Oswaldo
Ramos
El
pasado periodo electoral fui parte de un proceso político extraordinario, lo
que me permitió recorrer
el distrito XIX, específicamente la zona sur del Estado, por lo tanto, conocer
un espacio
tan plural y dinámico. Como candidato al congreso local por la vía
independiente me vi en
la necesidad de construir un programa legislativo con el apoyo de la mayoría de
los sectores de
nuestra región; universidades, estudiantes, activistas, campesinos,
empresarios, entre otros.
El resultado fue enriquecedor; debatimos sobre lo que debería ser una propuesta integral,
misma que no dejara de lado a ningún sector, sin embargo, nos percatamos
también, de que
la crisis de representación tiene rebasada nuestras instituciones, a
consecuencia, la participación
política es cada vez menor, la inconformidad sobre el régimen institucional es generalizada,
por lo tanto, el rechazo a los partidos políticos es mayúsculo.
Hace
unas semanas la agrupación política a la que pertenezco decidió dar un paso
histórico: formalizar
la idea de ser político estatal. En un contexto en el que la polarización
generada por el
gobierno federal y estatal nubla la certidumbre política en nuestro estado,
nuestro reto parece
un camino cuesta arriba, pues lo que implica formar un partido político no solo
es recuperar
la confianza de las personas hacia las instituciones políticas, va más allá, es
recorrer el
estado, es hacer asambleas en municipios golpeados por la desigualdad, la
pobreza, la inseguridad,
por lo que las personas difícilmente tendrían argumentos para formar parte del sistema
de partidos a través de una militancia, ¿por qué confiar de nuevo en un partido político
si los que tenemos no nos representan?
Lo
anterior nos invita a preguntarnos ¿que nos hace diferentes? Lo que debemos
resaltar es que
debemos reconocernos como una fuerza política que le apuesta a la construcción
a través
de la
confianza, poniendo en el centro a las personas, dándole oportunidad de
incidencia a nuevas
caras, es decir, poner candados para que los oportunistas o los mismos de
siempre sean
parte, y por lo tanto, el pequeño agricultor, la ama de casa, el profesor de
primaria, sean quienes
decidan el rumbo político de su comunidad. Este reto nos invita ser claros, y
no tener ambigüedades
en la forma de actuar, debemos confiar en la forma de agrupación de las comunidades,
la base del proyecto debe ser su voz, reconociendo que hay principios inquebrantables,
como cero tolerancia a la corrupción, y que por lo tanto, nunca más un proyecto
político se debe construir desde los espacios de privilegio.
Nuestra
propuesta debe invitar a todos los actores a la comprensión sobre la idea de
que la política
nunca más debe hacerse en lo oscurito, que es posible recuperar la esperanza,
pero
no sin
ellos, considerando también que Jalisco no sólo es el área metropolitana, que
es también
la comunidad más pequeña. Debemos proponer la inclusión de nuevas comunidades que se
han formado a consecuencia de la migración, que los derechos sociales sean una realidad
más allá de la ciudad. La pluralidad nos permitirá tener debates que nos hagan trascender.
Debemos
superar un reto enorme: el de ser una organización que le apueste a la
democracia real al
interior, sabernos como iguales, que lo que estamos construyendo no sólo es
para el próximo
periodo electoral, es decir, debemos apostarle a ser un partido que trascienda
sobre las
personas y el tiempo, que abra las puertas a nuevas caras de manera constante,
que el debate
interno sea sinónimo de madurez, y que esto último, signifique consolidar un
esquema democrático
que nos haga fuertes hacia el exterior.
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