Juan Pablo Sánchez Zavala
Con vista hacia el futuro, la educación del presente en
nuestro país, estado y municipio debe de estar centrada en un aprendizaje
emocional para que el conocimiento sea real y significativo.
Hoy en día la sociedad ha limitado el acceso y la
experiencia del conocimiento a los niños con el muy tradicional “esto no porque…”
“no hagas esto porque…” “en otro momento que ahora estoy ocupado”, lo cual va
exterminando el deseo de aprender y de la posibilidad de generar la imaginación
creadora en los niños. En lugar apagar
esa curiosidad nata que lo impulsa, como adultos debemos presentar una propuesta
positiva que alimente sus ganas de conocer el espacio que lo rodea y que ponga
a prueba sus capacidades físicas y mentales. Estamos hablando de una idea
seguida de una iniciativa que estimule, ejemplo: “¿si vamos a explorar al
campo? Por supuesto y después vamos al museo a ver las colecciones
prehispánicas”. Cualquier tipo de actividad extra-escolar permitirá al niño
tener una concepción del entorno más interesante y extraordinaria, que lo puede
marcar de por vida.
Pero ocurre
que las herramientas digitales están ofreciendo contenidos procesados que
acaparan la curiosidad que lo motiva, lo que interrumpe el desarrollo y uso
adecuado del cerebro, afectando las áreas encargadas de los procesos cognitivos
y conductuales. Dicha afectación, ha llegado a tal grado que la memorización es
nula y la retención deficiente, en consecuencia, el niño deja de cuestionar
cosas simples de la vida por restarle importancia a lo que pudieran ser acontecimientos
extraordinarios, al mismo tiempo que se evade la responsabilidad de enseñar las
cosas del mundo que lo rodea, desde lo simple a lo complejo. El acceso a las
herramientas digitales a muy temprana edad, son parte de una problemática que
no ha sido regulada por los padres de esta generación.
Por lo tanto,
los nuevos padres de familia construyen una sociedad del futuro que será la
principal responsable de lo que se vislumbra; es muy aterrador pensar que
pudiéramos tener en un lapso de 10 años jóvenes insensibles al dolor ajeno, con
poca iniciativa para emprender acciones altruistas o que exista poco interés en
el servicio a la comunidad. Una de las principales problemáticas que estamos
atravesando es “el uso inadecuado del tiempo libre en los jóvenes” ¿en que
están invirtiendo el tiempo libre? Labor altruista, servicio a la comunidad,
deportes, artes. Se ha podido constatar que el joven promedio pasa la mayor
parte del tiempo involucrado en las redes sociales, donde construye su realidad
basado en los estereotipos de moda, a esto nos referimos a la pretensión a una
vida de lujos y viajes que difícilmente podrán costear, presentando un
incremento a la posibilidad del acceso a las drogas como: alcoholismo, consumo
de estupefacientes de manera recreativa, enfermedades de transmisión sexual,
incremento de la tasa de mortalidad en jóvenes por accidentes, suicidios entre cosas.
Sino prestamos
atención a estos detalles estaremos condenando a la infancia a que no lleven
una vida real y verdadera, como es la que ofrece una convivencia sana: salir a
parques, caminar en el bosque, explorar, jugar a la pelota, resorte, trompo,
plastilina, trepar árboles entre otras cosas que despiertan la conciencia en
los niños. Dichas actividades han sido sustituidas por los videojuegos con
altos contenidos de violencia, además de los contenidos no analizados de YouTube y los contenidos absurdos
generados por los YouTuber´s.
Esto que se
traduce a una problemática real que nos corresponde atender a los humanos,
porque de nosotros depende, la calidad de mente propia y la de nuestros niños,
porque así será la calidad del mundo que percibimos. Si mejoro la calidad de
mis percepciones y experiencias. El mundo me parecerá perfecto tal y como es.
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