Un
momento por favor
J.
Jesús Juárez Martín
El Lic.
Anacleto González Flores, mencionamos, es fundador de la Unión Popular,
ideólogo: No apoyó la lucha armada, aunque estuvo animando la resistencia para
sensibilizar, al gobierno y echar atrás las leyes antirreligiosas. No obstante,
su pacifismo fue apresado y fusilado en el “Cuartel Colorado”. En sus
funerales el tumultuoso duelo en la capital tapatía hizo dimensionar su recia
personalidad; la Iglesia Católica, lo ha elevado a los altares como Santo
y pertenece al grupo de los Mártires de Cristo Rey, aunque su canonización haya
sido posterior.
En
varios lugares se dieron brotes de insurrección y de ellos se dicen ser la
“cuna de la cristiada” como el día primero de enero de 1927 en San Julián
Jalisco, pueblo de las Altos, tranquilo de su entraña religiosa surgió el
levantamiento armado que como fuego en pajar se diseminó por los lugares
cercanos de la región, Guanajuato, Zacatecas y Aguascalientes, llegando a
Michoacán, Colima y Querétaro, aunque Jalisco fue el epicentro. Aquí y ante los
azorados vecinos y la mirada incrédula de los feligreses fue fusilado a
los cuatro vientos el Pbro. Julio Álvarez, ahora mártir y santo.
Suceso impactante, su sangre de mártir fue semillero de cristiandad, sus
venerados restos mortales quedaron en el propio altar, relicario de la
parroquia.
El
Regimiento 78 de Caballería a las órdenes del Gral. Espiridión Rodríguez inició
su campaña de apaciguamiento y “desfanatización” de los levantados en el propio
San Julián, donde los impactos de las balas se muestran como testimonios. La
victoria de los cristeros encabezados por Miguel Hernández elevó el
entusiasmo en una lucha que estaba en sus inicios.
En
San Miguel el Alto surgió el jefe militar cristero más destacado: Margarito
Ramírez, personaje central de la lucha y ejemplo de reciedumbre y fe; conocido
como “El Catorce”, su figura de cantera rosa recrea la tutela
mítica a su población, en torno a él la historia y la leyenda se
intercalan, su sobrenombre es difícil aceptar que se deba a haber
eliminado a 14 policías que intentaban detenerlo, lo cierto que eso
le da preeminencia en la lucha. Fue muerto en Tepatitlán por los propios
cristeros que le ajustician en un revanchismo a pocos antes del final de la
guerra y sus restos mortales reposan en el Santuario de Guadalupe de San
Miguel.
A
pocos kilómetros en Santa Ana de Guadalupe municipio de Jalostotitlán, se
venera con fervor a Sto. Toribio Romo, otro sacerdote mártir que pacíficamente
atendía a los fieles que lo solicitaban en la población de Tequila razón de su
asesinato... en su lugar de origen se ha construido un museo, réplica
de su casa cuando infante, una “Calzada de los Santos
Mártires” como homenaje permanente y un pequeña
capilla, santuario que recibe millares de visitantes, en especial de
los migrantes para pedir su protección de Santo Toribio en la búsqueda del “sueño
norteamericano” e intercesión ante Dios todopoderoso.
Nos
permitimos incluir a tres mártires de Cristo Rey que tienen como
característica el ser nativos de la Diócesis de Ciudad Guzmán, no
participaron en la lucha armada, sino que sus testimonios de vida cristiana y
su ministerio sacerdotal es ejemplar de lealtad a Cristo Jesús y a los fieles
donde desempeñaban su ministerio, porque con ellos quisieron
quedarse administrando los sacramentos y proclamando la Palabra en forma
privada, porque el culto público se había cerrado.
San
Rodrigo Aguilar Alemán, nació en Sayula el 13 de marzo de 1875, alumno del
Seminario Auxiliar de Ciudad Guzmán, su aprovechamiento como estudiante le
manifestaron como escritor, Fue ordenado presbítero en 1905 y trabajó en diversas
parroquias. Cumplió sus deberes con diligencia y prontitud, atento a las
necesidades de sus fieles paciente, humilde y caritativo... dejando
testimonio escrito de su talento de enfoque religioso y cristiano en su
ministerio, su obra es “ Mi Viaje a Jerusalén” periplo que vivió cuando era
Párroco de Zapotiltic y miembro de Consejo San José de Zapotlán, sus artículos
periodísticos de temas religiosos de devoción y servicio
relacionados con la vida de los fieles de ese lugar cuando fue estudiante, quedaron
en los periódicos de Ciudad. En su libro consigna que en el lugar donde según
la tradición el Verbo se hizo carne, pidió, como una gracia, el martirio.
El
20 de marzo de 1925 fue designado Párroco interino de Unión de Tula, y desde
ese lugar oró en diversas ocasiones por esa misma gracia. La suspensión
del culto público se inició en agosto de 1926, el Presbítero Aguilar
decidió permanecer en los límites de su parroquia y el 12 de enero de 1927, la
autoridad civil giró una orden de aprehensión en su contra, por el delito del
ejercicio de su ministerio. El Cura huyó a un rancho próximo a la cabecera
municipal, pero su huésped lo denunció: apenas pudo escapar a Ejutla, Jalisco,
donde llegó el 26 de enero.
Se
refugió en el Colegio de las religiosas Adoratrices de Jesús Sacramentado.
Desde los corredores del inmueble, cuando podía, celebraba la misa y
administraba los sacramentos, acudían sus feligreses de Unión de Tula, les
atendía en sus necesidades espirituales. La mañana del 27 de octubre de 1927,
una columna de soldados del ejército federal invadieron Ejutla; un grupo de
soldados tomó el convento, los sacerdotes Rodrigo Aguilar, Juan de la Mora y
Emeterio Covarrubias, advirtieron la presencia de los soldados en las
inmediaciones del convento y apenas lograron escapar.
La
traición de uno de sus fieles ocasionó que fuera capturado por la columna de
federales al mando del general brigadier Juan Izaguirre. Al día
siguiente de su captura fue conducido a la plaza principal para ejecutarlo.
Bendijo a sus verdugos, perdonó a todos y regaló su rosario a uno de los que lo
iban a matar. Antes de ser ejecutado lanzó el grito de: "Viva Cristo Rey y
Santa María de Guadalupe". Sus restos fueron trasladados al templo
parroquial de Tula.
Fue
beatificado el 22 de noviembre de 1992, y canonizado por el Papa Juan Pablo II
el 21 de mayo del 2000. Es uno de los Mártires de la pléyade de Cristo Rey en
la fratricida Guerra Cristera.
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