Mtra.
Mercedes Imelda Avalos Ruiz
La
labor que cada uno desempeñamos en el campo de acción donde estemos
involucrados, es relevante para cada uno de nosotros, pero así mismo, adquiere
importancia según el impacto que ocasiona en las personas que nos rodean.
En
el ámbito educativo no estamos exentos de ello y le sumamos valor si nos incide
directamente. Como sucede con el desempeño ético y profesional de cada
maestro/a hacia sus alumnos, para marcar una huella indeleble en su
aprendizaje, la afición por el mismo y las ganas de ser mejor, seguirse
preparando y tomar como ejemplo al docente. Lo mismo acontece con los padres de
familia, que, ante nuestro buen ejercicio, encuentran un apoyo en los
maestros/as que atienden a sus hijos, se hace un trabajo colaborativo en ése
proceso educativo y formativo de sus descendencias.
Del
mismo modo, también, en nuestro desempeño como docentes de cualquier nivel
educativo, es importante valorar el trabajo y apoyo que recibimos en las
instituciones formativas de parte del personal considerado como administrativo,
en donde entran secretarias, prefectos, coordinadores y los no menos
importantes intendentes. Cuando alguno de estos compañeros se retira o ausentan
de sus espacios y actividades, es cuando nos percatamos de la incidencia que
tiene en nuestra labor su presencia. Nos hacen falta las listas de asistencia,
recibos, atención a padres de familia, coordinación de actividades, flujo
informativo, etc. Y no se diga con el impacto que ocasiona cuando es el
personal de intendencia que no ha hecho sus actividades; las aulas se
encuentran sucias, sanitarios, patios, en fin, las diferentes áreas en que
nosotros desempeñamos las actividades cotidianas. El equipo de apoyo no recibe
el mantenimiento indispensable, no conseguimos una extensión para la luz, un
sacudidor, etc.
Pienso
que merecen un reconocimiento y agradecimiento, al ser parte fundamental de
éste proceso educativo en el que participa desde la más alta autoridad en una
escuela común y corriente, hasta cada uno de ellos que desempeña lo
correspondiente y en especial, cuando buscan hacer su trabajo con eficiencia y
buen sentido de responsabilidad.
Pero
esta reflexión no se queda dentro de los muros de nuestras escuelas. Hay que
estimar a quienes “desde afuera” nos apoyan de manera indirecta, pero que sin
embargo su trabajo bien realizado, nos beneficia o perjudica en nuestra labor
docente, según como ellos cumplan, será la ayuda recibida. Por ejemplo, tantos
alumnos que viajan desde temprano en camiones urbanos y foráneos para llegar a
tiempo a clases. Si el chofer no hace su trabajo de forma puntual y con
responsabilidad, nuestros alumnos llegarán tarde y afectaría el desempeño de
una clase común y corriente. Igual pasa con los familiares que apoyan a llevar
a los niños a las escuelas. La persona encargada de la cafetería, desayunos o
cooperativa, si no se organiza bien para abastecer las demandas, obstruye el
flujo de las actividades cotidianas y no se respetarían reglamentos ni horarios
de clase. El agente de tránsito que modera el flujo fuera de las escuelas,
ofrece su apoyo al favorecer el orden de entrada y salida en los planteles en
que hacen presencia y dan seguridad a los educandos.
Del
mismo modo ponderamos quienes están involucrados en ciertos programas
gubernamentales que complementan la labor de una escuela cualquiera, por
ejemplo, con la entrega de mochilas y uniformes. Quienes organizan la
distribución de ello para cada plantel, el personal que hace las entregas
escuela por escuela, la distribución por las personas encargadas en cada academia,
ofrecen un beneficio no sólo a los pupilos, sino también al quehacer de cada
maestro, ya que colaboran a que todo se realice de una mejor manera y con un
beneficio común: la educación de nuestros niños mexicanos; aunque
indirectamente habrá quien diga que ése es el trabajo de cada uno, pues sí,
pero a pesar de que es parte de nuestras obligaciones, hay quien no lo hace
como se debe y ahí nos encontramos con el lado opuesto de la moneda, pues si
cada uno de los mencionados no participa como corresponde, con el mínimo
sentido de responsabilidad, entonces si resentimos su ausencia y la carencia de su colaboración.
Aunque
sólo he hecho alusión a algunas de las personas que nos apoyan cotidianamente
en nuestro quehacer docente, tanto desde adentro como fuera de cada plantel, el
propósito de este texto, es el provocar una reflexión que valide la importante
actividad que desempeñan en sus oficios quienes de manera silenciosa y casi
ignorada; sea la secretaria, el intendente, el chofer, cargador, la cocinera,
el que barre la calle, etc. realizan de una manera colaborativa y desinteresada.
Pero que, si no hicieran lo propio, los esfuerzos de cada maestro suelen ser
menos fructíferos.
Va
mi reconocimiento a su actividad responsable y en beneficio de la educación y
el progreso de nuestra comunidad, que, como sociedad, busca un progreso en
todos y cada uno de sus habitantes. Pero qué mejor que realizarlo desde
nuestras “trincheras”, haciendo cada uno lo que nos corresponde. Muchas
gracias.
*Asesora
en el Centro de Actualización del Magisterio de Cd. Guzmán, Jal.
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