Un
corazón sensible ama los valores frágiles. Comulga con los valores que luchan
con la débil luz que enfrenta las tinieblas.
GASTÓN
BACHELARD
A
lo largo de treinta y cinco años he buscado las formas de la escritura. Algunas
veces su lienzo se ha revelado en poemas, otras en cuentos, crónicas o franco
periodismo —y hasta en novelas. Aunque he aspirado darle alcance con humildad,
no siempre su gracia se ha demorado para permitir que la vea. No obstante, días
y noches la busco: su huidiza naturaleza me seduce, me atrae, me construye,
conforta e interroga. A veces su misterio me recuerda a lo divino y creo verla
en una pequeña flor, en los rayos del sol de la mañana, en los atardeceres y en
la mirada de mi mujer —o en el saludo de un amigo. Cierta e invariable la hallo
en los ojos de los niños. Entonces me busco y voy al encuentro: he cerrado los
ojos para ver al aldeano que soy.
Víctor Manuel Pazarín (Foto de Abraham Aréchiga) |
Desde
el silencio persigo a la escritura; busco sus formas y me ajusto a sus
caprichos; escucho, luego, su respiración y soy la ofrenda. A veces digo que
todo lo he aprendido de la poesía, sin embargo no siempre desde ese aliento se
puede responder a ciertos impulsos y reflexiones. Dispongo, entonces, nuevas formas
y designo mis sentidos, el cuerpo y mi voz a la estructura del ensayo.
Sin
abandonar lo que digo ser, aprovecho lo aprendido para encontrar(me). Soy otro
y el mismo, es verdad, pero la materia de otros seres es la esencia por
descubrir. Abordo el camino y su trazo. Describo sus rumbos y, suscrito a lo
que ellos son, me procuro el asombro. Desde hace al menos veinte años he
intentado regresar lo obtenido de los otros. De lo que me han dado hablo. No
sin agradecimiento pago mis deudas con los escritores que me han enseñado a
ver, a sentir y a darle un valor al cuerpo de la escritura.
Como
todos, vivo de prestado. Hoy devuelvo un poco de lo mucho recibido durante
cuarenta y dos años de lectura, treinta y cinco años de escritura y cincuenta y
cinco años de vida. Las deudas me desvelan y entonces enciendo la llama en
medio de la oscuridad. Sueño, pues, en pagar y sé que todo soñador es un poeta en potencia —como nos ha dicho Gastón
Bachelard—, y como todo sueño ante la
llama es un sueño de asombro y todo soñador de llama está en estado de sueño
originario, vuelvo a encender las velas como cuando en el pueblo lo hacía,
porque en las casas donde viví de niño siempre faltó la luz eléctrica y nos
alumbramos las noches con las flamitas: quizá fue el tiempo que comencé a
buscarme y a soñar.
Tonalá, 20 de marzo de 2018
Durante
la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) el autor de La vuelta a la aldea. Ensayos de literatura
mexicana (que Ediciones Keli acaba de poner en su catálogo), firmó libros
en su stand; en breve se presentará formalmente en Guadalajara y Zapotlán. El
texto “Sueño con pagar” es el prólogo de la reunión de textos, que compartimos
como un adelanto.
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