”, “Te vas a morir de hambre”. Pues bien, el Instituto Mexicano para la competitividad, El IMCO, ubica a los egresados de Letras, por poner sólo un ejemplo, por encima del promedio de ingresos económicos de los profesionistas con licenciatura, pues la pone en el lugar 19 en el grupo de las 66 carreras que se imparte en las universidades mexicanas. Es decir, existen 47 carreras universitarias que representan más riesgo económico para sus egresados.

Así pues, el hecho de que las humanidades no estén de moda en nuestro país no hace que las mismas no sean funcionales ni económicamente rentables. Lo que sí debería preocuparnos es la forma en que nos comemos literalmente los prejuicios sociales, pues los aceptamos sin el menor cuestionamiento, como si fueran verdades universales y, como observamos, lo que hacemos es vivir en la mentira, nuestras supuestas verdades son mentiras. 

Por todo lo anterior, resulta muy significativo que la carrera de Letras Hispánicas del CUSur haya recibido la acreditación como un programa de calidad por parte del Consejo para la Acreditación de Programas Educativos en Humanidades (COAPEHUM), y en efecto, se trata de un certero golpe contra los estereotipos. La ceremonia de entrega del certificado de acreditación se realizó el 9 de abril. El dictamen se había entregado desde el 21 de diciembre del año, pero no se hizo público sino hasta el citado martes 9 de abril pasado, por alguna razón desde el 21 de diciembre hubo un silencio total sobre el tema. Quiero pensar que las tendencias y los perjuicios se imponen de tal manera que proceder en contra de ellos generan quizás vergüenza o pudor, quizás miedo de contradecir la opinión general. Pero una de las ventajas de la educación es justo eso, ir más allá de las apariencias y los tabúes. La carrera de Letras Hispánicas desde sus inicios se ha caracterizado por su alta calidad, ahora ha venido un organismo externo a confirmarlo y por eso debemos celebrarlo, pues el tema literario es y seguirá siendo un compromiso con nuestra región, que tantos grandes nombres ha dado en este ámbito.

La acreditación a la Licenciatura en Letras Hispánicas se presenta como una reivindicación de la humanidades en nuestro centro universitario y en la región sur de Jalisco.









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