Samuel Gómez
Patiño
Hace tres años, por estas fechas salía de visitar a mi primo César Peralta
cuando llegue a una avenida que estaba en reparación por lo que en lugar de los
tres carriles para circular estaba abierto sólo uno; el tránsito estaba detenido
y estando al final de la fila una señora que se distrajo con las niñas que la
acompañaban convirtió mi carro alemán en “suizo”, suizo pedazos mi Jetta
Volkswagen. Quede dentro de la cabina, y en ese momento debido al movimiento
brusco me dieron calambres en la planta de los pies, por lo que no podía salir
del vehículo y mucho menos darme cuenta de la magnitud del accidente.
Escuchaba a un señor vociferar contra la señora (sobre todo contra las
mujeres que conducen un auto), era tanto su coraje que estaba seguro de que la
iba a golpear. Alcance a escuchar que había un herido en el Jetta, y no podía
salir debido a los calambres. Cuando salí de mi carro, me dirigí a la parte
posterior para ver los daños, la cajuela hundida y la parte derecha del
vehículo destrozada; me acerqué al otro vehículo y cuando vio que me acercaba a
ella, de inmediato saco su celular para decirme que ya le había hablado al
esposo (estaba asustada después de la regañada que le puso el otro conductor,
que por cierto traía un carro del año y del impacto le había pegado en la parte
posterior).
-No señora, quiero saber cómo se encuentran, usted y las niñas (que se
escuchaba que lloraban), le dije.
-Bien, pero las niñas están asustadas, me respondió.
-Qué bueno que estén bien, lo material lo podemos arreglar.
¿Cómo reaccionas ante una situación adversa?, ¿Cuándo sientes que hay una
injusticia?, ¿Cuándo alguien te insulta?, ¿Cuándo pierdes la confianza de quien
menos lo esperas?
La vida está llena de
experiencias, buenas y malas. En los momentos buenos, sonreímos, cantamos y nos
sentimos felices, pero no siempre será así, algunas ocasiones viviremos malos
momentos y es inevitable, lo importante es cómo vamos a reaccionar cuando se
presenten.
Perdemos familiares y
amigos en nuestro camino por la vida, es la parte natural de existir, la
diferencia como tomas estas situaciones.
Hace años, estaba en una
funeraria donde velábamos a un gran amigo de la universidad, el contador Alfonso
Ignacio Virgen Santos (QEPD), y llego un sacerdote a oficiar una misa. Por lo general,
no me quedo a escuchar, pero algo me llamo la atención y no me salí. Inicio su
plática con esta analogía: ¿Por qué nos negamos a que nuestro hijo vaya a
estudiar al extranjero? Debemos entender que él va a otro país para tener
mejores oportunidades en la vida a través de relacionarse y aprender nuevas y
mejores cosas. No nos hacemos a la idea de separarnos de nuestro vástago aun
cuando sabemos que es en su beneficio. Vamos a ponernos tristes y le vamos a
llorar, pero al final debemos de comprender que estará mejor preparado para la
vida.
Entonces nos puso el
ejemplo de nuestro amigo “Nacho”, él se nos adelantó, está en un mejor lugar,
cerca de nuestro señor. A su lado ya no sufre, está junto a sus seres queridos
(en el mismo año había muerto su mamá), está en el reino de los cielos”.
No soy una persona
religiosa, pero reflexionaba sobre estas palabras, porque para un católico su
fe lo lleva a portarse bien para llegar al reino con el señor y, estar en un
lugar sin sufrimiento, sin dolor, lleno de amor; entonces porque les lloramos
si ahora están mejor. Esto no significa que no lloremos por la partida de
amigos y seres queridos, pero sí que nuestro corazón se sienta contento por
haber estado en este espacio y tiempo con ellos.
La resiliencia es la capacidad
de reponerse de reveses dolorosos y vivir con alegría y determinación (Lisa
Fields en el artículo “Como superar los reveses de la vida” publicado en
Selecciones del Reader’s Digest en febrero 2019). La vida nos ayuda a
prepararnos para responder a los problemas que nos vamos enfrentando, la
actitud con que tomamos los acontecimientos buenos y malos es lo que hace que
podamos sobrellevar una vida plena de gozo.
Cuando el asegurador llego
y miro mi carro me dijo que era pérdida total, que mejor les pidiera el dinero
para poder comprarme otro, en cambio les solicite que volvieran armar el auto.
Mes y medio después me entregaron mi carro, casi 95% satisfecho y hasta la
fecha es el que utilizo para transportarme.
Al mal tiempo buena cara,
y aunque en el transcurso de mi vida no siempre fui así, hoy trato de ver
siempre lo mejor de cada situación. Hace unos días me chocaron otra vez, ahora
en EUA y tengo confianza en que la aseguradora americana me va a arreglar el
carro.
La próxima semana: “En búsqueda de la felicidad: recapitulemos”.
Me gustaría leer
tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en
Facebook: Samuel Gómez Patiño
*Director del Área
1 de los Toastmasters y
Presidente del
Club Ejecutivo de Tijuana
Licenciado y
Maestro en Administración de Empresas
Catedrático en la
Facultad de Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad
Autónoma de Baja California
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