jueves, 17 de enero de 2019

El beneficio de los oficios como apoyo a la docencia





Mtra. Mercedes Imelda Avalos Ruiz


La labor que cada uno desempeñamos en el campo de acción donde estemos involucrados, es relevante para cada uno de nosotros, pero así mismo, adquiere importancia según el impacto que ocasiona en las personas que nos rodean.



En el ámbito educativo no estamos exentos de ello y le sumamos valor si nos incide directamente. Como sucede con el desempeño ético y profesional de cada maestro/a hacia sus alumnos, para marcar una huella indeleble en su aprendizaje, la afición por el mismo y las ganas de ser mejor, seguirse preparando y tomar como ejemplo al docente. Lo mismo acontece con los padres de familia, que, ante nuestro buen ejercicio, encuentran un apoyo en los maestros/as que atienden a sus hijos, se hace un trabajo colaborativo en ése proceso educativo y formativo de sus descendencias.

Del mismo modo, también, en nuestro desempeño como docentes de cualquier nivel educativo, es importante valorar el trabajo y apoyo que recibimos en las instituciones formativas de parte del personal considerado como administrativo, en donde entran secretarias, prefectos, coordinadores y los no menos importantes intendentes. Cuando alguno de estos compañeros se retira o ausentan de sus espacios y actividades, es cuando nos percatamos de la incidencia que tiene en nuestra labor su presencia. Nos hacen falta las listas de asistencia, recibos, atención a padres de familia, coordinación de actividades, flujo informativo, etc. Y no se diga con el impacto que ocasiona cuando es el personal de intendencia que no ha hecho sus actividades; las aulas se encuentran sucias, sanitarios, patios, en fin, las diferentes áreas en que nosotros desempeñamos las actividades cotidianas. El equipo de apoyo no recibe el mantenimiento indispensable, no conseguimos una extensión para la luz, un sacudidor, etc.

Pienso que merecen un reconocimiento y agradecimiento, al ser parte fundamental de éste proceso educativo en el que participa desde la más alta autoridad en una escuela común y corriente, hasta cada uno de ellos que desempeña lo correspondiente y en especial, cuando buscan hacer su trabajo con eficiencia y buen sentido de responsabilidad.

Pero esta reflexión no se queda dentro de los muros de nuestras escuelas. Hay que estimar a quienes “desde afuera” nos apoyan de manera indirecta, pero que sin embargo su trabajo bien realizado, nos beneficia o perjudica en nuestra labor docente, según como ellos cumplan, será la ayuda recibida. Por ejemplo, tantos alumnos que viajan desde temprano en camiones urbanos y foráneos para llegar a tiempo a clases. Si el chofer no hace su trabajo de forma puntual y con responsabilidad, nuestros alumnos llegarán tarde y afectaría el desempeño de una clase común y corriente. Igual pasa con los familiares que apoyan a llevar a los niños a las escuelas. La persona encargada de la cafetería, desayunos o cooperativa, si no se organiza bien para abastecer las demandas, obstruye el flujo de las actividades cotidianas y no se respetarían reglamentos ni horarios de clase. El agente de tránsito que modera el flujo fuera de las escuelas, ofrece su apoyo al favorecer el orden de entrada y salida en los planteles en que hacen presencia y dan seguridad a los educandos.

Del mismo modo ponderamos quienes están involucrados en ciertos programas gubernamentales que complementan la labor de una escuela cualquiera, por ejemplo, con la entrega de mochilas y uniformes. Quienes organizan la distribución de ello para cada plantel, el personal que hace las entregas escuela por escuela, la distribución por las personas encargadas en cada academia, ofrecen un beneficio no sólo a los pupilos, sino también al quehacer de cada maestro, ya que colaboran a que todo se realice de una mejor manera y con un beneficio común: la educación de nuestros niños mexicanos; aunque indirectamente habrá quien diga que ése es el trabajo de cada uno, pues sí, pero a pesar de que es parte de nuestras obligaciones, hay quien no lo hace como se debe y ahí nos encontramos con el lado opuesto de la moneda, pues si cada uno de los mencionados no participa como corresponde, con el mínimo sentido de responsabilidad, entonces si resentimos su ausencia y  la carencia de su colaboración.

Aunque sólo he hecho alusión a algunas de las personas que nos apoyan cotidianamente en nuestro quehacer docente, tanto desde adentro como fuera de cada plantel, el propósito de este texto, es el provocar una reflexión que valide la importante actividad que desempeñan en sus oficios quienes de manera silenciosa y casi ignorada; sea la secretaria, el intendente, el chofer, cargador, la cocinera, el que barre la calle, etc. realizan de una manera colaborativa y desinteresada. Pero que, si no hicieran lo propio, los esfuerzos de cada maestro suelen ser menos fructíferos.

Va mi reconocimiento a su actividad responsable y en beneficio de la educación y el progreso de nuestra comunidad, que, como sociedad, busca un progreso en todos y cada uno de sus habitantes. Pero qué mejor que realizarlo desde nuestras “trincheras”, haciendo cada uno lo que nos corresponde. Muchas gracias.

*Asesora en el Centro de Actualización del Magisterio de Cd. Guzmán, Jal.


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