*María
del Carmen Torres Avalos
En este
mundo tan heterogéneo en el que vivimos, se hace presente en los seres humanos
la necesidad de reconocer y sobre todo apropiarnos del término DIVERSIDAD, para
poder ubicarnos dentro de éste.
Poner
la mirada en un centro escolar a partir la llegada de los educandos y hasta que
se retiran en un día cotidiano, es observar ese abanico de diferencias entre
cada uno de ellos; desde el niño que va con gusto y alegre a la escuela hasta
el que va mal humorado y llorando; el
alto, el bajito; el bien peinado, el
despeinado; el que desayunó, el que en la puerta de la escuela se está tomando
su leche, pero también el que no ha tomado nada. Así como se pueden observar
características físicas diversas, también existen diferencias ideológicas,
económicas, sociales, etc.
Esta,
es la diversidad, esa distinción que existe entre los seres humanos, esta
variedad que nos hace diferentes a unos y otros, ese sinfín de cosas que nos hacen
desemejantes. Por lo tanto, la diversidad es un motivo por el cual existe la
tolerancia, como bien lo dice Michael Walzer:
“la tolerancia hace posible la diferencia; la
diferencia hace necesaria la tolerancia».
En
este mundo diverso en que cada uno de los seres humanos somos únicos e
irrepetibles, se hace necesario que al individuo desde los primeros años de
vida se le forme en valores. Los valores
son criterios comunes que permiten una convivencia social armoniosa, para vivir
en sociedad.
El
respeto, amor, libertad, justicia equidad, paz, tolerancias, etc. Son algunos
de los valores, haciendo la aclaración que hay unos valores que se interligan
con otros.
"La
tolerancia es la virtud de la democracia. El respeto a los demás, la igualdad
de todas las creencias y opiniones, la convicción de que nadie tiene la verdad
ni la razón absolutas, son el fundamento de esa apertura y generosidad que
supone el ser tolerante. Sin la virtud de la tolerancia, la democracia es un
engaño, pues la intolerancia conduce directamente al totalitarismo. “ V.
Camps, Virtudes públicas, Madrid, Espasa- Calpe, 1990, p. 81.
Desde
esta perspectiva de tolerancia como virtud, Camps realiza un doble
planteamiento: uno, como virtud democrática (virtud política); dos, el respeto
a los demás como virtud moral.
Desde
la virtud política las sociedades
democráticas mantienen en gran medida sus sistemas de convivencia gracias a la
consciente aceptación del pluralismo cultural de su propia realidad social.
Por otra parte, la virtud moral, es la aceptación
de las diferencias culturales y de opinión, las creencias y las formas de vida
distintas a las propias, la tolerancia es la aceptación consciente y positiva
de las diferencias, ya que representan otras formas de pensamiento o de acción,
lo anterior no significa que se deban renunciar a las propias convicciones.
Así que
maestros, en nuestra práctica docente, será necesario intensificar las
actitudes tolerantes entre todos los actores educativos para alcanzar una
sociedad en la que la convivencia pacífica sea nuestro el hábitat natural.
¡Todos somos diferentes, pero vivimos juntos,
mediados por la tolerancia!
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